Cada Semana Santa, un ejército de jovencitos toma por asalto la sierra tarahumara, en Chihuahua.
Como desde hace 23 años, la misión de esta legión tiene un objetivo: llevar las buenas nuevas de Dios a comunidades alejadas en su mayoría del contacto con el progreso.
En una labor humanitaria y de contenido religioso, la Misión Juvenil representa para sus participantes una experiencia de crecimiento espiritual y humano que no olvidará nunca.
Llegar a la sierra tarahumara cada Semana Santa es para Carlos Martínez Macías una satisfacción enorme.
Como coordinador de la misión, desde hace 23 años, asegura que en lo particular tiene contacto con este tipo de actividades desde niño, pues su madre le llevaba a las que se celebraban en las montañas de Coahuila.
Por eso no le fue difícil fundar, junto con el padre Rogelio López Román la Misión Juvenil de Cajeme que si bien está integrada por jovencitos católicos, pueden participar también quienes no profesen esa religión, afirma.
“Es satisfactorio proyectar en esas personas la imagen de un Cristo vivo, alegre, lleno de esperanza”, refiere, “sobre todo a partir de los jovencitos que hasta el momento no han dicho haber vivido una experiencia aburrida sino todo lo contrario”.
El año pasado, dice, se reunieron 147 muchachos mayores de 16 años para atender 40 comunidades a las que, además de víveres y medicinas para los más necesitados, se llevó la palabra de Dios.
Aumentan comunidades
Para este año se espera que sean al menos 150 jovencitos los que se alisten para participar en esta experiencia y cuya preparación iniciará el próximo miércoles de ceniza, a partir de las 19:40 horas, en el taller Misionero, en calles California y 6 de Abril.
Con cuatro nuevas comunidades por atender, este año también se contará con la participación de dos médicos cofundadores de la Misión Juvenil, Rafael Blanco Campa y Luis Fernando Paredes, informa.
Este ejército de jóvenes parte de Ciudad Obregón en seis camiones cargados con víveres, indica, además de tres camionetas con medicinas.
Al llegar a Chínipas, Chihuahua, los camiones toman diversos rumbos y comienzan a distribuir a los muchachos a lo largo de las comunidades para que durante la semana convivan con los habitantes de la sierra tarahumara.
Crecimiento
Y si bien los habitantes de esas poblaciones se alegran de recibir a la caravana, el mayor beneficio lo obtienen los jovencitos, admite, porque la convivencia con personas a quienes casi nadie visita, les ayuda en su formación como seres humanos.
Al representar la pasión de Cristo o participar en ritos como el lavado de pies o el viacrucis, manifiesta, los muchachos crecen espiritualmente.
En esa zona hay mucha pobreza y muchas comunidades solamente son habitadas por mujeres y niños pues los varones desde los 15 años comienzan a emigrar en busca de trabajo en las ciudades, relata.
Por ello, los jovencitos se preparan con mucha anticipación, asegura, a fin de comunicar con facilidad el evangelio a esas personas y ayudarlas en su vida cotidiana.
De estas misiones, dice, han surgido ya varios sacerdotes, como Salvador Nieves y Ramón Cota, en tanto que actualmente un seminarista, Gildardo Labastida, forma parte de este grupo.
Los jovencitos interesados en participar en la Misión Juvenil, precisa, pueden acercarse al taller desde el miércoles próximo o bien en cada uno de sus templos ahondar la información.