Todos sabemos que el agua es uno de los tres elementos de nuestro planeta esenciales para la vida, los otros dos son el suelo (o tierra) y el aire; sin estos tres elementos, actuando simultáneamente junto con la radiación solar, la vida como la conocemos no sería posible.
Recordemos que el agua fue uno de los primeros componentes de nuestro planeta tierra después de que se empezó a enfriar, lo que permitió que se dieran las condiciones para la generación de la vida; gracias a la conjunción del agua con el suelo y el aire, se dieron las condiciones para que se desarrollaran las primeras formas de vida microscópicas, las cuales fueron evolucionando hasta llegar a formarse plantas, las que por medio de ese proceso divino llamado fotosíntesis son el sustento de todas las formas de vida terrestres conocidas por nosotros. La producción de nuestros alimentos depende de que esta conjunción se dé de una manera sana. Este es el verdadero valor del agua.
En la historia de la humanidad al agua sí se le ha dado su verdadera dimensión en valor, basta con ver que todas las comunidades, por pequeñas o gigantescas que sean o hayan sido, se ubican por necesidad cerca de las fuentes de agua; incluso algunas de las deidades de muchas culturas incluyen al agua en un papel principal. Mahoma bendijo el agua, Jesucristo la utilizó para enfatizar la presencia de su Padre entre nosotros, los Mayas y todas las culturas prehispánicas la deificaron como base de su sustento.
Sin embargo, y por alguna razón que nunca he logrado comprender, me da la impresión que en la sociedad moderna al agua ya no se le asigna el verdadero valor que debe tener, se le considera como un medio para conseguir otras cosas que al final, e irremediablemente, se valoran con dinero. La base de la economía de todas las sociedades ha sido siempre el dinero, muchas veces sin tomar en cuenta su verdadero origen que es el agua. Ninguna sociedad podría sobrevivir sin agua, pero muchas lo han hecho sin dinero. Quizás algunos consideren que exagero con la aseveración anterior, pues implícitamente todos sabemos que sin agua no hay vida, aunque hay quienes tienen al dinero como su razón de vida.
Por ello, creo que es conveniente meditar un poco, o un mucho sobre el verdadero valor del agua; claro que en nuestras condiciones actuales, quien no tiene dinero podría no tener acceso al agua, o por lo menos al agua de calidad. Dado el acomodo de nuestras actividades en ciudades, a veces gigantescas, se requiere de una infraestructura colosal para poder tener acceso al agua; aspecto que en las comunidades pequeñas no es tan grande, y en lugares donde se tienen viviendas aisladas, al agua se puede acceder de una manera más sencilla y sin tantas instalaciones para poder tenerla.
Permítanme tratar de explicar lo anterior: para tener acceso al agua se requiere de un sistema de captación (aguas superficiales) o de extracción (pozos); almacenamiento (presas, diques, tanques, etc.); transporte y distribución para los usuarios (líneas de conducción, pipas, cubetas, etc.); purificación para hacer posible su consumo pues no siempre se puede consumir como se obtiene de la naturaleza (plantas potabilizadoras, hervirla, clorarla, etc.).
Mientras más sencilla es la comunidad, más fácil es su acceso al agua. Lo que sí es un hecho es que ninguna comunidad podrá tener una vida llevadera o placentera sin la cantidad adecuada de agua para sus actividades cotidianas.
Así, sin agua no podríamos, obviamente, saciar la sed, recordemos que somos alrededor de 73% en volumen corporal de agua, la que necesitamos reponer constantemente por las pérdidas que tenemos al realizar nuestras actividades; no podríamos preparar los alimentos, la mayoría requieren de este elemento, con excepción de nuestras exquisitas y sonorenses carnes asadas, aunque las vacas que las proporcionan sí tuvieron que consumir agua y los líquidos con que las acompañamos, pues son eso líquidos con agua como componente principal; no tendríamos condiciones higiénicas para mantener la salud; no podríamos tener actividades agropecuarias, industriales ni de ningún tipo pues en todas ellas el agua juega un papel primordial.
En fin, no estoy descubriendo el hilo negro al listar lo que no podríamos hacer sin agua, esto lo podría hacer cualquier estudiante de primaria de cualquier comunidad, todos conocemos de nuestra dependencia total del agua.
Ante este panorama, ¿Qué debemos hacer? Creo que la respuesta ya la conocemos todos: debemos cuidar el agua como lo que es, el sustento de nuestra vida.
A nivel comunidad, no permitamos que nadie la desperdicie; es una tristeza ver cómo algunos empleados de dependencias gubernamentales la desperdician al regar las áreas verdes, que más bien las inundan con agua potable y un alto porcentaje va a dar al pavimento de la calle por las fugas de las pipas y mangueras que utilizan; ya es hora de que en realidad se ejerza una verdadera vigilancia en el uso del agua para “barrer” las banquetas, me ha tocado ver por la Calle California (por donde paso todas las mañanas) que la “limpieza” de la banqueta la hacen a chorro de agua sin ningún escrúpulo al derramarla; desgraciadamente la lista de formas de desperdicio es inmensa, vean de qué manera la desperdiciamos en nuestro vecindario.
Las fugas de agua representan, según los entendidos, un altísimo porcentaje de agua desperdiciada, se habla de un 30 a un 50% de cantidad de agua que se fuga en las tuberías de distribución de las ciudades en general. Un cálculo sencillo de lo que representa una pequeña fuga de agua es el siguiente: si en una llave o tubería se fuga una gota por segundo, a lo largo del día se estarán perdiendo 86,400 gotas, dado que una gota tiene un volumen de 0.25 ml, entonces se pierden 21.6 litros de agua diarios, suponiendo que en Cd. Obregón tenemos alrededor de 75,000 casas (y se me hacen pocas, no tengo la cifra oficial) a nivel ciudad se pierden 1,620,000 litros por día o sea 1,620 metros cúbicos, la cual tiene un valor en dinero (ni modo tenemos que llegar a este elemento con valor ficticio) de $ 12,765 pesos diarios ya que el costo del metro cúbico de agua en Cd Obregón es de $7.88 el metro cúbico, eso si en cada casa solamente se tuviera una fuga de agua de una gota por segundo, lo que también se me hace una cifra muy baja. En fin, la intención es que nos demos cuenta de lo que representan las fugas de agua.
No me atrevo a decir nada sobre las cantidades estratosféricas que se desperdician de agua en actividades productivas, sobre todo agropecuarias e industriales, pues no se tienen cifras ni siquiera estimadas de los desperdicios que se tienen diariamente, pero deben de ser bien requetemuchos metros cúbicos, los que si se pudieran evitar representarían en dinero una cantidad apreciable y atractiva para muchos.
Ya para finalizar, les invito a que meditemos sobre el verdadero valor del agua y de lo que podemos hacer a nivel personal para cuidarla; pasen un día en algún lugar adonde sea estrictamente necesario cuidar el agua y así podrán tener un verdadero sentido de su valor.