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En el 2000... ¿dónde quedó el cambio?

Lizette Holguín Nungaray
Domingo 01 de Julio de 2007
 
En el 2000 tenía veinte años, mi fórmula de vida era expresada por la combinación perfecta de inexperiencia y sueños en las manos; la emoción que sentí porque iba a poder votar en aquel sexenio por vez primera era una especie de hormigueo en la sangre que expresaba el poder que jamás había vivido, yo creía ilusa y tontamente en la “democracia y el cambio” tan anunciado por las televisoras.

El conjuro de la caja tonta resulto y así como yo, terminamos embolatados muchos de los jóvenes de este país en el tan anhelado sueño del gobierno del cambio.
Tarde nos dimos cuenta de que sólo los actores habían cambiado ya que el drama de la obra demostraba ser el mismo que se había representado durante 70 años.
Hoy no puedo decir que hay mucha mejoría, seguimos en la llamada crisis, que yo personalmente ya llamo “la vida del mexicano” ya que no he conocido ninguna otra, desde que nací mi madre me dijo varias veces “hija, estamos en crisis” y eso hasta el día de hoy no ha cambiado.
Por lo que poco a poco mi quimera de que el país mejoraría se fue diluyendo al observar que las diferencias y situación de los sectores sociales no cambiaban en lo absoluto, que los noticieros seguían anulando la libre expresión de los ciudadanos, de los periodistas que se atrevían a levantar la voz; yo pensaba que las libertades oprimidas hasta el gobierno heredado a Fox se terminarían, pero después de analizar el sexenio, estas se convirtieron sólo en anhelos de un habitante frustrado por haber confiado -y lo digo así porque no soy nada para mi gobierno-.

Quiero suponer que no soy la única que piensa esto, me gusta pensar que así como yo hay muchos mexicanos que saben que las cosas no cambiaron al final después de todo.

Personalmente en este segundo sexenio -y ya en mi adultez- me toco participar directamente en el proceso electoral desde el lugar donde vivo, tratando de no caer en opiniones encontradas con respecto al tema sólo puedo decir que la legalidad no estuvo presente a mis ojos en dicho acontecimiento.

Ahora con un nuevo gobierno que promueve la –dizque- mano dura contra el narcotráfico, el aumento de la plusvalía en México y las bondades del libre mercado en la educación, la producción, el entretenimiento; cada día que salgo de casa es lo mismo, más personas en los puestos de pronósticos esperando salir de la crisis que nos vio nacer y en que vivimos, iglesias atestadas de perdones y buenos deseos, un público feliz por la incipiente participación de la selección ante una "potencia" brasileña, estudiantes preocupados por si mismos y por lo que pasa en la televisión y un pueblo que olvida a quienes menos tienen -que cada vez somos más-, ilegalidades disfrazadas de verdades (como en los mejores tiempos del nazismo: "una mentira repetida lo suficiente se convierte en verdad"), un pueblo dormido que no quiere despertar, que no lee, que no escucha, que actúa como ciego y se deja llevar por la marea llamada cotidianidad y el amor propio. Irónicamente mucho escucho, “no te preocupes, al menos México es un país tranquilo, ¿te imaginas que estuviéramos en guerra?”...la verdad da risa dicha aseveración que sólo expresa el conformismo que tenemos como ciudadanos.

Hoy declaro la guerra a todos aquellos que pretenden que México y sus habitantes sean solo un bulto que no piensa, que no analiza, que no cuestiona, que no duda, un pedazo de carne que no se inmuta ante las injusticias y arbitrariedades de un gobierno de continuismo.
Hace pocos días Radio Monitor -por mucho el mejor medio informativo de radio en el país- cerro sus puertas, más apegados a la libertad de expresión y a la ética profesional, después de 33 años y 41 mil 100 programas transmitidos por la radio llegó a su fin, gracias a un boicot económico perpetrado desde las élites de las grandes corporaciones y el gobierno actual.
Hermano José Gutiérrez Vivó, desde Sonora, mi reconocimiento y apoyo ¡Tierra, Libertad, Igualdad, Vida!, ¡El callar, es igual a Asesinar!.

Como dijo el amigo Monsiváis, “las clases gobernantes en México no toleran, no entienden y no aceptan la critica”. ¿Serán ellos quiénes den el veredicto final de esta historia?, ¿O como pueblo, como mexicanos, como ciudadanos pensantes, nos atreveremos a alzar la voz en un solo sonido de “¡NO!” a esta injusticia?.
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