En el D.F. los medios de comunicación, y en especial las televisoras, llevan a la exageración la importancia que el conceden al futbol y a los futbolistas.
Que fulanito tiene un raspón y tal vez no juegue el domingo... Buen motivo para dedicarle tiempo de más en los tvnoticieros y grandes espacios en las portadas de la prensa escrita.
Claro, todo mundo sabe que eso se debe a la comercialización de este deporte. Además el control político a través del deporte es un resorte que debe mantenerse bien aceitado todo el año.
Acostumbrados estamos a esas exageraciones, aún así no podemos concebir que el futbol mexicano (Federación, jugadores, entrenadores y medios de comunicación) le rindan tributo a un jugador de mediana calidad, le perdonen sus arrogancias y aún le sigan rogando que por favor, no seas malito, incorpórate a la selección.
Este ha sido el caso de Nery Castillo, un muchacho de sangre gaucha (sus padres son uruguayos), que accidentalmente nació en México pero tiene ya varios años viviendo y jugando en Grecia.
De él no se tiene noticia que alguna vez haya jugado en México. Pero desde que alguien supo que nació en nuestro país todo el medio futbolístico mexicano se ha volcado en ruegos, peticiones, exhortos, súplicas para que participe con la selección.
Hasta el arrogante Hugo Sánchez le ha pedido humildemente que lo apoye. Pero Nery a todos les dice que va a pensarlo, que después les contesta, espérenme otro ratito, al rato voy.
Lo más curioso en este caso es que no se trata de un jugador superdotado. Lejos está Nery de ser un crack; si acaso, es un jugador con un rendimiento promedio y que a veces tiene buenas rachas con su equipo, el Olimpyakos.
Pero nada más. Y eso es suficiente para que cronistas promotores de la mediocridad se desvivan comentando la posibilidad que sí viene o no viene el salvador de la patria futbolística.
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