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Julio Ernesto Félix
El anuncio (o denuncia) que hizo el gobernador Padrés sobre el inmenso déficit financiero ocasionado por la administración de Eduardo Bours, ha recibido, como es lógico, los principales espacios en medios de comunicación y en el interés de la opinión pública sonorense.
Muchos de los que hasta hace poco cobraban importantes cantidades de dinero para publicitar los logros del boursismo, y minimizaban las deficiencias, ahora actúan en sentido contrario. Nada nuevo.
Tampoco es noticia que un gobierno entrante, apretado en lo financiero como es el actual, busque una justificación válida cargando culpas a su antecesor. Todos, o casi todos, lo hacen.
Pero ya que el nuevo gobierno fue claridoso al tocar el tema de las finanzas heredadas, lo menos que podría hacer es señalar con precisión los huecos, errores, malos manejos, derroches y, sobre todo, beneficiarios si los hubo, de este desorden fiscal que bien organizó el anterior gobierno.
Es obligación de la administración actual señalar los casos específicos que originaron el déficit y quiénes fueron los que cometieron excesos, cómo lo hicieron y por qué.
Sin embargo es casi seguro que esto no sucederá, porque la intención de Padrés no parece ser la limpieza de la casa sino el adorno superfluo para impresionar a las visitas.
Habrá sin duda más tela de donde cortar en los próximos días, dimes y diretes de funcionarios que dirijan su dedo acusador… al aire. Así se irá construyendo el discurso que justifique las carencias del gobierno actual y sus promesas de campaña no cumplidas.
Y quienes pensaban que este posicionamiento del gobernador Padrés iba a sacudir al grupo político pomposamente llamado “PRI Sonora”, pronto se darán cuenta de que no habrá culpables, sólo culpas. Y nadie será obligado a explicar dónde quedó la bollita de casi 1,500 millones de pesos.
Así es la política a la mexicana. Mucho sombrerazo, pero aquí no pasa nada.
