Al Bat:Tony Castaño… anécdotas
Jesús Alberto Rubio / beisrubio@gmail.com
Viernes 12 de Marzo de 2010

Ronnie Camacho nos traslada por el túnel del tiempo con ilustrativas anécdotas que en verdad son todo un primo beisbolero:

Una “bomba de tiempo…”

—En Guadalajara, estaban tres en base de los “Charros” y al bat Elrod Hendricks, aquel moreno que vino a batear muchos jonrones en la Liga.
 
Castaño, entró  al terreno para hablar con el pitcher y yo me acerqué a la loma pues quería oír lo que le diría al lanzador:

“Mira chico, no sé si quitarte y traer a otro, pues lo que tienes en la bolsa del pantalón, es una ¡bomba de tiempo!. . . mira al cielo y lanza para el home”. 

Yo me llevé mi guante al rostro al no poder contenerme de la risa.

Los anillos de brillantes
 
— ¿Recuerdan a Evelio Hernández, aquél estupendo pitcher que vino con el Monterrey?
 
Bueno, pues resulta que Evelio se dedicaba a vender anillos de brillantes entre los jugadores en toda la Liga. Era un negocio redondo y  creo que ganaba más en esa actividad pues se fue del béisbol y siguió con lo mismo en Miami.
 
Una noche, estaba  lanzando un gran luego contra nosotros en Monterrey. Recuerdo que era un partido cerrado y él se notaba nervioso en la loma.

Tony Castaño se acercó  a nosotros y nos dijo:

“Tú, Cardenal, tócale la bola por tercera base, a ver si te embasas”.

El toque fue perfecto, por la misma raya; Evelio salió por la pelota y al agacharse se le cayó un paquetito de la bolsa derecha, por lo que en lugar de coger la bola, ¡empezó a recoger los anillos de brillantes que estaban regados en el césped. . !

¡Así lanzaba Evelio, con las prendas en el bolsillo!


Tenía clase para pedir las cosas

Ronnie recuerda cuando iban a la Cd. de México y se  hospedaban en el Hotel Virreyes, por las calles de Izazaga y San Juan de Letrán.

Llegaban por las tardes y jugaban en la noche. Si perdían,  Tony les decía a todos con voz de general amargado.
 
“¡Mañana el camión sale a la Villa de Guadalupe a las once!”.

Guardábamos silencio y bajábamos la cabeza. Sentíamos mucho respeto  por el “viejo” y lo queríamos de verdad.
 
Era de esos hombres con quien uno no puede pasarse de inteligente. Tenía clase para pedir las cosas.

 Al otro día, el camión esperaba fuera del hotel por los jugadores.

¿Y saben cuántos iban?... ¡sólo ocho!
 
En el trayecto del hotel a la Villa, el “viejo” dijo: “Coño de madre, no me explico, pero si estos que no vinieron, fallan esta noche, van querer que la “guagua” (camión) los traiga mañana en cuanto salga el sol”.
 
Ese era Tony Castaño.


Castaño… y Cuba

“Para los que ignoran qué hacía  Castaño después de los juegos, les contaré algo.
 
Los años que jugué  en Puebla, Moi Camacho era mi compañero de cuarto en las giras. Siempre que terminábamos un juego, Tony nos buscaba, se ponía a conversar primeramente del juego, después hablaba, de Cuba, de Pedro Ramos, de Camilo Pascual, del “Cienfuegos” el enorme Club de pelota y después seguía con Nicaragua, las Series del Caribe… daban las 4 de la mañana y ahí estábamos escuchando.
 
Una noche en Monterrey, en el Lobby del Hotel Son Mar, tenía un mitin con algunos de nosotros cuando de repente le digo sonriendo: “Viejo”, ya me voy a la cama, pues hoy (eran las 3 de la mañana) va a lanzar Evelio Hernández y yo a ese le bateo mal”.
 
“Ah, no jodas, cabezón, eres un cobarde, ya te vi esta noche que Julius Grant (zurdo) te hizo mierda, pero ya ves, Oscar me resolvió el problema”.

