¿Unos cuantos piquetitos?
Lizette Holguín Nungaray
Jueves 26 de Julio de 2007
Hace algunos días vi en un periódico local el “Top de los que darán el gran paso”, donde anunciaban a los “grandes hombres” que prontamente celebrarían su matrimonio, así que heme ahí admirada e irónicamente incrédula con dicha “noticia” y pensando, ¿cómo se vería si dijera en esas dos páginas enteras de periódico, a letras de colores y con imágenes llamativas, “Top de mujeres que ya dieron el gran paso... siendo asesinadas”.
De alguna forma me ilusiona pensar que quizás a algunos les interesaría saber, aunque sea por morbosidad el porqué murieron y a manos de quién.
En nuestro país aún prevalece la historia que inspiro a Frida Kahlo hace más de treinta años para una de sus más conocidas pinturas; un hombre que asesina a su mujer dándole treinta y tantas puñaladas, para después decir en su juicio “¿porqué tanto escándalo, si solo fueron unos cuantos piquetitos?”.
La sombra de la violencia contra las mujeres en México es algo que se puede llorar en familia y en silencio, que se puede poner en una estadística, que se puede mencionar en un discurso político o en la Comisión de Derechos Humanos.
Esta muerte con rostro de mujer no es benévola, ni paciente, nada justa y mucho menos blanca. Son asesinatos a sangre fría a mano de personas muy cercanas, maridos, hermanos, familia, jefes, individuos que ejercen algún tipo de poder en ellas y por él cual se les dificulta salir de él ya una vez en sus garras.
Algunos pensarían que esta inaceptable violencia contra las mujeres sólo sucede en Cd. Juárez, en “lugares peligrosos” como muchos los llaman, a personas “que se lo buscan”, a ciudadanas que “se lo merecen por donde andan, por lo que hacen”.
Actualmente la realidad es muy distinta, estos feminicidios ya no se perpetran en un solo lugar sino en varios, ya no es solo a cierto tipo de población, ni de cierta edad, ni clase social, ni forma de trabajar, ni mucho menos cultura.
Estos crímenes nos asombran, nos hieren, pero cada acto violento que se comete contra una mujer es un linchamiento contra todas; no obstante el reclamo social, las autoridades estatales o nacionales han mostrado "indolencia e ignorancia", que ha derivado en que cada vez sean más los homicidios contra mujeres.
En respuesta a esto -quiero suponer que con buena intención-, el gobierno de Felipe Calderón acaba de eliminar el programa que investigaba los feminicidios en Cd. Juárez.
Y como en un “top de éxitos” podemos mencionar los exorbitantes números de crímenes contra mujeres en todo el país.
Empezando por el estado con mayor popularidad en lo que a este tema refiere, llamado Chihuahua; actualmente en dicha región se han cometido de 1993 a la fecha por lo menos 464 “feminicidios sexual sistémico”, ya que sus victimas son torturadas, mutiladas y violadas.
Seguido de estos se puede mencionar la alarmante ola de homicidios cometidos en el Estado de México -sólo me gustaría hacer notar que estos nuevos informes están llegando apenas durante este nuevo sexenio, como si este ataque de violencia contra las mujeres no hubiera sucedido antes, por lo que me hace pensar que es una especie de reclamo político del PAN contra el PRI-.
De forma que en territorio mexiquense actualmente se han cometido 454 crímenes contra mujeres en varios municipios.
Las diputadas Maricela Contreras y Sofía Castro, presidentas de las comisiones de Equidad y Género indicaron que el año pasado la cifra de feminicidios en el estado de México creció 30 por ciento, y que varios casos se caracterizan por "la violencia sexual contra mujeres jóvenes, previamente desaparecidas, cuyos cuerpos son abandonados en lotes baldíos o en basureros".
Así como también se documentan casos de padres biológicos o padrastros que mataron a sus hijas, recién nacidas abandonadas, mujeres ultimadas por venganzas sentimentales y otras asesinadas por desconocidos.
Y por si esto fuera poco en 12 casos las víctimas tenían menos de tres años y en nueve no superaban los 13 años, destacaron las legisladoras.
Y para aquellos que después de leer eso dicen “hay... al cabo eso no pasa en nuestro querido Sonora”, siento decirles con mucha pena que es una total y aberrante mentira.
En nuestro amado territorio cuando menos hasta agosto del 2006 (10 meses) se han perpetrado 280 asesinatos a féminas –nótese que no estoy tomando en cuenta los que se han cometido actualmente-.
De acuerdo con una investigación documental y testimonial realizada por un grupo multidisciplinario apoyado por los poderes Ejecutivo y Legislativo Estatales, el gobierno de Eduardo Bours Castelo ha mostrado poco interés en resolver los asesinatos de mujeres, pues si bien existe un marco jurídico, ni las propias instituciones lo respetan.
