Se llama Don Macgreen, vive en Reynosa Tamaulipas, es el vicepresidente nacional de la industria maquiladora en México y al igual que la mayoría de los mexicanos se ha anticipado a dar el grito con el que los connacionales estarán reeditando aquel episodio de la madrugada del 16 de septiembre con el que el cura Hidalgo daba inicio a la guerra de insurgencia, en 1810 y que todavía a estas alturas, doscientos años después, no termina por consumarse a pesar de que cien años después vendría una revolución que le costó al país un millón de muertos.
La mejor prueba de que seguimos como empezamos la da precisamente el señor Macgreen cuando desde Reynosa, nos informa que la mayoría de los industriales radicados a lo largo de la frontera, o están reduciendo, modificando su estructura laboral o de plano están emigrando con rumbo a los Estados Unidos, huyendo de la violencia, producto del narcotráfico. Por si acaso se pensara que el señor industrial pudiera estar exagerando la nota, viendo moros con tranchetes por todos lados, a sus declaraciones se vienen a sumar la del titular del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado, Luis Foncerrada Pascal quien asegura que lo que está ocurriendo, no solo en el sector de maquiladoras, sino en el terreno empresarial, todo, no es más que un real reflejo de lo que se vive actualmente en México; inversiones congeladas, retiro de socios de las cámaras y empresarios yéndose del país, en un intento por ponerse a salvo de la violencia.
Son los ayes de ese otro sector que ni por asomo pensó que en alguna ocasión estaría a la par, siendo hermano del mismo dolor con los de abajo, la eterna carne de cañón, el proletariado, pues, que antes que escapar de la violencia, ve con impotencia cómo la impunidad le arrebata a sus hijos adolescentes que son arrastrados, a veces por el oropel de los dólares o a veces por la fuerza, a engrosar las filas del crimen organizado. Y eso que todavía no le llegamos, ni a los talones a la cruda realidad que alguna vez vivieran nuestros hermanos colombianos como nos lo acaba de aclarar el secretario de Seguridad Federal, Genaro Luna.
¡Inche Hilary!, ¿de dónde sacaría tamaño disparate? Ni modo de pensar que se inspiró en la última fuga ocurrida en el penal de Reynosa, de donde se acaban de escapar ochenta y nueve presos que seguramente no estaban de acuerdo con el plan de estudios que se lleva en la referida escuela del crimen o de plano, el cocinero les caciqueaba mucho la miel a la hora de los hot cakes. No creo porque las declaraciones de la Hillary se dieron horas antes de ocurrida la fuga con la que, por cierto, se aumenta a casi doscientos los reos que han traspuesto los muros de los principales penales ubicados en Tamaulipas y que, según la prensa española, han sido puestos en libertad por los integrantes del Cartel del Golfo para reponer las bajas que les han causado sus contras, los zetas y para empuñar los 15 mil fusiles de asalto que recién les acaban de llegar procedentes de los Estados Unidos. Los que si, de plano, no tendrán ni cómo dar el grito son algunas ciudades fronterizas ante el temor de reeditar el doloroso episodio que vivieron los pobladores de Morelia, Michoacán, hace dos años, cuando el crimen hizo detonar algunos artefactos explosivos, en plena ceremonia del grito, y en donde murieron dos personas y cientos de heridos. Juárez, será una de estas ciudad en donde ya el alcalde declaró que no habrá ceremonia de independencia y se limitarán a dar el grito desde sus casas.
El que sí no creo que tendrá problema alguno, al menos en materia de seguridad, es don Felipe Calderón quien ya anunció que para estar acorde a la celebración ( doscientos años de intento son doscientos años aunque no haya mucho por celebrar ) se apersonará la madrugada del 16 de septiembre, a las seis de la mañana, para ser exactos, día y hora en que según los historiadores ocurrió realmente el hecho y no la noche del 15 de septiembre como se establece en la historia oficial, y ahí, en Dolores, Hidalgo, Guanajuato, estará encabezando la ceremonia del tradicional grito de Dolores. Y como no solo de dolor se grita ni se llora, en donde también ya están preparados para su grito, es en Esperanza, en donde la familia Machado, encabezada por el horcón de en medio, el arquitecto Pablo Machado, ya tiene todo preparado para, una vez más, como ha venido ocurriendo a lo largo de 18 años, realizar la ceremonia del grito en un acto que, de veras, envidiarían en el mismo Guanajuato.
La celebración en la que la familia Machado presenta algunos cuadros relativos al acto de independencia, piezas oratorias, bailables y canciones acordes a la ocasión, encabezados, ante todo, por los honores a los símbolos patrios, tendrá lugar, como todos los años, la noche del 15 de septiembre en donde la concurrencia da cuenta de opípara comelitona compuesta, naturalmente, con antojitos mexicanos. Y, por cierto, al respecto del por qué las celebraciones del grito de independencia se han venido efectuando la víspera de la guerra de independencia, que no su consumación, como piensan algunos, la respuesta es la siguiente y tiene mucho que ver el ánimo o sencillamente las pistolas de los gobernantes en turno: Refiere la historia que durante todo el siglo XIX las fiestas de independencia se celebraron el 16 de septiembre y es en 1910, al cumplirse los primeros cien años cuando don Porfirio decide anticiparse a la fecha y la cambia para el 15 sencillamente para que la celebración coincidiera con su cumpleaños que era el 15 de septiembre.