Desde el temido, pero siempre fascinante Distrito Federal, te envío este escrito amigo Sergio, para que si lo consideras adecuado lo publiques en tu prestigiado espacio electrónico. Ya tenía días, creo que casi dos semanas, que no te mandaba ninguna colaboración escrita, la razón es trivial por lo que ni vale la pena comentarla.
La cuestión es que ando por estas tierras del altiplano, deterioradas por los desastres naturales que en forma excesiva de agua han afectado y destrozado a algunas partes de la zona metropolitana. Pero, esta magnífica ciudad sigue funcionando a pesar de todo y quedé maravillado de un viaje que hice por el Metro desde cerca de la Ciudad Universitaria hasta llegar al centro para recorrer sus calles, con sus edificios coloniales y colosales, joyas arquitectónicas que deveras vale la pena detenerse a admirarlas, entre ellas ocupa el primerísimo lugar la Catedral Metropolitana, con su vecino anterior, el Templo Mayor, y su magnificencia.
Mi esposa y yo tuvimos la suerte de que en el Palacio de Minería de la Facultad de Ingeniería de la UNAM está presentándose, como todos los años desde hace más de 35, la Feria del Libro, pudimos recorrerla en alrededor de dos horas; después vimos una exposición de diseño de muebles de los años de 1930 a 1970 que nos entretuvo y nos hizo recordar tiempos pasados. Posteriormente y después de comer en uno de los restaurantes clásicos del Centro, pagando ¡$52 pesos! por una comida corrida, fuimos a la Villa de Guadalupe, emocionándonos de ver el fervor con que el pueblo mexicano, y nosotros entre ellos le guardamos a su imagen.
Finalmente volvimos a tomar el Metro para regresar al sur de la ciudad; experiencia en la que pudimos constatar la imaginación de los distritofederalenses para sobrevivir y acercar a sus hogares algo de dinero.
Durante los recorridos en el Metro, se subieron una cantidad de vendedores de los cuales perdí cuenta, pero todos ellos ofrecieron sus mercancías, y todas ellas con un precio de ¡$10! Permítanme amigos darles la lista de lo que pueden comprar con diez pesos (diez varos en lenguaje distritofederalense), si es que me acuerdo de todas las ofertas que nos hicieron a los usuarios del Metro:
CDs en formato MP3 con 190 y otros con 240 canciones de un gran número de intérpretes de moda. Cada vendedor y vendedora traía una mochila con unas bocinas que permitían escuchar la música ofertada.
CDs con 25 Videorolas de los mejores exponentes de la Cumbia. El vendedor traía un toca-CDs y bocinas para mostrar y escuchar los videos ofertados.
Un libro con todas las reglas de ortografía y escritura, dictadas en forma magistral por el chavalo que lo ofrecía.
Otro libro con recetas de cocina mexicana, desde tamales hasta pozole y una variedad representativa de la riquísima cocina de nuestro país.
Paquetes de agujas (dos paquetes por $10) tanto para coser a mano como en máquina.
Lupas para leer la letra chiquita, ayudar la vista cansada, hacer experimentos científicos y otras treinta cosas.
Marcadores indelebles para etiquetar sus CDs, cartones, libros y lo que se le ocurra.
Paquetines con Lunetas M&M de bellos colores y sabrosos sabores.
Un cantante con guitarra y flautas pegadas a ella, haciendo equilibrios envidiables, después de interpretar varias canciones lationamericanas ofreció un CD con la mejor música mexicana y lationamericana posible.
Agendas del año 2010, con un par de meses usados.
Pero lo más impresionante de todo esto, es la forma de hacer la promoción por cada uno de los vendedores y vendedoras, más de 100 publicistas “estudiados” desearían tener la facilidad para promocionar sus productos como lo hacen los vendedores del Metro del Distrito Federal.
Amigos, cuando vengan al DF, si van a viajar en el Metro, procuren traer suficientes monedas de a 10 varos para aprovechar las ofertas, y pocos escrúpulos para comprar mercancía pirata.