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Dedazos a la democracia

Sergio Sarmiento
Jueves 22 de Enero de 2009
 
Vamos a honrar la tradición democrática del partido”, dijo el presidente del Partido Acción Nacional, Germán Martínez Cázares, el 12 de enero, al concluir una reunión del Comité Ejecutivo Nacional, para explicar por qué su organización está recurriendo al dedazo para seleccionar a cuando menos 194 de los 300 candidatos a diputados para la elección del 5 de julio de este 2009.

El presidente del PAN también dijo que la dirigencia nacional del partido designará directamente, esto es, sin pasar por un proceso democrático, a los candidatos que disputarán las 125 presidencias municipales y 75 diputaciones del estado de México que se dirimirán ese mismo 5 de julio. Esto se hará, dijo el presidente del PAN, “para postular buenos candidatos… candidatos que estén vinculados con la sociedad y que sean una garantía de éxito electoral.”

Parece paradójico, sin embargo, que el PAN quiera “honrar” la tradición democrática del partido imponiendo un proceso centralizado y antidemocrático de selección de candidatos. Pero al parecer así son las cosas en este partido, que ha tenido que modificar muchas de sus ideas democráticas ahora que gobierna el país.

Martínez recalcó que este proceso de selección de candidatos se ajusta a los estatutos y reglamentos del partido. Y, efectivamente, nadie está cuestionando este punto. Las reglas internas del PAN permiten la designación de candidatos por la dirigencia nacional sin pasar por ninguna elección interna. De hecho, si los estatutos no lo permitieran, el partido sería objeto de denuncias ante los tribunales electorales por los aspirantes rechazados y sin duda perdería los juicios correspondientes.

El problema no es de reglamentos sino de principios. ¿Realmente puede seguir insistiendo el PAN que constituye una opción democrática cuando no tiene procesos democráticos internos para seleccionar a sus candidatos?

La selección de candidatos y de funcionarios de partido se ha convertido cada vez más en el proceso fundamental que define a las organizaciones políticas de nuestro país. Los partidos se enfrentan a pruebas muy duras en estos procesos. El PRD sufrió un verdadero desastre en el 2008 cuando Jesús Ortega hubo de enfrentarse en una elección por la presidencia del partido al candidato de Andrés Manuel López Obrador, Alejandro Encinas. De hecho, es muy probable que el partido termine por dividirse como consecuencia de ese controvertido proceso.

Sin embargo, un partido no puede pretenderse democrático si no tiene la capacidad de adoptar procedimientos democráticos internos. El desastre del PRD no es un problema de la democracia, sino de la falta de respeto a las reglas de la democracia de muchos perredistas, que no han aprendido a aceptar el triunfo de un contendiente en una elección. El intento del PAN de nombrar a sus candidatos estrictamente por la decisión de un pequeño grupo de funcionarios vuelve también cuestionable el compromiso democrático de este partido, que desde su fundación afirmaba representar la vocación democrática de nuestro país.

Es claro que el 2009 será un año muy difícil para el PRD y para el PAN. El PRD participará dividido en la elección y López Obrador estará apoyando una alianza rival. El PAN tendrá que enfrentar los costos de la recesión, de la violencia de las ejecuciones y del simple desgaste de gobernar. Pero estos problemas no se resuelven cerrando la puerta a la democracia. Por el contrario, olvidar los compromisos democráticos es quizá la manera más fácil de agravarlos.
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