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Negarse a la intoxicación del narco

Juan María Alponte
Domingo 22 de Junio de 2008
 
1) “El miedo nace en la vida más rápido que ninguna otra cosa”. Leonardo da Vinci. Aforismos.

Hace dos domingos me permití señalar, aquí, que el problema principal del país residía —por grave que sea el narcotráfico— en la fragilidad del sistema jurídico-político, esto es, no evidencia con la plenitud de la justicia, la existencia de un verdadero estado de derecho.
Me niego a admitir y aceptar, aun siendo un tema capital, que la lucha contra el narcotráfico, intoxique nuestras vidas hasta el extremo de impedirnos advertir que la violencia, sin freno, que vive el país no sólo radica en el narco, sino en la trasgresión de la ley en numerosas actividades de la vida ciudadana.
Ese aspecto es la causa y el origen de la violencia. El narcotráfico es un epifenómeno; no el fenómeno originario. Véase.

Emilio Portes Gil fue presidente provisional de México como consecuencia de los problemas derivados del asesinato de Obregón el 17 de julio de 1928. El 9 de enero de 1963 escribió una larga carta al “Señor General Lázaro Cárdenas”.
Entre otras cosas le dice: “…¿Que hay demagogia e inmoralidad en la reforma agraria? ¿Que la Nacional Campesina, durante los últimos periodos de gobierno, se coludió con los latifundistas y con los funcionarios pícaros del Agrario para vender terrenos ejidales y para repartir miles y miles de hectáreas enclavadas en obras de irrigación en el norte de Tamaulipas y en otros estados de la República? ¿Que esa misma Nacional Campesina se coludió con los explotadores de 350 mil familias ixtleras? ¿Que en Petróleos Mexicanos existen algunos negociantes que se adjudican cuantiosos contratos de obras, que roban descaradamente y que tienen depósitos de dólares en el extranjero?... Claro —añade— que, entonces, las inmoralidades eran pequeñas; coyotes que se conformaban con cualquier cosa”. Continúa: “Pero de 40 para acá, repito, las inmoralidades han llegado a un grado extremo y han salido hornadas de millonarios sexenales…”.
¿Son válidas, aún, algunas de sus afirmaciones?

2) “Ningún consejo es más leal que el que se da en un navío en peligro”. Leonardo da Vinci. Aforismos.

En el libro Autobiografía de la Revolución Mexicana cuyo autor fue, también, Emilio Portes Gil se relata su experiencia del sistema policiaco cuando fue nombrado secretario de Gobernación, por Calles, el 18 de agosto de 1928. Dice que se quedó impresionado de lo que ocurría:
“Le hice ver (al presidente Calles) la necesidad ingente que había de reprimir, con toda severidad, los incontables y escandalosos abusos que se venían cometiendo por agentes de las policías del DF, de la Judicial del Fuero Común, de la Judicial Federal y de la Secretaría de Gobernación, que a diario realizaban saqueos en los hogares de las personas clasificadas como fanáticos y aun en los templos, y, con el pretexto de buscar cómplices de los rebeldes, aprovechaban la difícil situación creada, para apoderarse de reliquias de alto valor religioso o histórico, pinturas, alhajas, dinero, etcétera, que no se depositaban en el museo, sino que desaparecían, perpetrándose así verdaderos latrocinios… Le relaté, asimismo, que en dicha jefatura se venían realizando imperdonables asesinatos, simulando suicidios de las víctimas y que la opinión pública señalaba a Palomera López como el ejecutor de tales crímenes…”.
¿Los asesinatos son perdonables?

En nuestros días, Transparency International, en una edición especial, Global Corruption Report 2007, Corruption in Judicial Systems, el capítulo dedicado a México, se inicia así:
“La peor consecuencia del sistema de corrupción judicial en México es el alto nivel de impunidad generado y soportado por los distintos actores del sistema judicial: policía, fiscales, jueces y oficiales de prisión…”.
Amnistía Internacional dice, prácticamente, lo mismo al igual que otros documentos.
Admitir que la violencia se genera, solamente, en el área del narco es intoxicar a la sociedad y eludir la crisis jurídico-política del estado de derecho.

En el Informe de Davos (The Global Competitiveness Report 2007-2008. World Economic Forum) que evalúa a 131 países, dos capítulos, básicos, para un estado de derecho, invitan a la reflexión: el de la “Independencia judicial” y el de la “Eficiencia de la estructura legal”.
En el primer caso México es situado en el puesto 75 y, en el segundo, en el 96. Venezuela ocupa, en ambos análisis, el último lugar.
En el apartado “Costos del crimen y la violencia para los negocios” se nos sitúa en el 119 y en el de “Fiabilidad en los servicios policiacos” México aparece, también, en el puesto 119 y, en orden a la “Confianza pública en los políticos” en el puesto 91.

Si es verdad, con Talleyrand, “que toda exageración es insignificante”, no hay duda de que en aspectos fundamentales de la estructura jurídico-política, es decir, en la base misma de la convivencia, indisociable de la igualdad ante la ley (la isonomía para los griegos de Aristóteles) las dudas sistémicas, kantianas, nos invitan a resistirnos a la intoxicación de que la violencia se genera, unilateralmente, en el narcotráfico
. Al contrario, es indispensable admitir que la estructura básica del orden jurídico-político, desde generaciones, revela una crisis básica que corrompe el orden social y la convivencia.
Inseparables, a la vez, de la fiabilidad en la justicia y en la verdad
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