La pregunta puede sonar morbosa, a decir verdad no quería escribir sobre esto, pero hubiera sido una cobardía no hacerlo, o por lo menos me sentiría mal conmigo mismo si no lo hago. Quizás este escrito no lo mande para su publicación, pero tengo que sacar esto de mi pecho.
¿Qué pasa cuando agreden a una persona en un antro? Sabemos que pasa cada rato, lo leemos en la prensa, pero si esa persona no es persona pública, solamente se le dedica un escueto mensaje al respecto, el cual obviamente sus allegados atesoran y compran el periódico, varias copias para mandárselas a sus familiares y amigos comunes del agredido, ven la nota en la tele o la escuchan en la radio, si es que la pasan y de ahí no pasa. Al día siguiente los voceadores de periódicos van, en su vochito y con el equipo de perifoneo a todo lo que da, al vecindario donde ocurrió el suceso o por donde vivía la víctima, a vender periódicos, lo que logran con extrema facilidad. Las investigaciones relacionadas con el caso serán escuetas y con suerte o por error de los agresores, se les encontrará y seguirán el proceso penal correspondiente.
Si la persona agredida es conocida, digamos un maestro universitario que dedica su vida a la enseñanza, la prensa le dedicará un poco más de espacio y seguramente iniciarán su relato con una serie de preguntas, entre las cuales sobresaldrán ¿Y qué andaba haciendo un maestro en un antro? ¿A esas horas? Claro que esta suposición de que a un maestro le pase un suceso de esta naturaleza es muy aventurada, pues para empezar no tendría dinero para pagar los altos precios de visitar estos lugares “exclusivos” para gente con dinero, pero sigamos con esta hipótesis descabellada. Algunas personas se indignarán, sobre todo sus compañeros de trabajo, maestros universitarios la mayoría, sus alumnos y exalumnos, quienes le vivirán agradecidos por el resto de sus vidas, aunque no lo manifiesten, pero muy dentro de su corazón lo seguirán recordando durante toda su vida. Los perifoneos sobre el asunto se irán a los alrededores de la universidad en la que laboraba la víctima, y con suerte tendrán ventas fuera de lo ordinario, pues la comunidad académica querrá enterarse de los sucesos; en la radio y la tele se harán algunos comentarios escuetos. En un par de días el suceso se olvidará y la vida seguirá su curso normal, solamente el problema se vendrá para los administradores de la escuela para encontrar un sustituto del maestro agredido. La prensa olvidará el suceso y buscará otros antros de donde sacar noticias. Las investigaciones serán más a profundidad, por la presión de la comunidad universitaria, si se llegara a encontrar a los agresores se les presentará a los medios para que sean conocidos o, “si los conocen y tienen algo que denunciar sobre ellos, lo hagan”.
Si la persona agredida fuera un funcionario público, conocido y con un puesto más o menos atractivo o de conocimiento de la población, la situación cambiará un poco o un mucho. La prensa le dedicará ahora sí más espacio y seguramente, como en el caso anterior, iniciarán su relato con una serie de preguntas ¿Con qué dinero andaba en el antro? ¿Quiénes eran sus acompañantes? Las autoridades se indignarán y prometerán una investigación a fondo hasta llegar a la verdadera razón para la agresión, “caiga quien caiga”. Al día siguiente en las oficinas de gobierno no se trabajará (como si esto fuera novedad) pues los empleados pasarán todo el día comentando y leyendo las notas periodísticas relacionadas con el caso, haciendo mil elugubraciones sobre los verdaderos motivos de la agresión, sus antecedentes y sus consecuencias. Los periódicos se venderán como pan caliente en los alrededores de las oficinas adonde laboraba la víctima. Las investigaciones serán todavía a más profundidad; sin embargo los resultados no se darán a conocer para “no interferir con su desarrollo”, al cabo de unos días el caso ya no será tratado en los periódicos ni en la tele ni la radio.
¿Si el agredido fuera un conocido deportista que destacaba en el medio nacional? ……