|
Jorge A. Lizárraga Rocha
Las calles son el primer contacto que el visitante, e incluso el habitante, tienen con la ciudad; así, al llegar a cualquier comunidad la primera impresión, positiva o negativa, se la lleva uno al ver sus calles.
Además, las calles deben servir para el buen desarrollo de las actividades cotidianas de todos los habitantes de la comunidad.
Por otro lado, las calles juegan un papel importantísimo en el estado emocional de sus usuarios.
Por ejemplo, quien camina por una calle limpia, bien cuidada e iluminada en las noches siente seguridad y hasta satisfacción de hacerlo, lo que le pondrá de buen humor y rendirá más en sus actividades diarias. En el otro extremo, quien se dirige al trabajo y tiene que caminar por calles sucias, abandonadas y sorteando mil obstáculos, llegará a su trabajo de mal humor y tenso, pues el camino no fue fácil.
Quizá se piense que se exagera en este segundo comentario; sin embargo, muy dentro de nosotros quedan retenidas imágenes en el subconsciente, si estas imágenes son negativas, quedarán grabadas y nos molestarán durante un buen rato.
Ahora bien, sin querer hacerle al psicólogo, ¿Qué podemos hacer para mejorar emocionalmente al transitar por nuestras calles?
Creo que la respuesta es muy sencilla: mantenerlas limpias.
Pensando en esa situación, y dado que vivimos, trabajamos y realizamos todas nuestras actividades en la ciudad, ¿Por qué no limpiar nuestras calles? Si se establecen estrategias congruentes y se logra la unidad de los habitantes de la ciudad por zonas, la labor de limpieza de calles se convertiría en algo muy sencillo de llevar a cabo.
Técnicamente esto es posible sin recurrir en gastos excesivos, e incluso sin necesidad de aumentar el número de unidades recolectoras, como se especificó en un proyecto de limpieza que en 1985 (¡¡hace casi 25 años!!) presentamos a las autoridades municipales de ese entonces con esperanzas de que se probara y aplicara. En dicho proyecto se especificaba que en alrededor de 30 a 45 días Ciudad Obregón podría recuperar la imagen de la ciudad más limpia del país, título que ostentó durante varios años en los sesentas.
En el proyecto mencionado se hacía ver que lo más difícil para lograr el éxito de una campaña de limpieza de calles, es el de conseguir que la gente participe activa y desinteresadamente en ella. Esta aseveración se comprobó fácilmente, pues ni las mismas autoridades municipales (de ese entonces) apenas revisaron el proyecto, y llegaron a la conclusión de que no era posible llevarlo a cabo pues se tendría la oposición de algunos sectores de la ciudadanía.
La pregunta es, ¿Será posible que dadas las condiciones actuales, en la que la ciudadanía está más consciente de la importancia de tener un medio ambiente limpio, se pudiera llevar a cabo una campaña de limpieza de la ciudad con su participación activa?
Yo pienso que sí, ya que el esfuerzo para limpiar nuestras calles debe ser constante y de todos, y no dejarnos llevar por puntos de vista negativos al respecto. Creo que pocas cosas se pueden decir en contra de cualquier actividad tendiente a lograr que las calles de una ciudad se mantengan limpias; y mucho menos si esa ciudad es NUESTRA ciudad.
El problema de la limpieza de las calles de la ciudad estriba en ¿Por dónde empezar? Quizá la respuesta que aflore en cada uno de nosotros será ¡Por mi calle! Pues bien, cada uno de nosotros puede empezar su propia campaña limpiando el frente de su casa; sin embargo, el chiste no está en que cada quien barra el frente de su casa y parte de calle que le corresponde, sino que una vez acumulada la basura, ésta sea recogida por los encargados del Ayuntamiento y transportada a los sitios de disposición final.
Por lo anterior, la decisión de “Por dónde empezar” también deberá ser tomada por los encargados de recolectar la basura, para lo cual se necesita un plan de acción bien definido.
Por otra parte, existen zonas “conflictivas” dentro de la ciudad en lo referente a la limpieza de calles, callejones y banquetas, zonas donde se deben tomar acciones inmediatas al respecto. Una de ellas, en las que se ha acrecentado y seguirá acrecentándose el problema en esta época consumista navideña es la zona del Centro de la ciudad, específicamente en los alrededores al Mercajeme.
Otra zona con problemas es la zona comercial de la calle California, la cual tradicionalmente ha sido sucia, esto dicho sin tratar de ofender a nadie; la plazuela desde que tengo memoria de mi estancia en Ciudad Obregón (1982) pocas veces la he visto limpia.
Ahora bien, ¿Qué se podría hacer para que estas zonas conflictivas mejoraran su aspecto? La respuesta es sencilla: los comerciantes podrían ponerse de acuerdo y poner más botes de basura bonitos (hasta donde sea posible) y vigilar que sean bien usados; además deberían mantener siempre limpio el frente de sus negocios, lo que mejoraría su imagen y quizás hasta atraería más clientela. Por otro lado, se debería motivar a la gente a que mantenga limpia la banqueta y las calles.
Parecen soluciones demasiado simplistas, pero de todos es sabido que los grandes problemas se deben resolver con soluciones simples. Así, ¿Qué es lo más sencillo para mantener limpia una calle? ¡NO ENSUCIARLA!
