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Todo se compra y se vende, incluso los candidatos
Philip Kotler
Sin comentarios de por medio, el martes 6 de octubre los portales publicaron la nota curiosa… al término de las actividades cívicas, los alumnos de la Escuela 20/30, solicitaron que el Ing. Barro Borgaro “les diera” su autógrafo.
El munícipe se dejó querer y firmó gustoso el souvenir que los chamacos, formados en fila india, pedían a gritos.
La nota puede interpretarse como muestra inequívoca de la popularidad del alcalde cajemense, sin embargo, desde otra perspectiva, surgen explicaciones subyacentes en las que el hecho adquiere tonos distintos.
El Ing. Manuel Barro Borgaro, desplegó intensísimos recursos, de todo tipo, para proyectar socialmente la imagen del político con hechuras y fachada diferentes.
Dentro de esos lances de marketing político, Barro creó el doble vínculo de cercanía y confianza con sus potenciales votantes.
Aprovechar el hipocorístico “Manolo” con que es conocido entre los cercanos, en lugar de la formalidad que concede el uso del nombre Manuel, fue una de las principales estratagemas de popularización de cara al electorado.
En paralelo desplegó intensos blitz radiofónicos, entre los que sobresalía el intento de acercamiento con el grueso de los electores, recalcando su cotidianeidad de hombre próspero en los negocios.
¿Y eso, que tiene que ver con los autógrafos? Mucho, porque significan que Manuel Barro Borgaro vive a plenitud la fama ganada.
Hoy que Barro encabeza el gobierno de Cajeme, ahora que despacha con el nombramiento oficial de presidente municipal, el recuerdo reciente obliga a admirarlo, aunque no necesariamente tales ánimos posean el respeto que conlleva la investidura.
No es fenómeno de masas exclusivo de Manuel Barro, pero es el caso cercano, y el que nos ocupa. El marketing político se hace con las técnicas usadas con cualquier producto comercial puesto a la venta.
El afán de popularización que despliegan los políticos en tiempos de campañas electorales, los lleva a propalar conceptos que con frecuencia interfieren con la proyección social de la persona y el puesto competido.
Las técnicas mercadológicas con las que se publicitan los candidatos, a las que sin remedio se atienen las nuevas hornadas de políticos, no difieren gran cosa de las empleadas para posicionar cosméticos, condones, reinas de carnaval o a los cantantes de moda.
Por eso, no nada extraña que los chamacos le pidan autógrafos a Barro Borgaro. Los niños claman por los autógrafos, porque antes que acercarse al personaje importante, lo que les importa es conservar el recuerdo mínimo del personaje famoso.
¡UN CANDIDATO COMO TÚ! ¡VOTA POR ALGUIEN COMO TÚ! Rezaban los estribillos en la parte final de las intervenciones, o de los anuncios, que en campaña y ante los medios enarboló Manuel Barro.
¿Alguien pregunta por el ideario de “Manolo” Barro?, muy pocos, porque hacerse tal pregunta implica niveles de información, que por desgracia, corresponden al segmento poblacional que se asoman al mass media desde otros niveles de análisis o de reflexión.
Así las cosas, a poco menos de un mes de tomar posesión, son muchos los ciudadanos apantallados con el candidato triunfador, y pocos los cajemenses con interés genuino en el ideario político, o el plan de trabajo de la gestión para el trienio 2009-2012.
Pero el ejercicio del poder desgasta; la fama tiene su precio y tras la luna de miel, a Barro le llegarán nuevos desafíos, que de no actuar de inmediato, podrían tornarse difíciles o plagados de reclamos.
Las tercas realidades requieren actitudes proactivas, y acciones que aparte de correctas sean oportunas, porque de otro modo, es posible que pronto Barro sea urgido con reclamos más complejos que el simple garabato autógrafo.
A todos consta que Manuel Barro Borgaro es popular; a muchos, que es la autoridad más importante en el municipio. Sin excepción, todos deseamos que sea efectivo, y si es el eficiente servidor público que nos prometió, mucho mejor.
Saludos a los compadres de Quechehueca.
Jesús Noriega
