Ahora que se ha intensificado la polémica en torno a la construcción o no del acueducto el Novillo y en razón de que hay por ahí algunas voces que insisten en señalar que la crisis de la falta de agua en Hermosillo se dejó llegar por la falta de atención de los pasados gobiernos priistas, les tengo el siguiente diálogo, como muestra de que las sequías no son de ahora, han existido de siempre en el territorio lo que deja en claro que Sonora es y seguirá siendo un estado semi desértico con escasa frecuencia de lluvias en el que siempre estará presente el fantasma de la sequía o falta de agua.
Es 1974. El entonces presidente de la república, Luis Echeverría Alvarez va a bordo del avión presidencial en vuelo de Chihuahua a la ciudad de México.
En los momentos en que la nave enfila con rumbo al sur, Luis Echeverría le ordena al jefe del Estado Mayor Presidencial, cambiar el rumbo del vuelo.
-Ordene al capitán que vamos a Hermosillo -dice Echeverría al militar que le mira con ojos de asombro, ante el inesperado cambio de planes.
-¿Perdón? -pregunta el general, como queriendo rectificar la orden presidencial.
-A Hermosillo, general. Vamos en ayuda del gobernador Carlos Armando Biébrich, la sequía está haciendo estragos en Sonora -le precisa Echeverría al jefe del Estado Mayor.
Y giró una segunda instrucción don Luis: -En tanto, comuníquese con el gobernador e infórmenle que vamos para allá en estos momentos.
Desconozco si por aquellos días ya funcionaba el FONDEN (Fondo Nacional para los Desastres Naturales) o si se hacía necesario cumplir con la enredosa tramitología para lograr que gobernación pusiera los ojos en el estado en desgracia y después declarar el estado de emergencia, solicitado por Padrés hace ya algunos meses.
Ni por asomo se aparecían los tandeos puestos de moda por la alcaldesa María Dolores del Río, mismos que desaparecieron como por arte de magia una vez que llegó al cargo el priista Ernesto Gándara. Bastó ver la mortandad de ganado provocado por la falta de lluvias para que Echeverría diera el golpe de timón que en cuestión de minutos lo puso en tierra sonorense y, una vez en tierra, encararan juntos, la grave crisis por la falta de agua en Sonora.
Para los que apuntan, el referido diálogo se consigna en el libro “Biebrich, Crónica de una Infamia”, escrito por el desaparecido periodista Jesús Blancornelas, quien siguió muy de cerca la amarga experiencia que le tocó vivir al ex gobernador, Biébrich quien tan solo permaneció dos años en el cargo luego del posterior enfrentamiento político que le tocaría sostener en contra del sistema, encabezado en esos momentos por Echeverría Alvarez. Hasta el momento, que se sepa, ninguno de los dos ha roto el silencio en ese sentido y hasta la fecha, son muchas las dudas que existen en torno al sismo político que estremeció el tejido social y político sonorense. Pero de que las crisis por la falta de lluvias no son de ahora, ni quien lo dude, como tampoco es cierto la falta de interés de los gobiernos priistas y la mejor muestra es que, desde los tiempos del gobernador Félix Serna, se ha venido insistiendo en la creación del Plan Hidráulico del Noroeste, misma insistencia que priva hasta nuestros días.
FIERRITOS EN LA LUMBRE
En referencia al comentario o, más bien queja, que nos hacían llegar en días pasados algunos contadores y gestores en el sentido de que la Agencia Fiscal del Estado ha dejado de recibir los pagos en cheques que no vayan certificados, lo que según ellos, implica un retroceso de por lo menos, unos 40 años, estos han vuelto por sus fueros pero para aclarar que la certificación de marras ni siquiera se contempla en la ley de ingresos hacendarios por lo que resulta más que obsoleta. Es muy posible que el caso de Pedro Mexía, el ex regidor que ayer convocó a los miuras de la prensa local para arrancar de su ronco pecho que va por la dirigencia del PRI municipal, vaya a levantar enorme polvareda que en un descuido, ésta se pueda apreciar desde las faldas del cerro de la campana y en un descuido, hasta en el edificio del PRI estatal en donde aun despacha el diputado, Roberto Ruibal Astiazarán. Según explicaba don Pedro, ayer, su estrategia consiste en adelantarse – al que madruga, ¿lo madrugan, o le amanece más temprano?—a los tiempos y a la propia convocatoria que según él, tendrá que aparecer de un momento a otro si, como se entiende, el actual líder del PRI, José María Parada, tendrá que entregar la estafeta en Mayo próximo. ¿Será?
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