Me quedé mirándolo, sonreí, me senté de nuevo a su lado y siguió hablando.
 
De pronto el administrador me dice: “Ronnie, lo llama una dama por teléfono. “El viejo dio un salto y me dijo: “Dile a esa “perra”, que hoy lanza Evelio y que tú no le bateas”.
 

Una deuda pendiente

—Caballeros, si alguien logra ver a Silverio Pérez (el pitcher cubano), díganle que tiene una “deuda” conmigo”.
 
El que hablaba era Oscar Rodríguez y tenía un bat en sus manos moviéndolo de un lado a otro, por lo cual le pregunté a “Jiquí” Moreno que si cuál deuda, pues pensaba que le había pedido algo.
 
De inmediato “Jiquí” me respondió con burla.

“Ah, caray, que pronto se te olvidaron los tres ponchados que te metió en Veracruz”. Me quedé pensando, y le grité a Oscar: “Hey, guajiro, yo también estoy entrado, pero lo veo difícil que repita con nosotros, pues se va a “enfermar”.
 
Todavía recuerdo a Silverio esa noche. Estaba durísimo. En los últimos innings nos gritaba de la loma”. “Vamos cobardes, pónganse en fila, que ahora si traigo la “sífilis” encendida”.
 
Esa noche nos hizo polvo; ponchó a 16… entre Oscar y yo nomás fueron 6.
 
La hora del juego se acercaba y todos fuimos abandonando aquel vestidor, que era una sinfonía de risas y cuando menos se había olvidado un poco la tensión del juego.

Me despedí de Tomás Morales y le dije: “Espero quedar bien esta serie, por que si no, al “viejo” le dará un infarto”.

Tommy sonrió y se alejó. Yo me metí a la cueva y salí al terreno. Esa vez, jugamos estupendamente, dividimos y nos fuimos como llegamos.
 
 —Contra los “Tigres” jugábamos de noche en México y estaba lanzando un pitcher novato por nosotros.

De pronto pidió  tiempo y llama a Castaño, quien salió de la cueva a paso veloz. Al llegar a la loma, le dijo a aquel joven prospecto: “¿Que pasa mi hijito?”.
 
“Sr. Tony, este pitcher plate está mal puesto y no me siento a mi gusto”.
 
“Hay “mijito”, en este mismo pitcher plate y en esta misma loma, Martín Dihigo lanzaba cañonazos al home y Bragaña ganó 30 juegos”.
 
Al decirle esto al novato, Tony salió disparado al doug out y empezó a calentar a otro lanzador. Cuando salimos del inning, me acerqué al “viejo” y le pregunté que pasaba con el pitcher “Pienso que el “Kikirimiau” ese tiene mieditis aguda”.
 

En el camión a Monterrey
 
—Ese año hicimos una gira de exhibición a Mérida que  todavía no estaban en la Liga Mexicana.
 
De regreso, Tony  salió de allá con corbata y saco sport que era un tiro.
 
Pasamos por Villahermosa y se quitó el saco y cuando llegamos a Coatzacoalcos se quitó  la corbata. Luego  íbamos por Veracruz y se quedó en camiseta; llegamos a México, se puso la camisa y el saco, salimos de la capital (íbamos a inaugurar en Monterrey), Tony siguió con el saco puesto y nosotros ya seguíamos sus movimientos, no lo perdíamos de vista.
 
Después de Querétaro, empezó a desvestirse, llegamos a Monterrey y le dice al operador del camión. “Oye, fíjate si no hay un policía cerca del hotel, por que me voy a bajar sin camisa, el calor de aquí me ha aflojado hasta las muelas”.
 

¡Clase de hotel…!
 
—Cuando Castaño se fue a Poza Rica de Mánager, cierto día llegaron a Puebla, a jugar contra nosotros.
Me acerqué a él para saludarlo y le pregunté:

 “Tony, ¿en qué hotel estás? “. “No sé chico, lo que si sé, es que es una “cagada”, Anoche metí la llave en la puerta para abrirla y ¡se cayó”.
 

