Ser transparente estuvo de moda. En algún momento de nuestra historia reciente los gobiernos se desgarraban las vestiduras si algún “transparentólogo” teníamos la osadía de acusarlos de no cumplir con los estándares mínimos o no querer entregar información.
Incluso se llegó a generar una competencia por tener la mejor ley, las mejores prácticas de apertura, etcétera. Posteriormente, con Sonora a la cabeza, se generó una competencia perversa entre quienes le daban la mejor “vuelta” a la transparencia sin dejar de “cumplir” con algunos estándares y manipulando argumentos para hacerlo parecer funcional.
Sin embargo, comenzó a gestarse un fenómeno. Los políticos empezaron a darse cuenta que entre más prostituían la palabra “transparente”, menor valor tenía entre la población. Entre más relacionaban el acceso a la información con problemas de corrupción y escándalos mediáticos, la gente perdía su capacidad de impresión y todo lo reducía a un resignado “nunca van a cambiar”.
Y el asunto es que la fe ciudadana se mermó a partir de la impunidad. Nunca nadie ha ido a la cárcel por robar, desviar, manipular, malversar dinero de nuestros impuestos.
Libres están y muchos siguen descaradamente viviendo de los privilegios de la clase gobernante. Por el contrario, con cada escándalo mediático sin consecuencias reales, les creció el caparazón y el cinismo que los “protege” de todo.
Para muestra un botón: La PGR desafió al IFAI las veces que quiso y nunca reveló averiguaciones previas aun cuando ya habían “causado estado”. Esto hubiera permitido constatar en diversos casos si hubieron o no arbitrariedades, si se fabricaron culpables, pruebas, etcétera, especialmente en el contexto de la guerra al narco.
Prefirieron reformar el Código Federal de Procedimientos Penales para prohibir que esa información sea revelada. De ese nivel su “compromiso”. Actualmente la Suprema Corte está revisando el caso.
¿Otro botón? El Sistema de Administración Tributaria (SAT) se niega a entregar al IFAI los nombres de todos aquellos, los multimillonarios de México, a quienes les perdonaron miles de millones de pesos en impuestos. ¿Y a nosotros nos suben el IVA y el ISR?
¿Ése es el compromiso del “PAN por la Transparencia” en nuestro País?
En Sonora
Aquí en Sonora no cantan mal las rancheras. Basta con revisar el portal de solicitudes de información respondidas por el Gobierno de Sonora (www.sonora.gob.mx) para darse cuenta cómo algunas unidades de enlace empiezan a agarrar experiencia en no rendir cuentas y sacar la vuelta a cada pregunta.
Ejemplos hay varios, pero hace poco salió a la luz pública cómo Mario González Valenzuela, coordinador de la Comisión Estatal de Bienes y Concesiones, reservó información de adquisiciones de la Casa de Gobierno. Una periodista preguntó sobre el costo de la remodelación del inmueble y el detalle de la adquisición de bienes muebles como recámaras, salas, toallas, cortinas, etcétera.
Lo que la periodista buscaba era precisamente conocer si hubo derroche en estos gastos y si existieron o no lujos excesivos. La respuesta del encargado de los bienes del Estado, fue por demás absurda, alegando que revelar esa información pudiera poner en peligro la seguridad del mandatario y de su familia.
¿En manos de quién dejaron un compromiso tan sensible que hizo el Gobernador como la transparencia? ¿Qué clase de inexperto reserva esa información? ¿No quería que sucediera un “toallagate” como a los Fox? ¿O qué está ocultando?
Lo que más preocupa de la versión de las autoridades es que dicen no lo consultó con nadie y que cometió un error; es decir, no nada más se manda solo... ¡el encargado de los BIENES del Estado no sabe distinguir entre un bien mueble y un bien inmueble!...
¿Estarán nuestros bienes estatales bien resguardados con este servidor público? ¿A cuántos ciudadanos no les habrá contestado ya, negándoles información por simples “errores”? ¿A ese nivel está el compromiso de ser transparentes?
Hay que tener cuidado, porque sus ‘errores’ solamente los paga Guillermo Padrés, pues él es el último responsable.
Con racismo, no hay ‘shopping’
En redes sociales se está llamando fuertemente a dejar de comprarles un poco a los vecinos de Arizona hasta que dejen de aprobar leyes racistas como la SB 1070 y cambien sus políticas tipo “Apartheid”.
Si les duele tanto el dinero, no les demos el nuestro.
Guillermo Noriega Esparza Internacionalista, UNAM y director de Sonora Ciudadana A.C.