Muchísimos pobres y poquísimos ricos

Pese al optimismo de Felipe Calderón, la República vive bajo signos ominosos.
La economía, manejada por tecnócratas insensibles, seguirá en la ruta de crecer menos que la población y continuará ahondándose la diferencia entre los que tienen mucho y quienes carecen de todo.

México es un país donde la riqueza se distribuye cada vez peor a la sombra de una política económica que castiga a los pobres y premia ilimitadamente a los ricos.
No cambiará esa ruta Calderón, quien fue llevado a Los Pinos por el dinero de los Cresos, la vergonzosa intervención de Vicente Fox y un oscuro proceso judicial.

Pero la desigualdad económica tiene efectos desastrosos en todos los órdenes. En los últimos años ha sido tan intensa la emigración, que hoy vive en Estados Unidos uno de cada diez mexicanos, aparte de los paisanos que van y vienen arriesgando el pellejo por un salario que se les niega en su patria.

Para quienes se quedan, está la realidad del desempleo y la desigualdad; la ausencia de perspectivas para nuestros jóvenes y la tremenda tentación de incorporarse al mundo del crimen, donde según la leyenda se gana mucho dinero y de acuerdo con la realidad las vidas son muy breves.

La vocación criminal es estimulada por la ineficacia de las corporaciones policiacas, la inutilidad de procus y fiscalías y la muy arraigada corrupción de eso que malamente se llama “la justicia”. Felipe Calderón, para fines de propaganda y autoglorificación, decidió sacar al ejército de sus cuarteles dizque para combatir al narcotráfico, pero los resultados distan de ser plausibles.

En estos meses de despliegue militar son de risa las incautaciones y han sido detenidos algunos pobres diablos, pero la actividad del narcotráfico continúa boyante y los peces gordos deben estarse carcajeando de la autocomplacencia oficial.
Para mostrar la ineficacia del despliegue militar, la delincuencia se burla del gobierno panista, intensifica sus matanzas y arroja las cabezas de los asesinados a las puertas de oficinas policiacas y cuarteles militares.

Calderón y la derecha siguen en la inconsciencia, ebrios con el licor de su dudosa victoria electoral.
Pero es obvio que pronto tendrán que variar el rumbo económico para incidir en la situación social, porque la criminalidad se combate con cuerpos represivos, sí, pero sobre todo con empleos suficientes y bien remunerados, con una educación digna de ese nombre, con más oportunidades para las mayorías y menos privilegios para las élites. ¿Lo entenderán?
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