Jorge A. Lizárraga Rocha
No cabe duda de que el dinero es la rueda que mueve al mundo, en mi opinión la mayoría de las veces sin un sentido real, déjenme explicar mi punto de vista.
Recordemos que el dinero se inventó cuando a alguien se le ocurrió poner en un pedazo de material, sin valor alguno, la cara de alguien, sin mérito alguno, y la hizo circular para realizar cambios de materiales de gran valor por ese material sin valor alguno, al cual, sin razón alguna, se le asignó un valor que por mucho excedía el de las cosas por las cuales lo podían cambiar. Con excepción de aquéllas culturas en las cuales este material de cambio se podía comer, en todas las demás culturas no tenía más valor que el que los poderosos le asignaban basados en su poderío militar, y así sigue siendo.
Sin embargo, y por alguna razón que nunca he logrado comprender, ese material, al cual se le asignó el nombre de dinero en todos los idiomas de los países donde se adoptó como material para cambiarlo por cosas más valiosas, empezó a ocupar el primer lugar en importancia, superando por mucho a las cosas de verdadero valor, como el agua, el suelo, las semillas, la vida de las personas, etc.
Hubo quienes trataron de darle a ese material sin valor alguno su verdadera dimensión, pero les fue muy mal en sus intentos, siendo la mayoría de ellos si no es que todos, asesinados por los emisores de dicho material sin valor alguno; el primero y más importante que se viene a mi memoria es aquél que dijo al ver la cara de quien habían puesto en una moneda: “Al César lo que es del César, y a Dios lo que es de Dios”, y ya todos sabemos cómo le fue después de eso, incluso la transacción final fue por 30 monedas con la cara del emisor de ellas.
Por ello, creo que es conveniente meditar un poco sobre el verdadero valor del dinero; claro que es necesario, sin este componente de nuestra vida, no se podrían hacer muchísimas cosas para hacerla más llevadera, placentera, lujosa o cualquier otro adjetivo que le queramos dar.
Así, no podríamos ponerle gasolina al carro, ya que ahora con los nuevos precios, aunque tengamos dinero, cada vez va a ser más difícil hacerlo, elemento esencial para desarrollar nuestras actividades de una manera rápida, excepto en el DF, Guadalajara, Monterrey y otras urbes adonde ya no es fácil desplazarse.
No podríamos vestirnos, pues sería un poco difícil si no es que imposible para la mayoría de nosotros el elaborar nuestras propias telas y ropa, para eso están los chinos que nos han invadido con ropa Made in China de Villa Bonita.
Otra gran mayoría no podríamos alimentarnos, pues ya no sabemos producir nuestros alimentos, dependemos de los campesinos y los grandes consorcios de productos agropecuarios, y ellos solamente entienden el idioma del dinero cuando se trata de cambiar sus productos con los consumidores.
Prácticamente no podríamos divertirnos, pues dependemos de otros para que nos diviertan, ya sea a domicilio, en salones de teatro, de cine, palenques (¡Ya viene la Expo!), aunque cada vez es más difícil tener para estas diversiones pues la tele por cable sigue subiendo de precio a pesar de no subir su calidad (la gratuita es prácticamente inexistente y la poca que había ya se encargaron de cortarla los concesionarios); el cine, aparte de películas chafas está requetecarísimo; el teatro en nuestra ciudad es prácticamente inexistente, con excepción de las obras que con tanto atino y esfuerzo nos traen los encargados de la difusión de la cultura del ayuntamiento; y los palenques pues veremos cómo se ponen los precios y quiénes vienen (por lo pronto hay que empezar a ahorrar para poder ir).
Ante este panorama tan sombrío de nuestra dependencia por el dinero y su valor ficticio, ¿Qué podemos hacer? Ahí les van unas sesudas sugerencias.
Cada que podamos ¡caminemos! aunque en nuestra querida Ciudad Obregón eso es muy difícil pues las distancias son largas y con el calor que ya se empieza a sentir, en poco tiempo será muy difícil hacerlo sin temor a una deshidratada de aquellas. De cualquier manera, ¡caminemos cada que se pueda! y dejemos el carro en la casa aunque sea por unas horas.
En cuanto a la ropa, lo que podemos hacer es cuidar como oro molido la que tenemos, evitando compras superfluas de ropa, quienes todavía lo hacen, y alternando la que tenemos para no parecer fotografías (¡benditos pantalones de mezclilla que combinan con todo!). Desafortunadamente ya hay colores de ropa, sobre todo camisas, que antes teníamos derecho de disfrutar todos, pero que ahora son para uso exclusivo de los grupos que se han adueñado de nuestra moda, me refiero a los colores rojo, azul, amarillo o verde, que si los usamos corremos el grave riesgo de ser confundidos con miembros de esos grupitos.
Para la alimentación, solamente podremos, los que vivimos en zonas urbanas, producir algunos cuantos de ellos en huertos familiares en macetas o en espacios reducidos, ¡sí se puede!, aunque la producción es baja pero nos serviría de ejercicio y distracción; producción de leche, huevos y carne está fuera del alcance de la mayoría.
La diversión sí es algo que podemos lograr sin dinero, podemos apagar la televisión (conste que no dije cancelar la suscripción a la televisión por cable para evitar perder a los pocos lectores que han llegado hasta este párrafo) y jugar en familia, por ejemplo juegos de mesa como la Lotería Yaqui que acaba de emitir el Museo de los Yaquis de Cócorit (ya tengo la mía y está a todo dar); podemos cantar en familia, es un ejercicio muy bonito y hasta les podríamos enseñar a nuestros hijos y nietos canciones de “nuestros tiempos” con aquellas letras tan profundas como la de Popotitos, Mi Pueblo, No Señor Apache (de los APSON), Amorcito Corazón, etc, aunque aquí corremos el riesgo de que ellos nos quieran enseñar algunas como esa que creo que dice “te lavaste la cara y el mono no”; podemos también salir a ver el espectáculo que supera por mucho a las películas actuales y de otras épocas: una noche estrellada como las que nos serán regaladas de aquí en adelante, podemos conseguir cartas astronómicas para identificar las constelaciones, en el Planetario de Ciudad Obregón nos pueden decir cómo conseguirlas.
Pues abaniqué, quise escribir algo para convencerme y convencerlos de que podemos hacer muchas cosas sin dinero, y veo que está difícil, pero sí se pueden hacer cosas para evitar que nuestra dependencia hacia este material con valor etéreo no sea tan enfermiza como lo es actualmente. Conozco gente que si no gana dinero en un día, siente que su vida no fue completa.
De cualquier manera, y ya para finalizar, los invito a que un día trabajen en cosas que no les generen dinero, pero que les den alguna satisfacción, échenle imaginación y verán que sí se puede vivir un día, o varios, sin depender de nuestra habilidad para generar dinero y sentirnos satisfechos.