Buscaba a Jiquí

—En Veracruz, llegué al hotel Emporio buscando a “Jiqui” Moreno. Yo venía de la calle y en el lobby había muchos jugadores contando sus historias, algo que siempre hacen después de los juegos; es una costumbre.

Le pregunto a Tony, “Oye viejo, ¿no has visto a “Jiquí?, “Sí ahí va, nomás ponchó a Ted Williams, y se fue”.


El Natas…

—En México, en el Juego de Estrellas, estando sentados en el dougout, “Natas” García, “Becerril”, Sotelo, Sandoval y yo, de pronto, se abrió la puerta y entró Ricardo Garza.

“Natas”, le dice Castaño, “Oye tú, que haces aquí no estás seleccionado”.
 
Al momento Garza le contesta: “Yo, soy estrella natural burro”.
 

El gran Pilo

—En Hermosillo jugábamos bajo una temperatura casi bajo cero.

Nosotros estábamos con los Rieleros de Empalme y  Horacio Solano lanzaba esa noche.
 
Traía un slider que cortaba y su recta durísima y de lado. Entonces, con hombre en primera y tercera y sin out, le digo a “Pilo” Gaspar, que esa noche no jugaba:“Pilo, batea por el pitcher”.

Abrió los ojos con sorpresa y me dice, “Y, yo que te estoy haciendo, no seas criminal”.


¡Quemó el uniforme!

—Andrés Ayón, nuestro pitcher estelar en Puebla, hizo algo que  nunca he visto.
 
Una noche estaba lanzando un tremendo juego cuando de pronto, ¡pam, pam!, dos hits, una base y un error.
 
Entra Castaño corriendo y llama otro pitcher. Ayón sale hecha una fiera, se mete al vestidor y nosotros salimos’ del inning.

Cuando estamos en el doug out, vimos que salía humo del vestidor y había olor a  trapo quemado.
 
Entramos a ver que pasaba y vimos que  Ayón se está bañando tranquilamente y en un rincón el uniforme completito, los zapatos, el guante, todo ardía, ¡había quemado todo!


Huevos con jamón…

—Una mañana desayunábamos en Reynosa Tony y yo. La noche anterior habíamos perdido por una carrera de “caballito”.
 
El “viejo” no pudo dormir y se levantó muy temprano. Lo mismo hice yo, pues éramos compañeros de cuarto.
 
Estábamos tomando un café y Tony ya tenía su plato servido.
 
De pronto se acercó  el pitcher que había dado la base por bolas la noche anterior y le dice: “Tony, necesito 20 dólares pues quiero ir a McAllen, ‘a comprar algo”.

“Esto es lo que necesitas”, señalándole los dos huevos” con jamón que tenía en el plato.


Los “Kikirimiau”
 
—Tony Castaño bautizó a los “Tigres” los “Kikirimiau”, no sé de donde sacaría esa palabra el “viejo”.
 
Después me dijo que, era por que bateaban unos hits increíbles y por que nosotros nunca les ganábamos con facilidad, cuando teníamos al “Cuarteto del Terror” con Pepe Peña, Romo, Cacheux, Leyva y detrás de ellos una comparsa de excelentes tiradores: Castillo, Nicolás, Verdugo, Robles, Solano, que tiraban duro y de verdad.

—En Poza Rica, Oscar Rodríguez, el gran toletero borinqueño, estaba dando clases de bateo una noche afuera del Hotel.
 
Contaba que él una vez tenía tres hombres en base con 2 outs en el décimo inning. Lanzaba Juan Pizarro, el famoso “Terín”, en la Liga de Puerto Rico y ya lo tenía en 3 y 2… pero al hacer el “swing”, Silverio Pérez, le aventó un balde de agua fría desde el segundo piso del Hotel Poza Rica y pues ya se imaginarán cómo quedó Oscar.

Eran los días en qua todo se pasaba, pues nuestro Club ese año, robó el campeonato, ¡qué días aquellos! 

 
 

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