Elvia Caballero Vega, coordinadora de dicho estudio, afirmó que el desinterés del gobierno de Eduardo Bours se refleja en que para el presente ejercicio fiscal únicamente se destinaron 55 millones 796 mil 205 pesos (0.31 por ciento del presupuesto de participación estatal) para combatir la violencia intrafamiliar, lo que repercute en falta de personal, espacios adecuados, mobiliario y equipo, e incluso material de oficina y papelería.
Además, la Procuraduría General de Justicia, el Consejo Tutelar para Menores y el sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) no guardan registros estadísticos sobre violencia intrafamiliar completos, actualizados y desglosados por sexo, edad, condición económica o nivel educativo, entre otros factores, lo que dificulta conocer los perfiles de las mujeres afectadas.
Frente a dicho contexto no queda más que esperar como si viviéramos en una era donde la tecnología no puede utilizarse para organizar mejor las problemáticas y resolver los casos.
Un estudio efectuado en 11 estados por el Instituto Nacional de las Mujeres reveló que Sonora ocupa el primer lugar en violencia de género, seguido de Baja California, Coahuila, Chiapas, Chihuahua, Hidalgo, Michoacán, Nuevo León, Quintana Roo, Yucatán y Zacatecas. Entonces como sonorenses ¿podemos deslindarnos del asunto, guardar silencio y cerrar los ojos?
Por si esto fuera poco colectivos de mujeres de Veracruz y Puebla denunciaron el asesinato de otra mujer nahua en la sierra de Zongolica, el cual, pese a la brutalidad con que fue cometido, no generó una respuesta satisfactoria del gobierno de Veracruz ni ha recibido atención pública.
"La situación de violencia que viven los indígenas de la sierra de Zongolica ha llegado a tal grado, que el 21 de mayo fue encontrado otro cuerpo desnudo y sin vida, pero ahora de Adelaida Amayo Aguas, de 38 años, con señales de tortura. Su cuerpo mostraba un cinturón de hombre en el cuello, jirones de tela en la boca y cuatro cuchilladas en el cuerpo. Todos signos de extrema violencia."
¿Cuántas mujeres deben morir en dichos actos violentos para que se le tome seriedad a tan terrible asunto?, ¿Sólo porque la mayoría piensa que estás se dedican a la vida galante no merecen atención?
Todo trabajo es digno –al menos es lo que promueve nuestra sociedad-. Un amigo me comentó “las mujeres educan, forman, aprecian y cotizan a esos que las violentan”, pero ¿Porqué la mujer para la mayoría de las personas es la única culpable de dicho ataque?
Si ella es una prostituta y se acerca a un cliente con la mejor de sus sonrisas y su ropa provocativa, ¿se merece la muerte y el maltrato?. Como es el caso Castaños en Coahuila de 13 sexo servidoras violadas, que involucra a 12 militares directamente acusados de ultrajarlas en los centros nocturnos “El Pérsico” y “Las Playas”, donde las víctimas siguen esperando justicia. Fueron identificados plenamente los 12 militares, pero en realidad fueron entre 20 y 25 los que abusaron de las mujeres.
Por primera vez los agresores fueron consignados por el fuero común: ocho se encuentran presos en el centro de readaptación social de esta ciudad y cuatro están prófugos. Todos pertenecen aún al Ejército, a pesar de haber sido acusados de violación calificada y tumultuaria.
Y... ¿si fuera una infante, una adolescente o una anciana? -Como ha pasado últimamente-, a la que violan, maltratan y le quitan la vida, podemos decir “que por una la pagan todas”, ¿Qué diferencia hay entre unas y otras?, son hijas, madres, abuelas, hermanas, novias, esposas; personas con derechos y merecen respeto, no un respeto que se tenga que ganar, sino un respeto que por ser simplemente ciudadanas de este país se lo merecen, no importando su –supuesta- debilidad femenina, su manera de ganarse la vida y forma de convivir en la sociedad.
Esto me recuerda una frase usada hace algunos años que dice algo así ¡Agarren a sus gallinas, porque mis gallos andan sueltos!
Cada hombre y mujer de México tiene la libertad de pensar, ejercer y actuar como mejor le convenga, pero ninguno de ellos puede y tiene el derecho de poner a otros en el filo de la muerte a fin de conseguir sus deseos, -por más intrínsecos y verdaderos que estos sean- y esto no es sólo en los feminicidios, es una regla de vida, de convivencia y de buena relación con los demás en una sociedad que se dice ser incluyente; una sociedad que pretende dar igualdad a los sexos, felicidad a sus ciudadanos y tolerancia a la diversidad.
Quizás la próxima vez que asesinen a una mujer en el país –que no tardará mucho- deberían poner en el periódico con letras grandotas y de color fuerte un encabezado titulado mas o menos así: “¡CRECE EL RATING DE UNOS CUANTOS PIQUETITOS!” , de tal manera que por azar del destino algún político aunque sea por morbosidad lo lea y de alguna forma –quizás- pueda intentar hacer algo para investigar, aclarar, esclarecer, analizar, acabar y sancionar a los culpables de dichas atrocidades, y con esto terminar con la laguna de dudas que crecen alrededor y la incipiente despreocupación del gobierno actual.
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