Alegorías
Jesús Huerta Suárez
Lunes 04 de Junio de 2007
Con la idea de alejarme de la rutina, ese defecto que con el tiempo llega a enmohecer la imaginación, me monté en un autobús que habría de llevarme a más de 3 mil kilómetros de distancia de mí ya caliente terruño.
Conforme fue devorando los metros esta gran oruga plagada de asientos, en su mayoría desocupados, en un dejo de nostalgia las imágenes fueron apareciendo y desapareciendo lentamente ante mis ojos, cual postales en un desfile de disolvencias de este lugar en el mundo, que hace mucho creara el Señor, llenando mi mente de ensueños, mientras la cálida luz del sol daba de lleno en mi.
Sonora
A las orillas de la carretera de Sonora que va al sur del país, se ve más basura que agricultura, más pobreza que trabajo fecundo. A leguas se nota que el Gigante no ha despertado. Se ven grandes posibilidades de crecimiento, y aún para la germinación de esta tierra seca, que aún deshidratada, luce con orgullo sus miles de Huacaporos o Palos Verdes y Mezquites cargados de péchitas, de las mismas que en días lejanos, nutrieron con su harina a los Yaquis y Mayos, de ahí su gran tamaño. Guasímas de obscuros troncos y verdes hojas. Entre los matorrales sobresalen, algunos de esos árboles que los oriundos llaman “del gato” que porque arañan. Choyales, Biznagas, Hechos, la hierba del Cosahui, entre otras que no alcance a identificar. Se miraban por ahí personas humildes acarreando leña sobre el lomo o sobre sus bicicletas junto a perros flacos desplazándose bajo un enorme cielo azul.
No es que nuestra tierra por estos lados no sea tan noble, pensé, sino que le pedimos lo que no nos puede dar y nos olvidamos de su gran potencial y de que aquí el sol brilla más.
Comenzaron a aparecer mezclándose entre paisaje los Pinos Salados, de esos que llegaron de ilegales de muy lejos, en semillas traídas por el viento y por los ríos. De esos que en el invierno se llenan de diminutas flores blancas para simular que estando en el desierto les ha caído nieve encima. De esos que al mojarse, huelen a una mezcla de canela y clavo de olor.
Sonora, es una tierra igual de añeja que las que más, pero más nueva en cuanto a la llegada del hombre y su fuerza de trabajo. Creo, también, con algo de escasez de ideas de modernidad. Pero eso sí, con una inocencia que motiva a madurar.
Sinaloa
Con simplemente ver su escudo de armas, Sinaloa da muestras de una cultura de raíces más profundas y de una civilización más antigua que la hace diferente. También es aquí donde el Dios Tláloc ha sido más espléndido, más que en Sonora, sí.
A los lados del camino hay menos basura y más tierras de cultivo. Con venas que corren por todos lados llenas de agua irrigando sus valles y planicies. Aunque también se nota que tienen sus grandes extensiones de tierras inhóspitas, que quizás algún día serán bañadas por el vital recurso.
Es temporada de cosecha de la papa, los caminos están llenos de sacos de este tubérculo a la venta. Sacos y más sacos sobre la carretera, tantos que deduje de donde venía la inspiración del Vale Elizalde para sacar la canción de “La Papa”.
“En política, ganar o perder es cuestión circunstancia, pero ser más humanos es cuestión de sustancia”.
Felipe Calderón Hinojosa
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