Apostillas
Víctor Manuel Zárate Urbina
Lunes 15 de Marzo de 2010

CORDURA Y COMPRENSION

Por Víctor Manuel Zárate Urbina
 
Felipe Calderón  Hinojosa no es santo de mi devoción. No vote por él,  pero es el Presidente de México, yo soy mexicano y por eso, solo por eso, es mi Presidente. Merece todo nuestro respeto su investidura aunque él no tenga las mismas inclinaciones. Coincido con muchos que piensan que don Felipe cada vez que se lo propone riega el  tepache en fea forma.

Acaba de emitir una opinión con la que si coincido aunque  muchos colegas no. Lo malo de don Felipe es que le pasa lo que al pobre que cuando tiene para comprar carne, es vigilia.

Culpó a los medios de comunicación de promover acciones de la delincuencia. Lo malo del Presidente, o lo grave, se puede decir, es que habla entre dientes, o lo que es lo mismo no se hace entender y eso le ha llevado a caer terriblemente en el ánimo de los que desearían que las cosas fueran mejor.

“No se puede tapar el sol con un dedo”, decía un a tía muy querida. Imposible negar que tiene razón Felipe en este aspecto. Es decir, si los medios colaboraran con la lucha, débil, inútil  o fuerte, que hace el gobierno, orientando al pueblo, “otro gallo nos cantara”.

Oscar Blancarte, Director de Cine, declaró el pasado fin de semana en Mazatlán, Sinaloa, “…los medios de comunicación provocan histeria colectiva al exagerar la difusión de notas de violencia. Existe una violencia muy marcada, pero los medios dan una información exagerada”.

No se puede estar contra la publicación de los hechos que para eso sirven los medios. Ir en sentido contrario sería contravenir lo que señala con toda claridad nuestra Constitución: libertad de expresión. Yo no lo aceptaría, pero es menester la moderación.

La forma en que se tratan los hechos es de tal manera exagerada que resultan promotores de acciones deprimentes, detestables, odiosas, abominables, aborrecibles y execrables.

Los medios y quienes hacemos uso de los espacios, tenemos la obligación de informar, orientar y analizar todo lo que es noticia, en especial aquellos sucesos que tiendan a mejorar la educación de los lectores. Formamos parte importante en el acontecer de nuestros entornos precisamente por el hecho de que lo que escribimos y hablamos es para las mayorías la verdad.

Es obligación ineludible cumplir con el oficio. Hagámoslo. La permanencia en el gusto y preferencia del público depende de la forma de interpretar algo que muchos están olvidando: el oficio del periodismo.  El tiempo nos dará la razón. Vayan con Dios.
 

 

 
 

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