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La ciudad y sus amantes

Adolfo González Riande
Jueves 19 de Abril de 2007
 
La Hora del Ciano: televisión para agricultores y remedio infalible para asustar a los niños

Nadie puede discutir las ventajas de un medio de comunicación como la televisión.
El Ciano, como todo buen centro de investigación, en alguna etapa de sus más de 50 años, utilizó la televisión como un componente ideal de su estrategia de divulgación técnica. Los primeros programas de televisión de “La Hora del Ciano” fueron dirigidos por el Ing. Antonio Aguilar, más tarde los Ingenieros Isidro “El Chilo” Martínez—ya fallecido— Serafín Mendoza, José Antonio Gómez Espinosa, y yo continuamos con una tradición de difundir la tecnología a través de la pantalla chica.

La Hora del Ciano estuvo al aire casi 12 años a través del canal 2 local. El esfuerzo de la Unidad de Divulgación por servir oportunamente a los clientes potenciales de la información del Ciano, tuvo de todo, desde los incipientes programas en vivo en los estudios del canal, hasta la modernidad del video tape.

En los inicios, el programa tenía una estructura de programa noticioso donde aparecían en escena investigadores, técnicos ayudantes y secretarias como lectoras de noticias, entre las que cabe recordar a Dora Córdova en las etapas del programa en estudio de televisión, y màs tarde en la etapa del video tape a María Esther Navarro, Sandra Valenzuela, y por supuesto, a la Loyis Pèrez Rubio y Martha Janette Miranda.

Más tarde, en la etapa en que el programa se hacía en video tape, recuerdo las enseñanzas del Ing. Serafín Mendoza, quien si bien es cierto no era un especialista en el manejo del medio, participaba con una gran entrega en el desarrollo de la programación televisiva.

Mendoza, o simplemente “Serafo” como le decíamos sus amigos, armaba su guión en un dos por tres en una hojita de papel, los lunes muy temprano él ya tenía clara la idea del programa, `ya tenía bosquejado a que investigadores iba a “poner en cinta” como él bromeaba.

¡Más enfadoso qué La Hora del Ciano!
Por supuesto, una gran mayoría de gente que no tenía nada que ver con la producción del programa, aprovechaba siempre algunos aspectos de la pobre producción del programa, para hacer carrilla.
Que si el programa era el favorito de las mamás para asustar a los niños que no querían acostarse temprano, que si era “La hora de los Monstruos”, y una en particular, debo citar aquello, que no sé quien lo habrá dicho, pero que se convirtió como una sentencia:”¡eres más enfadoso que La Hora del Ciano!,a propósito, y por si alguien lo duda, en la termoeléctrica de Guaymas,alguien me confesó, que había un trabajador al que la raza (ese ente hipotètico que nadie conoce, pero que en todas partes aparece) le puso el mote de “el Ciano”, ya el lector ha de suponer que el apodo tenía una amplia y clara alusión a lo detestable ,que para algún sector del público televidente, resultaba el programa.

¡Hasta películas en inglés!
Cuando por algún motivo no se podía desarrollar el programa, recurríamos a pasar una película con temas agrícolas. Y así fue, como en una ocasión, nuestro buen amigo camarógrafo del canal 2, Luís Antemio Benitez, a quien le debo sus lecciones gratuitas como incipiente conductor de televisión, buscó una película para salvar la programación de ese dìa.Recuerdo que, con las prisas de entregar el material al canal, sólo alcancé a leer el título de la cinta en la lata, donde se leía el título de “El combate del mosquito” o algo por el estilo, lo mismo daba Chana que Juana, para salvar una programación de los lunes a las 23:00 horas.

Y a la mañana siguiente, como si fuese guión de cuento de hadas, recordemos que el programa pasaba ya ¡a las 11 de la noche del lunes! qué horario para un programa técnico podría Usted preguntarse.Pues bien, mi entrañable amigo Eladio Rivera del programa de Forrajes, me recibió con la ironía característica en él. Recuerdo que me dijo: “Oye licenciado, ¡qué buena divulgación estás haciendo!, ¡ya hasta clases de inglés estás impartiendo a los productores! yo no sabia a que se refería, hasta que me enteré que la película de la noche anterior, estaba en inglés, ¡pero sin subtítulos en español!
Ese martes esperé una llamada de atención del Dr. Samayoa, director del Ciano, sobre mi “involuntaria lección de inglés “, pero no, nunca hubo un señalamiento.
Tal vez, este haya sido uno de los poquísimos programas que el Dr. Samayoa se haya perdido, siempre estaba atento a las labores de sus colaboradores, en mi caso particular a mis labores de divulgador, tanto en mis aciertos como en mis involuntarias” metidas de pata”, que el consideraba como propias de quien toma decisiones sin andar preguntando qué hacer.

La Hora del Ciano, siguió en la programación de la televisioncita local, con más pena que con gloria, no teníamos nada que hacer en el rating televisivo, si acaso un ligero repunte en el horario de las 5 de la tarde durante algunos meses, pero en general la producción y la programación del programa era malita, pero eso si, los que por ahí desfilamos como conductores y entrevistados, le echábamos muchas ganas.

Y como todo en esta vida, pues si, el programa tuvo que terminar.La sentencia de los de arriba, enumeraban una y otra vez sus discursos lacerantes hacia La Hora del Ciano”: qué si los técnicos se ocupaban media mañana en hacer el programita”, “y que nadie lo veía”, “qué era un gasto inútil”, en fin discursitos y circunstancias fueron minando el concepto del programa hasta su salida del aire finalmente.
Otros más, son de la idea de que la gota que derramó el vaso, se debió a una entrevista que el Ing. José Antonio Gómez Espinosa, le hiciera al Dr. Francisco Pacheco del programa de entomología. La entrevista por algún aspecto técnico no se grabó adecuadamente y finalmente se tomó la decisión de no proyectar el programa.
Alguien es de la idea, que el Dr. Pacheco se enojó mucho con esta falla técnica, que el consideró como una irresponsabilidad. Finalmente, todo esto coincidió con el fin de las trasmisiones.

Aunque una gran mayoría de los trabajadores del Ciano sufren de amnesia institucional, por ahì alguien de vez en cuando se echa un clavado al arcòn de los recuerdos para navegar entre la carrilla pura y sincera.
El programa al final de cuentas, tuvo aspectos positivos, yo mismo obtuve datos para una tesis de licenciatura en periodismo, alguien más citó al programa como una de las poquísimas experiencias televisivas en materia de difusión técnica agrícola.

Y como no nada más él que esto escribe anduvo metido en estos berenjenales televisivos, pues aprovecho para adelantar algunas otras entregas dominicales de mi compadre Lorenzo Pérez Solís, pionero del programa como escenográfo, cablista, apuntador, ayudante de cámara, ilustrador, junto al desaparecido Ing. Isidro “el Chilo” Martínez.
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