(Al pato de la laguna, muerto por una pedrada)
“El hombre justo conoce el alma de sus animales”
Proverbios 12:10
Quien no ve a Dios en la más pequeña hoja de hierba, no lo verá jamás. Quien no lo ve en el primer rayo de luz y en los colores el atardecer, no lo ve del todo. Quien no siente la presencia divina al contemplar la naturaleza, al estar rodeados de quienes amamos, al ver a los niños jugar, no lo conoce.
Y conocer es amar. Quien no conoce la vida, la desprecia. Quien la conoce, la ama y por lo tanto, la respeta. La ignorancia es la causa de todos los males que inflingimos a diario a nuestro planeta. La crueldad manifiesta en el trato que damos a los animales, la falta de respeto por las plantas, por los árboles y por toda forma de vida, el desperdicio de agua y el abuso de los recursos naturales, son todos reflejo de la ignorancia respecto del milagro de la vida.
Quien no considera la vida como un milagro, como un acto supremo del amor de Dios, la menospreciará y considerará todas las obras del mundo físico, natural, como algo que “está ahí” para nuestro beneficio, para nuestro deleite y para nuestra “diversión”. Y si entrecomillo la palabra es porque, desde siempre se ha utilizado a los animales no sólo como bestias de carga que ayudan al hombre en sus faenas diarias o como alimento, que es para lo que Dios los creó, sino para realizar con ellos los más sangrientos actos de barbarie disfrazados de espectáculo o, lo que es peor, de “arte” (como las corridas de toros), las peleas de gallos o de perros, entre otros.
En el judaísmo existe un precepto de los más importantes, el “Tza’ar Ba’alei Chayim” ??? ???? ????, (el trato a los animales), que prohíbe terminantemente cualquier forma de crueldad y maltrato a los animales. Y menciona varios ejemplos de la relación tan estrecha del hombre con ellos (Abraham, Isaac, Jacob. Moisés eran todos pastores de ovejas) y en la Biblia, específicamente en el Deuteronomio, hallamos pasajes en donde Dios ordena el buen trato a todos los animales, como por ejemplo, no poner un bozal a los bueyes mientras están arando, para que puedan comer si quieren.
Pero también Jesús, en el Nuevo Testamento, en Mateo 25:14 “Poruqe estuve sediento y me disteis de beber; tuve hambre y me alimentaste… A lo que sus discípulos respondieron: Señor, ¿cuándo hicimos todo eso por ti? Y Jesús respondió que Dios les dirá: “cuando lo hicieron por la más pequeña de sus criaturas, por mí lo hicisteis.” Jesús recurre a los animales a lo largo de toda su prédica. Habla de ovejas, de cabritos, de peces, de aves, no sólo par utilizarlos en sus parábolas, sino para hacer énfasis en el profundo amor que sentía por todas las criaturas de Dios.
Quien no tema a Dios, despreciará su obra. Quien permite que se maltrate a los animales y no lo denuncie, es cómplice de quienes y responsable, por lo tanto, de la barbarie contra natura. Esta barbarie en contra de los animales y la naturaleza en general, se manifiesta también en la forma en que tratamos a nuestros semejantes. Somos groseros, rudos y violentos con el resto de la gente. Nos pasamos la vida agrediendo verbal y físicamente a los demás y nos estamos embruteciendo cada día más. Tenemos perros para que cuiden nuestra casa o nuestro negocio, pero en cuanto se llenan de pulgas o garrapatas, nos deshacemos e ellos sin importarnos que puedan sobrevivir sin protección; los hijos se encaprichan con un gato, un conejo o un hamster y se los compramos como quien compra un chicle, pero en cuanto el animalito comienza a hacer cosas “feas”, lo tiramos a la basura o dejamos que se escape a propósito y decimos que se perdió.
En la ciudad abundan los perros y gatitos callejeros y amanecen aplastados y son dejados ahí, a la intemperie, hasta que e pudren y revientan expidiendo olores fétidos y emanando enfermedades que van directo a nuestros pulmones. Nadie es capaz de recogerlos, siquiera para hacerlos a un lado y muchos se vuelven “manchas” en el concreto de tanto carro que les pasa encima.
Pero, ¿por qué hay tanto animal callejero? Justamente porque no tenemos (y nunca hemos tenido) una cultura de cuidado hacia los animales. Tenemos perro o gato y no lo encerramos cuando está en celo (o lo esterilizamos) para que no se reproduzca y luego, echamos los cachorros a la calle, pues no hay quien los adopte. Y esos animales callejeros, son los que, a falta de cuidado, adquieren enfermedades que después nos transmiten y por eso no sentimos ni el más mínimo dolor cuando los vemos deambular por las calles, muertos de sed y de hambre, llenos de sarna y de parásitos.
El pato de la laguna, es sólo uno de los miles de ejemplos de crueldad animal en nuestra ciudad. Y aunque existen organizaciones como la Sociedad Protectora de Animales en Obregón y Adopta Obregón y de que, además, existe una cláusula en el Bando de Policía y Buen Gobierno en donde claramente se prohíbe el maltrato y la crueldad hacia los animales, nadie lo sabe y nadie lo pone en práctica.
Si no queremos estar inmersos en la violencia, debemos comenzar por echar un vistazo a lo que pasa en nuestro entorno inmediato. La basura, los animales muertos, los perros y gatos callejeros, los árboles macheteados o cortados de tajo, las heces fecales de perros (no callejeros, conste), el desperdicio de agua regando innecesariamente los camellones y las fugas por toda la ciudad son la prueba fehaciente del desprecio que tenemos hacia la vida en general.
Y quien no ama la vida, no tiene ningún derecho a vivir,
Por cierto, aquí está la dirección o correo electrónico de una nueva Casa Hogar para perritos y mascotas abandonadas y desprotegidas en nuestra ciudad. http://chpdcajeme.org/ Se solicitan voluntarios, donaciones en especie o en dinero, y mucho AMOR por los animales. Gracias.
Teresa Padrón Benavides
teresa_padron@hotmail.com