Jorge A. Lizárraga Rocha
Desde hace tiempo había tenido la curiosidad de conocer más sobre lombricultura, incluso visité algunos campos en donde se practica con fines comerciales, lo que se me hizo muy interesante, pero en ese momento pensé en que las posibilidades de éxito comercial son muy bajas, lo escuché de quienes se dedican a esa actividad. Sin embargo, la importancia del papel que juegan las lombrices en los ecosistemas trasciende, y por muchísimo, la posibilidad de poder hacer negocio con ellas.
Estudiando un poco sobre ellas, leí que Charles Darwin, creador de la teoría de la evolución de las especies, descubrió que las lombrices de tierra forman anualmente un milímetro de la superficie del suelo a nivel global, lo que es algo verdaderamente majestuoso; además durante su corta vida (corta para nosotros) renuevan el suelo aireándolo con sus galerías, mezclan las partículas del suelo con la materia orgánica suministrando nutrientes al suelo, y al morir se reincorporan al suelo junto con el humus producido por ellas y vuelven a iniciar el ciclo alimenticio del cual dependemos.
También leí que desde los años 40 se cultivan en cautiverio para producir humus para las actividades agrícolas y de jardinería principalmente. En 1993 tuve la oportunidad de viajar a Colombia y me di cuenta de lo avanzado que estaban desde entonces en la práctica de la lombricultura y que la producción de flores en Colombia (uno de los principales productores a nivel mundial) está basado en gran parte en la lombricultura.
En diciembre fui a visitar a la familia a Guadalajara y vi cómo el Toño mi sobrino está practicando la lombricultura en el patio de su casa, actividad que aprendió en un curso que la Universidad de Guadalajara impartió el año pasado.
Con el gusanito (mejor dicho la lombriz) de la curiosidad en mi mente, decidí empezar a practicar la lombricultura en el hogar y en lo poco que llevo haciéndolo he descubierto aspectos interesantísimos sobre esta actividad.
La inicié yendo de “cacería” de lombrices a su hábitat natural, y con Manuel y Francisco fuimos a una huerta de naranjas por allá del rumbo de Los Hornos y al lado del río Yaqui, cerca de un corral de caballos, recogimos unas 40 ó 50 lombrices, las pusimos en baldes con tierra de ahí mismo y las traje para mi casa. Las puse en unas javas que ya no servían y las cubrí con bolsas de plástico para retener la tierra y el agua para que ahí tengan las lombrices su nueva casa.
Hasta el momento todo va muy bien después de 2 semanas de tenerlas, cuidarlas y observarlas. Las estamos alimentando con los residuos orgánicos que generamos en la casa, exclusivamente cáscaras de verduras y frutas producto de las sobras de la comida diaria.
Todo el proceso ha sido gratuito, el único precio que se ha tenido que pagar es el de dedicarles un ratito cada día para ver que todo esté bien con ellas.
Por otro lado, lo que he aprendido de tener a estos maravillosos animales en mi casa está siendo invaluable.
Aprendí que su estructura fisiológica es muy sencilla, a diferencia de la mayoría de los animales no tienen cabeza ni tronco, en la región anterior está la boca y en la posterior el ano; el clitelo es la región glandular en la que se segrega una sustancia mucosa que forma los huevos o capullos para nuevas lombrices. Las lombrices son hermafroditas, es decir tienen los dos sexos (ovarios y testes) pero no pueden reproducirse solas, tienen que aparearse con otra de su misma especie para intercambiar esperma, lo cual hacen superponiendo cuerpo con cuerpo una al lado de la otra con la parte de las regiones anteriores invertidas. En esta unión interviene el clitelo, se fijan fuertemente y segregan una sustancia mucosa que cubre esta parte de sus cuerpos durante su unión; así se forma un surco por el que circula el esperma de una a otra, así las dos quedan “cargadas” con esperma, el cual almacenan hasta la formación de los capullos. Al paso del tiempo las células reproductoras femeninas son transportadas desde los
ovarios por conductos a las aberturas genitales externas para ser depositadas en el suelo, cada lombriz deposita un capullo fértil por día, el cual contiene hasta cuatro lombricitas, pueden poner entre 180 y 200 capullos en su época reproductiva. Las lombricitas duran en salir del capullo de 7 a 21 días, dependiendo de la temperatura ambiental y la humedad; en 90 días llegan a la adultez.
La lombriz respira como los peces, tomando el oxígeno del agua que humedece su piel, por eso siempre debe estar húmeda.
El humus de lombriz es de color oscuro, y es el resultado de la descomposición de la materia orgánica formado por las excretas de la lombriz y es asimilable fácilmente por las plantas pues su estructura es muy sencilla.
De esta manera las lombrices juegan un papel primordial en la producción de alimentos para los organismos más complicados que no podemos asimilar otras formas de comida. Por lo anterior, considero que debemos cuidarlas de manera especial, sobre todo en su entorno natural, evitando descargar mugres que no sean asimilables por ellas, como productos químicos y sustancias artificiales que les eviten desempeñar su labor vital para nosotros.
Les invito a que practiquen la lombricultura en el hogar, aunque no vayan a utilizar las lombrices para grandes superficies de terreno, el solo hecho de tenerlas y observarlas servirá para que nos demos cuenta de lo frágiles que somos los humanos como una especie más en nuestro planeta y que dependemos de organismos tan sencillos como las lombrices para nuestra supervivencia.
Si les interesa el tema, con gusto les pasaré información básica para el inicio de la lombricultura en el hogar. Por medio de correo electrónico les puedo mandar dicha información, lo demás dependerá de ustedes. Mi correo es nuestroambiente10@hotmail.com . En escritos futuros les platicaré de cómo se siguen desarrollando las lombrices que empecé a cuidar hace dos semanas.