Quinto y último día de México sin pobres (Viernes)
La gente despertó de un humor pésimo, muchos de ellos no habían cenado y la comida del día anterior había estado malísima. A la hora del desayuno, al ir a ver qué había en la despensa se encontraron con algunas latas y sobres de materia prima elaborada, como consomé de pollo en polvo, especias de todo tipo, gelatinas en polvo, frutas en almíbar, puré, chiles secos, hierbas de olor, croquetas para el perro y otras similares.
Los más afortunados encontraron pomos semivacíos o semillenos, así dijeron los más optimistas, de mermelada y algunas galletas María o de animalitos. Con eso se elaboraron un “desayuno” que se empujaron con agua de la llave, pues la de garrafón ya se había acabado y se les olvidó ir a rellenarlo o la compañía que se los llevaba no se presentó desde ayer, de leche o café ni mencionarlos.
Ante este panorama, decidieron no ir a trabajar, al cabo que no importaba si les descontaban el día pues en la caja de zapatos había bastante dinero para compensar un día sin trabajo, o a lo mejor ya ni regresaban a la chamba en lo que pensaban qué tipo de negocio poner con sus reservas monetarias, que eran muchas, y poder así independizarse para siempre del yugo del patrón explotador.
Después del “desayuno” decidieron muchos ir a las tiendas a surtir la despensa y agarraron un puñito de billetes de la caja de zapatos; los menos suertudos se tuvieron que ir a pie pues se les había olvidado que el día anterior se quedaron sin gasolina y ya no pudieron llenar el tanque pues las gasolineras estaban cerradas.
En las calles la cantidad de gente era mucha y todos dirigiéndose a las tiendas, supermercaditos y grandes tiendas comerciales, pero al llegar se encontraron con la misma situación: la mayoría estaban cerradas y en las abiertas no había alimentos para surtir a los clientes; las pocas tiendas abiertas tuvieron que cerrar precipitadamente pues la gente molesta empezó a querer entrar a la fuerza y llevarse lo que encontraran de comida, la demás mercancía no les importaba.
Fue hasta este momento en que las personas del gobierno reaccionaron, la mayoría no se había dado cuenta de la situación pues en sus “giras de trabajo” de la semana, la gente había estado muy receptiva y de buen humor, hasta este viernes en que la cosa se puso fea.
Los presidentes municipales se reunieron con su equipo de trabajo para comentar la situación, pero se encontraron que la mayoría no habían ido a trabajar, y los que contestaron al llamado llegaron de mal humor y hambrientos, como la mayoría de la población. La pregunta que inició la sesión de análisis fue:
¿Alguien sabe qué está pasando? Preguntó el presidente. Todos se volteaban a ver unos a otros pero nadie decía nada, solo subían y bajaban los hombros.
¿Por qué no hay alimentos en las tiendas? Preguntó el presidente. Todos se volteaban a ver unos a otros pero nadie decía nada, solo subían y bajaban los hombros.
Así siguió lanzando preguntas con respuestas de subidero y bajadero de hombros.
¿Qué podemos hacer? Volvió a preguntar el presidente. Todos se volteaban a ver unos a otros pero nadie decía nada, solo subían y bajaban los hombros.
Confundidos se quedaron mirando unos a otros durante minutos.
Lo mismo pasó en todas las instancias de gobierno: federal, estatal y municipal. Nadie sabía qué hacer pues no tenían la menor idea del origen del problema.
La gente en general, ni siquiera se acordó de recurrir a las autoridades para ver qué estaba pasando en las calles, pues era obvio que no podían hacer nada; más bien, muchos empezaron a pensar cómo hacerle para resolver su problema personal, además empezaron a darse cuenta de que el dinero no les servía para conseguir alimentos.
Los que vivían en las orillas de la ciudad, o pueblo, voltearon hacia el campo y pensaron, a lo mejor allá puedo encontrar algunas frutas o verduras; los que vivían en ciudades costeras, voltearon hacia el mar y pensaron, a lo mejor puedo ponerme a pescar para sacar uno y tener qué comer.
Así, se inició un éxodo hacia el campo y hacia las costas para buscar alimento, dejando en sus casas las cajas de zapatos con el dinero que les había venido a resolver su situación económica.
Chin…….. como que esta novela ya se puso muy apocalíptica, entonces mejor aquí le paro porque no era mi intención escribir algo con este final.
Ofrezco disculpas a los lectores, y lectoras, pues yo pensaba, desde que se me ocurrió escribir esta novela con temática de economía-ficción, que la situación iba a colapsar en una semana, y sí veo que colapsó en una semana, pero inglesa, hasta en eso los logros laborales han venido a influir en nuestra vida cotidiana.
Pensé en pedir asesoría a alguno de mis amigos economistas que tengo, que son varios, pero después reconsideré, pues con su asesoría quizás la situación hubiera colapsado en un día y medio cuando mucho, y no me hubiera divertido durante cinco días como lo hice escribiendo mi primera y única novela de economía-ficción.
Considerando cómo se desarrollaron las cosas, y sabiendo que es imposible que una situación así se pudiera dar en algún país del mundo, llegué a unas reflexiones finales que quiero compartir con ustedes, y si ya me aguantaron durante cinco días de México sin pobres, espero me puedan aguantar las conclusiones a que llegué:
- No hay que estar esperanzados en que con dinero resolveremos nuestra vida, debemos voltear a ver las cosas básicas de la vida, y pienso que sería buena idea aprender a producir nuestros propios alimentos, aunque sea a una escala pequeña y de autoconsumo.
- Amemos nuestros trabajos, pues mientras nos sirvan para conseguir el dinero para conseguir nuestros alimentos, tratemos de conservarlo a pesar de todas las situaciones “negativas” que percibimos de ellos.
- Si me encuentro en mi casa una caja de zapatos con 10 millones de pesos, le preguntaría a todos mis amigos si ellos se encontraron una igual para ponerme a temblar si me contestan que sí.
- Comprémosles a nuestras esposas uno o varios negligés verde pistache y disfrutémoslos los dos a todo lo que pueden dar.
Ciudad Obregón, Sonora
Jorge Agustín Lizárraga Rocha