22 de marzo, Día mundial del Agua
“No es tu responsabilidad terminar la tarea de perfeccionar el mundo, pero tampoco debes permanecer indiferente”
Pirkei Avot
El lunes 22 de marzo se celebró el día mundial del agua. La fecha llama a la reflexión y al análisis sobre todo, en medio de la polémica por la construcción de un acueducto que, según algunos, sería la solución a los problemas de escasez en algunas regiones del estado. El problema de fondo no se ha analizado desde la perspectiva del impacto ecológico y nadie ha mostrado estudios serios al respecto.
Aunado a ello, nadie garantiza el suministro de agua suficiente para su almacenamiento en ninguna de las presas del estado de Sonora (¿quién puede asegurarnos que lloverá lo suficiente en los próximos años, cuando todo parece apuntar hacia una sequía prolongada?) Tampoco se ve como plausible la perspectiva de una desaladora, no sólo por lo costoso de su construcción, sino también por los daños a los ecosistemas de nuestras costas.
Lo que sí es cierto, es que el problema se ha politizado (como suele suceder con este tipo de polémicas) a tal punto, que lo único que ha generado es más división en nuestro ya de por sí fragmentado estado. Y cuando digo fragmentado, me refiero justo a eso, a que cuando se trata de ver por el bienestar común o de la solidaridad con los demás (como el caso de la guardería ABC), casi nadie está dispuesto a apoyar o a cooperar, pero cuando se trata del propio interés, ahora sí, se toma partido, se pegan calcomanías en los carros, se pagan anuncios espectaculares y se convoca a marchas (esas sí) multitudinarias.
Pero, independientemente del Novillo, de la construcción de otra presa, o de la desaladora, el verdadero problema del agua, somos nosotros, todos los habitantes del planeta, de nuestro país y del estado de Sonora.
En México no existe una cultura ambiental y, por ende, del cuidado del agua. Somos uno de los países que más desperdicia el vital líquido. No está en nuestras prioridades cuidar el agua y cada minuto de desperdician en el país millones de centímetros cúbicos por fugas y por consumo excesivo. Damos por hecho que el agua “siempre va a estar allí”, ¡nomás con abrir la llave! Por supuesto que no es así.
La ignorancia, la falta de cultura de la prevención, la abundancia de la que gozan algunos (en contraste con la escasez de que sufren muchos más), pero, sobre todo, la falta de respeto por la naturaleza y sus recursos, en general, son los verdaderos enemigos del agua.
Es increíble ver cómo, todos los días, por todas partes, se “tiran” literalmente miles de metros cúbicos de agua. Aquí, en nuestra querida Cajeme, por ejemplo, los agricultores desperdician casi el 40 % del agua de riego. Y, si bien es cierto que se necesita que el agua vaya hacia el mar para que se complete el ciclo del agua con la evaporación, también lo es que, al menos una gran parte de esa agua, podría contenerse y re utilizarse haciéndola llegar a muchísimas familias del valle que carecen de ella.
El municipio hace también lo suyo y ¡vaya que si lo hace! Regando a todas horas del día camellones de la zona norte, como el de la Náinari, en el tramo que comprende de la Coahuila hasta la Quintana Roo a chorro suelto incluso en días de lluvia y, lo peor, causando tremendos baches a la orilla de la calle por los que uno cae, irremediablemente, dañándose nuestros carros, ya que gran parte del agua cae ¡hacia la calle! ¡Increíble!
Además, por todas partes hallamos fugas, llaves abiertas en jardines y parques públicos, señoras regando sus jardines e incluso las paredes de sus cocheras con la manguera, señores lavando sus camionetotas también con la manguera, abundan los car-wash, que desperdician muchísima agua.
Pero lo más trágico y lo que causa más temor, son las respuestas que da la gente cuando se le cuestiona al respecto: “Porque yo la pago”, “porque me encanta ver todo regadito”, “porque tenemos mucha”, o, peor aún, “porque ahí se la echan los que no tienen” ¡Qué vergüenza! ¡Qué falta de respeto y de solidaridad con nuestra misma gente!
En los discursos políticos, como siempre, se acude al tema del agua para ganar simpatizantes prometiéndoles a éstos que “jamás faltará el agua en sus comunidades” (como si los políticos fuesen una especie de dioses omnipotentes que pudieran hacer surgir agua de las piedras). Y, como suele suceder, una vez en sus puestos, los políticos se dedican a aumentarse los privilegios y los sueldos, a ausentarse de sus curules y a decirse de majaderías ante el mundo dando un espectáculo deprimente y vergonzante.
Ante este desalentador panorama, no nos queda más remedio que esperar lo peor. Muchos de los grandes sociólogos contemporáneos, entre ellos el muy respetado y acertado Isaiah Berlin, predijeron, hace más de 3 décadas, que las próximas guerras mundiales serían por el agua.
Y a eso estamos asistiendo hoy, justamente a una década de iniciado el siglo XXI. Hace poco leía en La Jornada, una noticia en donde miembros de una misma familia, se amenazaban de muerte por la posesión de un pozo en una comunidad del sur del país. Pero aquí también ya está sucediendo. Y, ¿qué derecho tendríamos a juzgarlos? ¿No habremos sido nosotros mismo los causantes de semejante barbarie? Así que, ¿por qué no habría de ser usted la víctima de alguno de sus parientes por la posesión de lo que será, en un futuro muy próximo, lo más preciado para todos?
Así que, antes de emitir un juicio respecto de cuál es la solución más viable a los problemas de la escasez de agua, primero comencemos por reducir nuestro consumo a nivel personal y doméstico. Segundo, exijamos al gobierno campañas en radio y televisión para promover el cuidado del agua. Y, por último, reportemos fugas, arreglemos las nuestras y denunciemos a quiénes abusan del consumo del vital líquido a las instancias correspondientes y exijamos que se les sancione.
El agua es el más preciado de los recursos. Es un regalo de vida y, si en verdad apreciamos la vida, no sólo la nuestra sino la vida en todas sus formas, tenemos obligación de cuidarla como si cada gota fuese la última, porque tal vez muy pronto lo sea.
Teresa de Jesús Padrón Benavides
teresa_padron@hotmail.com