No hay plazo que no se cumpla y al Gobierno del Nuevo Sonora le llega el primero de seis balances sobre su gestión.
En tiempos de alternancias el primer año es regularmente uno de señales y simbolismos que muestran el estilo de Gobierno que poco a poco se consolidará en los restantes. El segundo y tercer año es el arranque real y avance sustantivo en las transformaciones profundas (si es que se dan).
Es año será de elecciones intermedias, considerada la encuesta más importante ya que se mantiene, gana o pierde la mayoría en el Congreso y con ello la gobernabilidad necesaria para consolidar el proyecto de Gobierno.
Este primer año hay señales que analizar: Un gabinete capirotada integrado por personas con y sin experiencia, con y sin credibilidad; relativamente fálico, pues careció de la mínima perspectiva de género.
No existió una agenda de reforma política, ni una agenda legislativa que la sustente. El cascajo priista de la administración pública simplemente fue rellenado por “memistas” y panistas.
Eso sí, se unificaron los distintos fondos y se creó el Fondo Nuevo Sonora, que promete (insisto, promete) un manejo diferente de los programas. CreSer es otro ejemplo de ello. Me gusta la parte de la innovación tecnológica llevado a lo gubernamental y creo se han enviado señales positivas al respecto.
El centrar la agenda pública en torno al tema del agua como un motor de desarrollo de la entidad me parece algo plausible. Otros gobernantes hicieron oídos sordos a este problema y lo fueron heredando año con año, prefirieron endeudar al Estado con obras de relumbrón, puentes, auditorios, etcétera, en lugar de invertir en este tema e ir solucionándolo uno a uno las distintas partes.
No se ha avanzado en el combate a la corrupción, se han perdido posiciones en materia de transparencia (basta darse una vuelta para buscar información presupuestaria en línea y se notará el descuido o desdén en la materia).
El manejo del caso de los “cheques”, las licitaciones de los medicamentos en el Isssteson (junto al déficit en las pensiones) entre otros asuntos, nos muestran que o se prefirieron utilizar para presionar la negociación política o no supieron qué hacer con ello.
A lo que me refiero es que la imagen que aportan es precisamente de que el nuevo Gobierno ha preferido ser en extremo cuidadoso con muy selectos intereses enquistados en los negocios y en las decisiones públicas. Tan cuidadosos que en muchos casos las soluciones estructurales huelen a pavor.
Veo que el cambio real en Sonora sufre de un “freno de mano” que evita que los reformadores (si es que realmente los hay) hagan su trabajo. Si durante el primer año sus grandes victorias nos parecen pírricas, hay que tener cuidado el resto de los años pues pocos resultados habremos de recibir.
Y es que en esto estarán de acuerdo hasta los mismos miembros del gabinete: Hace un año las y los sonorenses esperamos muchas cosas del nuevo Gobierno, pero nunca mediocridad. Ahora que tienen la oportunidad de resolver de fondo los problemas de la sociedad hay quienes se han estacionado no solamente en la soberbia, sino en la lucha interna de egos, en la fútil “grilla”, en la frivolidad del ejercicio del poder por sí mismo.
Hace un año las y los sonorenses esperamos soluciones concretas y no pretextos de por qué no se puede gobernar; hace un año incluso ellos mismos veían todo muy distinto, ahora algunos comentan por los pasillos que “la cosa” está más difícil de lo que imaginaban… un año de realidad no les cae mal, los ha hecho abrir los ojos y darse cuenta que no se puede prometer tan impunemente, no se pueden despertar expectativas sin tener la capacidad de cumplirlas.
En fin, el exhorto es más un llamado a la acción que a la reflexión. Cada quien tendrá la impresión, calificación y adjetivos al primer año de gestión, aunque lo realmente importante es que corrijan el camino y, si de plano no pueden con el paquete… pues que renuncien.
Por cierto, por cuestión de espacio he dejado fuera la decisión de mantener al procurador Abel Murrieta o la indecisión de removerlo, como parte de ese freno al cambio y pavor por mover demasiado el “jenga” político. La decisión debería ser arrojada: Por una parte autonomía a la Procuraduría con un personaje con suficiente probidad y, por la otra, un contralor ciudadano. ¿Por qué no?
¡Hasta pronto!
Guillermo Noriega Esparza
Internacionalista, UNAM y director de Sonora Ciudadana A.C.
Correo: noriega@sonoraciudadana.org.mx