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Aunque de último momento se sabe que Puebla en donde todavía gobierna el “ gober precioso”, Mario Marín, pudiera también perderse por el PRI, todo parece indicar que los momios y los brujos de Catemaco no se equivocaron y estos coinciden en todo con las predicciones dadas aquí en los apuntes pasados; “ elecciones del 4 de julio, en peligro para el PRI, Sinaloa y Oaxaca”. Y es que, de acuerdo a las llamadas encuestas de salida, hasta las siete de la tarde de ayer, todo estaba perdido para el PRI en Oaxaca en donde a lo largo de seis años ha desgobernado Ulises Ruiz. En Sinaloa, seguimos en lo dicho; dado lo apretado de las votaciones entre el PAN y el PRI, todo apunta que esta elección que les costó a los vecinos poco más de 150 millones de pesos tendrá que decidirse en los tribunales electorales.
Otra de las sorpresas en esta jornada dominical es el caso de Zacatecas en donde la perredista Amalia García tendrá que entregarle el poder al PRI. Esto, según las primeras encuestas de salida dadas a conocer ayer tarde por Mitofski. En el resto de los estados en donde también se hallaba en juego la gubernatura, las cosas siguen a favor del PRI.
Tamaulipas en donde el PRI tuvo que sustituir a su candidato de último momento tras haber sido asesinado por un comando de sicarios en los momentos en que se dirigía a encabezar su cierre de campaña vivió ayer domingo una jornada electoral que en todo momento estuvo marcada por la sombra del brutal asesinato del ex candidato Rodolfo Torre Cantú y cuatro de sus más cercanos colaboradores. A tal grado que su hermano, Egidio, en calidad de candidato substituto, tuvo que salir a votar enfundado en chaleco antibalas y escoltado, además de sus 30 guardaespaldas, por un pelotón de 20 agentes de la Policía Federal Preventiva que minutos antes de su arribo a la escuela José Vasconcelos en donde se localizaron las urnas, peinaron palmo a palmo la zona en prevención de otro atentado. De último momento y apenas minutos después de haberse cerrado los comicios, los aliancistas, PAN- PRD, en voz de sus dirigentes César Nava y Jesús Ortega, tomaron el micrófono para anticipar los triunfos de sus candidatos a las gubernaturas de Oaxaca, Puebla y Tlaxcala, además de una clara ventaja en Durango. Ambos dirigentes le pidieron ahí mismo a los gobernadores, Mario Marín y Ulises Ruiz, no acudir a las marrullerías para tratar de arrebatar el triunfo de poblanos y oaxaqueños que estarían acabando, así, según ellos, al viejo caciquismo priista en esas regiones.
En lo particular y dadas las primeras encuestas de salida, es muy posible que la llamada Alianza tenga razón en anticiparse a la victoria en Oaxaca, no así en Puebla y Tlaxcala en donde no terminaba por escribirse la historia en esta que, sin duda, fue una intensa jornada electoral en la que en todo momento cabalgó la incertidumbre y la zozobra ante posibles ataques de grupos criminales en contra de candidatos y votantes.
FIERRITOS EN LA LUMBRE
Pero no nada más incertidumbre y zozobra dejaron las elecciones de este cuatro de julio. Para los que apuntan y los panistas mismos, hay un claro mensaje que bien valdría que lo aquilataran en todo lo que vale. Ayer cuatro de julio se cumplieron diez años del arribo del PAN a la presidencia de la república. Diez años en que la llamada “ curva del aprendizaje” ya se les fue de la mano y los resultados de ayer indican que ya no tiene vuelta de hoja.
Es claro que de haber tenido un brillante ejercicio al frente de los destinos de la nación, César Nava no tendría que andar haciendo alianzas con quienes de siempre, han sido enemigos irreconciliables. A tal grado que, de no haber sido por el PRI, sencillamente Felipe Calderón no estaría despachando en los Pinos como presidente de la República. Así de fácil.
Lo que hay entre PAN y PRD en estos momentos es un maridaje, pero no entre macho y hembra, hombre y mujer sino una relación muy al estilo de nuestro tiempo, los llamados matrimonios gay y si se quiere hasta de conveniencia en donde, en un descuido, como en el viejo cuento, pudiera resultar que el príncipe azul termine convirtido en un sapo. Y si no, al tiempo.
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