Se equivoca Ana Gabriela
Por Ciro Gómez Leyva
Viernes 18 de Enero de 2008
Creo que Ana Gabriela Guevara se equivocó porque, creo también, México ya no se conmueve igual con los sacrificios ejemplares ni las victorias morales.
Tantas víctimas y tanto lloriqueo tramposo han hecho que la gente pierda la fe en los héroes.
A Ana le faltó en sus horas de cavilación leer un fabuloso artículo de Gabriel Zaid sobre la fama, donde se afirma que la economía y realidad del protagonismo no dependen únicamente de los protagonistas, sino de poderosas fuerzas y, finalmente, de las modas y el capricho del público.
Por eso es tan fácil que los famosos terminen como el aprendiz de brujo.
Por excepcional que haya sido como atleta, Ana, un personaje del mundo del espectáculo profesional, es esencialmente una proveedora de emociones, alegrías, sueños, que no puede reclamar ser plena dueña de su destino.
Ella es propiedad también de millones de mexicanos.
La esencia de la fama consiste también en ser tratado como objeto.
Se equivocó al decir que se puede marchar en paz porque “ya le di demasiadas satisfacciones a la gente”.
¿Cuántas satisfacciones hacen un demasiado, Ana? ¿Cuántas canciones, goles, récords, medallas?
Para colmo, les dejó abierta de par en par la puerta a quienes desde ya se pusieron a diseminar la especie de que la verdad es que ella sabía que no podría superar siquiera la primera ronda en China.
Ojalá me equivoque, pero dudo que su decisión de retirarse de las pistas antes de las Olimpiadas de Pekín sirva para atenuar la endémica corrupción e impunidad en el deporte mexicano.
De cualquier forma, y lo digo con el cariño que sabe dar un aficionado, yo hubiera preferido verla correr en vez de tenerla que revisar desde hoy como gestora de alguna otra noble causa.