Tres días antes del enfrentamiento a tiros que se registró en la casa del capo Nacho Coronel en Guadalajara, y que terminó con la vida de este y un soldado que encabezaba el pelotón que ingresó a la habitación donde se registró el encuentro, tres reporteros de Durango habían sido secuestrados cuando venían de cubrir una protesta en el penal de esa ciudad, en contra de la ex directora del mismo, Margarita Rojas Rodríguez. Hoy, los cuatro viven para contarla. La liberación de los dos últimos, Javier Canales Fernández y Alejandro Hernández Pacheco se dio apenas el sábado anterior, en medio de un operativo que deja lugar a muchas dudas y que García Luna, el Secretario de Seguridad Pública Federal, no termina aun por despejar. Yo ya le di tres vueltas al video que difunde en su página de Internet el Universal y sigue sin convencerme el hecho de que fuerzas de élite y de seguridad lleguen a la casa en donde se hallaban secuestrados los colegas y los autores del secuestro huyan como sin nada del lugar. Ciertamente, como dicen los reporteros, volvieron a nacer. Sobre todo si consideramos que todavía el jueves en que tuvo lugar el enfrentamiento en donde murió Nacho Coronel, lugarteniente del Chapo Guzmán, ellos se hallaban en manos de sus captores, por instrucciones, según García Luna, del mismo Chapo Guzmán. No me imagino el escenario que estuviéramos viviendo nosotros y las familias de los comunicadores en estos momentos si el capo hubiera sido capturado con vida. El sentido común apunta hacia una negociación de intercambio de rehenes lo que seguramente habría dificultado las cosas y tal vez no estaríamos celebrando la liberación de estos y los otros dos reporteros, Héctor Gordoa, de Televisa y Oscar Solís.
Otra cuestión que tampoco convence son los supuestos motivos que llevaron al secuestro de los reporteros. Según don Genaro García Luna, la intención del crimen organizado era exigir la supuesta difusión de algunas de sus ilícitas actividades, cuando lo cierto es que de un tiempo a la fecha: los cinco años que van del gobierno de Calderón para ser exactos, la mayoría de los medios permanecen cooptados por la serie de hechos delictivos. En pocas palabras, desde hace mucho que la nota roja desplazó a cualquier otro género periodístico y no hay un solo día en que los principales encabezados no hablen de muertes, secuestros y atentados, ora entre ellos mismos, ora en contra de las fuerzas del orden. Lo que si importa y aguanta resaltar aquí es la postura asumida por la periodista y conductora del programa Punto de Partida, de Televisa, Denise Maerker, cuando en plena crisis de negociación entre captores y autoridades, esta optó por cancelar la transmisión de su programa, en protesta por el hecho y para exigir la oportuna intervención del gobierno federal ante los hechos.
FIERRITOS EN LA LUMBRE
Y, como lo prometido es deuda, aquí están, como lo anticipamos, el resultado de la entrevista que sostuvimos en la casa de un familiar de uno de los involucrados en el robo de la gasolinera 300 ocurrido el pasado siete de junio y en donde de casi doscientos mil pesos que fue el botín, como por arte de magia, a la jefatura solo llegaron algo así como 60 mil pesos. De acuerdo a los familiares que piden seguir en el anonimato, por razones obvias, lo entregado por los agentes fueron 43, 340 pesos en efectivo y 19, 572, en cheques. Y para que no quede duda de que ellos, los familiares y denunciantes existen, nos proporcionaron el número del expediente de la causa que es el siguiente; 188/ 10 y con él, algunos otros detalles que seguramente desconoce el señor jefe de policía y que sus muchachitos le han venido ocultando y cuyos nombres, para estar parejos, tampoco revelo en estos apuntes. Del resto del dinero, como el caso de la Camelia, nunca más se supo nada. Y ahí precisamente, en eso radica la preocupación de estas personas que, indefensos y ante la negativa de ser escuchados por su señoría, el jefe de la gendarmería en Cajeme, de apellido Landeros, optaron por ir ante la oficina de la Comisión Estatal de los Derechos Humanos, para que se aclaren, dicen ellos, dos cosas: el que su familiar no estuvo involucrado en el robo ya que fue detenido horas después, cuando acompañaba a los directamente responsables del mismo, junto con otras dos personas que tampoco tienen vela en el entierro y, dos; que se esclarezca lo del monto robado. De los objetos y del dinero que, según ellos, se extrajo del domicilio de uno de los detenidos por parte de los agentes, que más que una búsqueda haga de cuenta que fueron hacer un lanzamiento o desalojo pues arrasaron con todo, que no hay problema, que se pueden quedar con el botín, pero que eso si, que dejen en claro lo del monto de lo robado a la gasolinera. Por último, esta perla que está como para enmarcarlo y colgarlo en la entrada principal del edificio de Seguridad Pública para que sirva de escarmiento a los ciudadanos que osan elevar su queja cuando son víctimas de algún atropello policiaco. Es el diálogo que según este testigo le refieren los directamente responsables del robo, confesos, incluso, ya ante la autoridad y que se dio en el interior de la patrulla cuando eras trasladados a la jefatura:
-Oiga mi jefe, por qué no hacemos lo siguiente: quédense con lo que ustedes quieran incluidos los objetos de valor que ya nos quitaron y vamos arreglando esto, no?
-¿A poco estábamos esperando que nos dijeran? De todas maneras nos vamos a quedar con todo. ¿Pues que creían, pendejos??
Sin palabras. Sugerencias y comentarios; premiereditores@hotmail.com