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Como si se tratara de presumir la más reciente colección de autocomplacencias, vino a Cajeme doña Hilda Benítez Carrión a contar frente a los cajemenses las perlas cosechadas por el Consejo Estatal Electoral en el 2009.
Con voz suave, melosa, Benítez se enfrascó en un discurso repleto de autoalabanzas, mientras que en la pantalla esquinera el proyector remataba gráficas y “ayudas de memoria” golosamente coloreadas.
Nada dijo la consejera presidenta de la inequidad que caracterizó a la campaña del 2009; selectivamente amnésica, olvidó el lodo y la basura electoral; se ufanó de la “certeza” que otorga el Consejo a las elecciones, del “entusiasmo” de los sonorenses el día de las elecciones, pero y sin embargo, ni por asomo recordó que tanto el candidato ganador de la gubernatura como el de la presidencia municipal de Cajeme, recibieron sus constancias unas cuantas horas antes de tomar posesión.
Sesgada en coleccionar autoelogios, Hilda Benítez dejó pasar la excelente oportunidad de darnos a conocer a los ciudadanos el verdadero ejercicio de introspección democrática que hace falta; es decir, la reflexión profunda sobre los acontecimientos que vivió Sonora en el 2009.
Nada contiene la “Memoria” de aquellos pleitos de callejón en tiempos electorales, de los escupitajos proselitistas, de los piquetes traidores a la zona de la vida personal y la intimidad de los candidatos, de los entumidos votantes el día de los comicios.
El documento preparado para dejar constancia histórica de las elecciones del 2009 tampoco registra los intensos jaloneos poselectorales.
Como si olvidarlo fuera prueba superada, la “Memoria” omite, evade los obuses en la mera línea de flotación que recibió el frágil barco de la democracia sonorense.
La consejera presidenta tras ser cuestionada por esos olvidos, regaló la perla negra de la colección. Dijo que con todas sus fallas, “como no se rompió la paz social”, las elecciones del 2009 pueden considerarse exitosas.
Qué umbral tan cuestionable nos pone doña Hilda Benítez para sentirnos orgullosos de los avances democráticos que constan al árbitro de las elecciones.
Seguiremos esperando la verdadera Memoria, porque a nuestra bisoña democracia le urgen registros que pongan en sintonía al órgano electoral con la historia reciente y antigua, que midan con objetividad tanto los avances como el estatus democrático que tiene Sonora.
Si no, si los registros históricos van a consistir en “Memorias” regias que caprichosamente evadan la historia cruda; en empastados preciosistas, atestados de bellas ilustraciones y acompañados de un coqueto “cidi”, es porque el órgano electoral le saca vueltas a la terca realidad, a los análisis de fondo y, omitiendo, deja correr la versión histórica mocha que a nadie conviene, menos a la democracia.
Tras conocer las monsergas bellamente editadas que trajeron bajo el brazo los consejeros electorales, no hay duda que nos siguen adeudando la “memoria no autorizada”, o en su defecto, que se les quedó en galeras el capítulo negro de la campaña y jornada electorales del 2009.
