Reforma Fiscal, ¿a costa de quién?
Lizette Holguín Nungaray
Miércoles 20 de Junio de 2007
Felipe Calderón después de presentar este martes 20 de junio su nueva reforma fiscal, nos pidió a todos realizar "un esfuerzo enorme" para aportar más recursos a las arcas públicas por pago de impuestos, dinero que según él, será empleado para financiar programas educativos y sociales.
Sin embargo, este exhorto constituye un agravio a la mayoría de los contribuyentes.
Echando un vistazo rápido a la situación de los empleos, tenemos que el 27.2 por ciento de los mexicanos que trabajaron durante el segundo trimestre de 2006 lo hizo en el sector informal de la economía (Encuesta Trimestral de Empleo, INEGI).
De acuerdo a las cifras de esta institución, otro 3.16 por ciento de la población en edad de trabajar (establecida en México a partir de los 14 años) no trabajó durante el período de referencia, mientras que otro 6 por ciento estuvo desocupada, es decir, que tenía necesidad y disponibilidad para trabajar más horas de las que lo hacía.
Por otro lado, el 65.3 por ciento de los trabajadores lo hicieron como subordinados y con remuneración, el 22.8 por ciento trabajaron por cuenta propia, un 4.8 por ciento fueron empleadores y el 71 por ciento tenían empleos no remunerados; sobre todo si se tiene en cuenta que las grandes corporaciones nacionales y extranjeras suelen evadir sus obligaciones fiscales, ocasionando pérdidas que se elevan a decenas de miles de millones de pesos anuales.
Para justificar su petición, el mandatario se escudó en algunos datos sobre el rezago del país en materia educativa: dijo que 42 por ciento de los jóvenes en edad de cursar la preparatoria no acuden a la escuela y que únicamente 23 por ciento asiste a la universidad.
Reconoció que hay más demanda de espacios educativos, por lo que los lugares disponibles son cada vez más insuficientes, y que buena parte de la juventud sólo puede aspirar a trabajos poco dignos y mal remunerados, lo que la condena a vivir en la pobreza y la marginación.
Esta intención del Presidente de que la ciudadanía se encargue de mejorar la recaudación fiscal es un atentado contra la economía de millones de mexicanos que apenas arañan el nivel de las clases medias: cualquier reforma fiscal debe tener como eje central la justicia social, condición que no se cumple con el exhorto del mandatario.
En México los impuestos sobre la renta que paga la clase media son superiores a los que pagan los estadounidenses con un nivel de ingresos similar al de sus contrapartes aquí, por lo que pedirles que entreguen más dinero por este concepto es un abuso innegable.
Aunado a esto, en México existe una grave desigualdad en la recaudación fiscal: la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) y el Servicio de Administración Tributaria (SAT) son estrictos y duros con los pequeños contribuyentes a la hora de exigirles el pago de impuestos y sancionar sus omisiones fiscales: actualmente los contribuyentes cautivos pagan entre 15 y 28 por ciento del impuesto sobre la renta (ISR) mientras Telmex paga por este mismo concepto 6 por ciento; Pemex y Coca-Cola, 2 por ciento; y Bimbo y Maseca, 1.5 por ciento.
En contraste, tanto el SAT como la SHCP suelen cerrar los ojos ante el incumplimiento de las obligaciones fiscales de las grandes empresas, lo que revela un nefasto contubernio entre el gobierno federal y poderosos intereses privados.
Así, compañías como Bimbo, Kimberly Clark, Wal-Mart, Televisa, Telmex, Grupo México y Cemex, entre otras, adeudan al fisco alrededor de 105 mil millones de pesos sin que ninguna autoridad haya hecho algo al respecto. Incluso el Fondo Monetario Internacional ha señalado la necesidad de que el sistema tributario mexicano ponga fin a estos privilegios fiscales que benefician a unos cuantos.
En este contexto, ¿será posible aún creer que Calderón no pretende mantener dichos privilegios?, ¿Podremos confiar que los legisladores estuvieron atentos para impedir una imposición de esta naturaleza?
¿Porqué los grandes corporativos pueden evadir su obligación de pago y los trabajadores cautivos que dejan su vida y su cuerpo por un salario no pueden?.
Espero que al menos haya una adecuada discusión sobre el tema antes de aprobarlo.
En México el progreso educativo y el mayor acceso a empleos dignos requieren una labor más intensa y profunda que va más allá de inyectarle dinero a estos sectores y que consiste principalmente en contar con un plan de gobierno integral que atienda las necesidades de todos los segmentos de la sociedad e incluya al conjunto de los actores involucrados en vez de castigar los bolsillos de la clase media.