|
En una de esas fabulosas mañanas que he pasado en el campo, y pensando en cómo se ha desarrollado mi vida, le agradecí a Dios por todas las cosas que he vivido, algunas que he catalogado como malas y otras como buenas, apreciación subjetiva mía pues todas han sido buenas, decidí ya no cometer más tonterías en toda la vida que me queda por delante.
Voy a compartir con ustedes algunas pocas de las tonterías en que me he visto envuelto y que trataré de evitar de ahora en adelante.
Ya no voy a criticar a nadie, y mucho menos a aquellos que me critican. Todos tenemos derechos naturales para actuar como mejor se nos ocurra; incluso si alguien con su actuar hace daño a otros, es su decisión, y si puedo ayudar a evitar algún daño, lo haré de una manera discreta. Ya no quiero ser el Quijote que desface entuertos para salvar a la humanidad.
Ya no seré inconforme, voy a aceptar lo que venga y en las condiciones en que venga; claro que si eso que viene puede causar daño a mis seres cercanos o a mí, trataré de evitarlo y proteger nuestros intereses, pero sin exagerar, evitando que al cuidarme yo pueda dañar a otros. Ya no quiero ser el activista “político” que está en contra de todo y a favor de nada.
Ya no leeré tonterías, cada vez está más repleto nuestro espacio intelectual con tonterías de todo tipo, me he olvidado de leer lo que vale la pena. De ahora en adelante voy a leer a la naturaleza, que nunca miente; releeré aquellos libros que influyeron en mi vida con sus mensajes positivos, le perderé el miedo a los libros compilados en el libro de libros y aprenderé de los escritos realizados hace más de 2000 años y que son más vigentes que algunos de los realizados recientemente. Ya no quiero ser el “erudito” que por haber leído mucho pienso que sé más que los demás, cuando en realidad lo que he recibido es una serie de informaciones, muchas de ellas contradictorias, que me han confundido a lo largo de las diferentes etapas de mi vida.
Ya no daré consejos no pedidos, en las reuniones con mis amigos me dedicaré a escucharlos y a participar con ellos, pero siempre evitando el buscar que actúen como yo quisiera que actuaran, después de todo ellos y ellas tienen su criterio y se los debo de respetar; de la misma manera les pediré que respeten mi manera de pensar. Ya no quiero ser el redentor ni el redimido, quiero vivir mi vida y dejar que los demás vivan la suya, pero siempre dejando el espacio para que interactuemos apoyándonos unos a otros.
Ya no “cuidaré mi salud” con productos que la dañan, la voy a cuidar buscando un equilibrio perdido desde hace tiempo; voy a comer y beber de todo lo que me gusta, sin excesos ni restricciones que me hagan daño. Ya no quiero ser el “conejillo de indias” probando cualquier tipo de medicamento que me sugieren para estar más sano.
Ya no estaré “serio” en ninguna reunión, reiré con más ganas que nunca; cada evento, no importa su naturaleza, deberá ser de gozo para mí y los que estemos compartiéndolo. Ya no quiero ser el “adusto” que se tiene que comportar seriamente para evitar dar una “mala imagen”.
Ya no me preocuparé por lo que voy a hacer el resto de mi vida, la voy a seguir viviendo un día a la vez; de cualquier manera, haré planes como si fuera a vivir por siempre, pero los modificaré todos los días para disfrutarlos más. Ya no quiero ser “el hombre del mañana” seré el “hombre de hoy”.
Ya no escribiré tarugadas, por eso mejor aquí le paro.
P.D. Aunque no estoy seguro de eso último, pues quizás en unos días les esté presentando algún escrito criticón, inconforme, basado en algo que leí por ahí, aconsejando a las autoridades de cómo deben de actuar, recomendando productos para la salud eterna, tratando seriamente los acontecimientos de nuestra comunidad o planeando el futuro de la humanidad. ¡Bendita naturaleza humana! ¡No me abandones!
