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Éramos la ciudad con mejor servicio de agua potable hasta hace seis años. Pero con la llegada de la administración municipal de Francisco Villanueva y Sergio Pablos al frente del Oomapasc, este privilegio de los obregonenses se fue diluyendo poco a poco.
Tal vez para el lector que vive en la zona céntrica o norte de la ciudad, esto no signifique gran cosa, pero si vamos a las colonias periféricas, donde vive la población de bajo recursos económicos, esto ha sido una pesadilla desde hace tres años, cuando empezó a presentar irregularidades el suministro de agua potable y todo se supeditó a los intereses del priísmo que gobernaba Cajeme.
Cortes sin previo aviso en las casas más humildes y en plena temporada de calor, temporada que aquí dura seis meses; pagos elevados sin razón alguna, fallas en la infraestructura del Oomapasc que seguido obligaban a los cortes en amplias zonas habitacionales, y sobre todo, una tarifa cada vez más alta, tal vez más alta de Sonora y de muchas partes del país.
La situación empeoró pero la inversión millonaria que el Oomapasc priísta hizo en publicidad impidió que la sociedad cajemense se enterara de la magnitud del problema. Como director del Organismo, Sergio Pablos fue muy bravo para ordenar cortes del suministro a la gente más humilde, y sostuvo esa actitud apoyado en el derroche de recursos financieros para pagos de publicidad, un derroche que en cualquier sociedad democrática y responsable le hubiera costado a Pablos si no un juicio cuando menos un señalamiento por manejo inmoral del recurso indispensable para la vida social.
Con la llegada de la nueva administración, se esperó que las cosas cambiaran para bien. Aún es muy temprano para valorar si las expectativas se cumplieron. El nuevo director general del Oomapasc, Pablo Willis, apenas tiene un mes en su puesto y es muy pronto para exigirle resultados. Es razonable darle un poco más de tiempo para que haga sentir su peso como responsable del Organismo.
Será una dura tarea para Willis, pero tampoco es algo imposible sanear el Oomapasc en todas sus áreas, no sólo en lo técnico sino de manera especial en el sentido social que perdió hace tres años para convertirse en un escaparate de exhibición de sus directivos.
Lo que pase con el agua es vital para la administración de Manolo Barro. En este rubro puede ganar o perder mucho de la confianza que le depositó la ciudadanía el pasado 5 de julio. Su director de Oomapasc es un joven bien intencionado y hasta donde sabemos, buen técnico. Pero esto, como en los cargos de Seguridad Pública, no es suficiente. Necesitan sacudirse la herencia priísta que mantienen en varios niveles, o correrán el peligro de que el agua les llegue al cuello.
Mientras tanto, los cajemenses seguiremos cantando la canción infantil: “Agua pasa por mi casa… agua turbia, mala y cara”.
