Hay dos epidemias en México: una de influenza; la otra, de rumores.
En los últimos días he recibido decenas de correos electrónicos que afirman que gobiernos, instituciones de salud y medios de comunicación están mintiendo al no reconocer lo que realmente está ocurriendo:
- Un ataque terrorista biológico que buscaba matar a Barack Obama en su visita a México;
- Una conspiración del gobierno de Estados Unidos para apoyar, con una epidemia inexistente, a la economía de su país o a las grandes empresas farmacéuticas;
- Una conspiración para ocultar los problemas que sufre el país y fortalecer al PAN en las elecciones del próximo mes de julio;
- Una conspiración del gobierno y los medios de comunicación para ocultar, al contrario de la versión anterior, la gravedad de una epidemia incontrolable que ha dejando millares de muertes;
- Una conspiración de los productores de res (o de pollo) para afectar a los porcicultores...
Asombra la capacidad de los bromistas y los locos para inventar conspiraciones, pero más la credulidad de la gente, que acepta cuentos inverosímiles y rechaza cualquier información que parezca "oficial". El problema es que, en este caso, la especulación o el engaño pueden terminar siendo peligrosos para la sociedad.
La ignorancia es frecuente consejera no sólo de la gente sin estudios sino también de quienes uno supondría mejor informados.
Las teorías de la conspiración no son siempre anónimas. Yeidckol Polevnsky, la senadora del PRD, ha declarado que existe la posibilidad de que "se haga crecer un monstruo para atemorizar a la sociedad y lograr así una cortina de humo que oculte los cierres de empresas y facilite la intención de dejar al Ejército en las calles".
El también senador Ricardo Monreal, hoy en el PT, ha declarado que "pareciera desproporcionada la alerta sanitaria que el gobierno federal ha puesto en marcha" (La Jornada, 26/04/09).
No sorprende que estos lopezobradoristas sugieran que el gobierno de Calderón es perverso, sino que supongan que ha logrado engañar a la comunidad científica internacional, a la Organización Mundial de la Salud y hasta al gobierno lopezobradorista del Distrito Federal.
Buscar provecho de una crisis es normal para los políticos.
Crisis como la que estamos viviendo pueden generar solidaridad e incluso aprendizaje.
Los mexicanos, por ejemplo, nos hemos vuelto más conscientes de los riesgos de las infecciones y de la importancia de la higiene. Pero las crisis son también ocasión para los peores atentados de políticos y vivales contra la inteligencia.