Por Jesús Noriega
Guerra de spots y carruseles de palabras mercenarias. La voz, la palabra hablada convertida en arma filosa que contiende con incorpóreos y ubicuos adversarios.
Una voz ronca, de hombre sonorense, Adalberto Rosas, invita en buenos términos a la sede del Teatro del ITSon a iniciar la “Mega-marcha” el día 5 de marzo a las 4 de la tarde; sin decirlas, invoca las sinrazones del acueducto El Novillo-Hermosillo.
En todas las estaciones pasa: aún resuenan los ecos de la voz de Adalberto y de inmediato surge otra voz, también, resaltando el sonsonete sonorense; en términos respetuosos y en nombre del “Movimiento Más-agua-para-todos” invita a la concentración del día sábado 6 de marzo, a las 4 de la tarde, en inmediaciones del Palacio Municipal y perfila los beneficios del Sonora SI.
Luego el impasse de los mensajes comerciales de todos los días. Apenas reinician los programas noticiosos con micrófonos abiertos y a la guerra de spots le sigue la guerra de voces.
Las radiodifusoras de Cajeme están contentas. Los intereses comerciales de las empresas, aunque a los locutores se les “queman las habas”, aparentemente no responden a afinidades específicas.
Carruseles de voces nerviosas, inéditas en radio, o de voces habituadas a la intervención radiada, que consumen los tres minutos rigurosos a cada intervención.
Uno tras otro ciudadanos que se sienten con valor, o fueron instruidos para ello, toman por asalto los espacios que los conductores normalmente destinan a leer noticias. En las ondas hertzianas debate el ciudadano promedio, y a veces también se despotrica contra las razones de los bandos: los que dicen “NO a El Novillo” y los que afirman “Sí al Sonora SI”.
¡Qué barbaridad! Es casi imposible darle crédito al simplismo de las desavenencias: ¡Dos bandos provocados porque hay un grupo de ciudadanos inconformes con un programa de gobierno!
Este desmembramiento de los cajemenses refleja la notoria incompetencia política de los instrumentadores de las políticas de gobierno, así como la actitud refractaria de una parte importante de los productores agrícolas del Valle del Yaqui.
Hoy apareció otra modalidad de la estrategia mediática: a la voz cascada del locutor, sumaron la voz seductora de quien se anuncia “Chuy Vega y Los Nuevos Cadetes” –cantante popular de la región– quien invita a la marcha de apoyo que encabeza el Sonora SI, prometiendo que entonará sus canciones “desde la primera hasta última” en el mitin sabatino.
A los trastupijes mediáticos habrá que buscarle orígenes en las tácticas de la propaganda goebeliana, planeadas por los sesudos geniecillos que asesoran a quién sabe quién. No hay atajos morales en la tal propaganda. Así como los genios asesores saben que Hermosillo necesita agua, debieran recapacitar que también los sonorenses necesitamos tranquilidad.
El progreso de Sonora no puede fincarse en egoísmos que esquemáticamente dividan habitantes en malos y buenos. Están llevando a la sociedad a remedos de lucha de clases, en donde unos señalan al grupo de los “ricos resentidos” que niegan agua, y otros, apuntan dedos flamígeros a los convenencieros que se alían conforme a ventajas o ganancias.
Ni chicha ni limonada ni agua. El margallate del acueducto ya tiene perdedores. La gran víctima, porque los días de luna de miel del Ing. Manuel Barro –le gusta que le digan “Manolo”- con el poder, van en caída libre. Los inconformes le alzaron la bandeja de las confianzas, y tanto él como su grupo político, en cuanto al tema acueducto El Novillo-Hermosillo, en este momento difícilmente serían interlocutores aptos.
La triste noticia de hoy, mientras llega la “Mega-marcha” es que la propaganda y la contrapropaganda en torno al Sonora SI ya dividieron a Cajeme. La sociedad cajemense envuelta, o revuelta, en las desavenencias de los grupos del poder y el dinero. ¡Aguas señores con el agua! La sed de Hermosillo debe calmarse, pero no a costa de la sangre de Cajeme.
Nota al calce: Dos de Obregón hablaron a la radio y protestaron tibiamente, dijeron que andando calles de Hermosillo, el amorfo y cobarde ente anónimo de siempre, los abucheó, descalificó y llenó de mentadas, por el simple hecho de ser cajemenses. Es que, dijeron que viajaron a Hermosillo y los autos portaban –del miedo las quitaron– calcomanías beisboleras de Los Yaquis.