Hace algunos meses inició una gran polémica en el Distrito Federal a raíz de la la ley para el matrimonio entre personas del mismo sexo, así como la adopción de menores por parte de dichas parejas.
Recuerdo que en ese momento el primer sector en estar en contra fue la iglesia, argumentando faltas a la moral y a la ética que ponen en riesgo la integridad de la familia.
La religión en nuestro país tiene un peso muy grande, ya que en una gran porcentaje la ciudadanía profesa la religión católica, si bien es cierto no es la única pero si la dominante.
El que este organismo se proclamara en desacuerdo ante el decreto, originó en distintos sectores una gran polémica, dividiendo las opiniones a favor y en contra del mandato legislativo. Se llegaron a emitir comentarios sobre la inseguridad de los infantes al estar a cargo de personas del mismo sexo, ya que según los críticos las “perturbaciones” de los padres podrían ocasionar un abuso al niño.
En su momento comenté el desacuerdo que me causó esta postura de la iglesia, porque las personas con identidad homosexual tienen los mismos derechos y obligaciones que una persona heterosexual; siempre nos han mencionado en todo lo concerniente a la religión que todos somos hijos de dios, que todos somos IGUALES, y me pregunto ¿acaso las personas homosexuales no son parte de ese TODOS?
Después de este escándalo nacional, resurgieron en los medios de comunicación demandas penales por abusos de índole sexual a niños por parte de miembros de la iglesia católica y en diversas partes del mundo, estando presente México y en apariencia también Cajeme. Esta ventilación de todos los sucesos que inmiscuyen a sacerdotes pederastas han fracturado la imagen de la iglesia frente a la sociedad, ya que un sector de ésta se ha manifestado en contra de estos acontecimientos, lo cual ha provocado que los máximos representantes de la iglesia católica salgan a dar la cara por todos estos acontecimientos.
Si bien es cierto mi intención no es crucificar de ninguna manera a la iglesia católica, pero sí pretendo cuestionar su postura ante el decreto realizado en el DF. En su momento me pareció muy infantil esta postura, algunos argumentaban la preocupación porque los niños sufrieran de algún tipo de maltrato sexual por parte de alguno de los integrantes de la pareja homosexual por su “desviación”; el caso de los sacerdotes pederastas demuestra que desafortunadamente el problema está en todos lados, no solo en personas que manifiestan una preferencia homosexual.
De antemano sé que este es un tema que causa un sinfín de controversias en cada uno de nosotros, hablar de religión es algo muy complejo. Antes de terminar este escrito me permití compartirlo con una gran amiga para conocer su opinión de lo antes plasmado, concordamos en la complejidad del tema, las distintas perspectivas que se tienen que ver cuando se habla de religión y sobre todo lo que puedes aprender de los iguales, esto hoy lo aprendí de ella.
Para una sociedad como la nuestra, es necesario hacer una conjunción de todos los sectores sociales para trabajar en el mismo camino en busca de la mejora de nuestro país, sin ningún tipo de discriminación, absorbiendo lo que para muchos es la enseñanza más importante que te da la iglesia, la fe en las creencias que están basadas en un legado de paz, igualdad y bienestar común.