Alguien o algo debe de estar fallando en el equipo de gobierno de Guillermo Padrés. La agudización del problema del SUBA en donde el único perjudicado es el público usuario se les está saliendo de las manos a aquellos que no han hecho su chamba. Si a esto le agregamos la enorme división causada por el enfrentamiento entre los productores del sur del estado y aquellos líderes sociales que aparecen cada sexenio en defensa de las causas del pueblo y al mejor postor, los bajunos ataques en desplegados a quienes dan la cara en defensa de sus intereses, como es el caso del diputado Rogelio Díaz Brown en donde involucran a su familia en asuntos que nada tienen que ver por la defensa del agua del Novillo y, cual cereza en el pastel, el alto índice de criminalidad que se advierte en el estado, tenemos que admitir que estamos ante un estado de cosas que alteran la paz social de los sonorenses y dan la razón al columnista cuando hablamos de que, o hay algunos funcionarios que no le están cumpliendo al gobernador o a estos les falta manager.
Porque no se mandan solos.
En el caso de Ernesto Munro, el secretario de Seguridad Pública, no hay mucha vuelta de hoja. Son los mismos vecinos del norte que no hace más de 36 horas acaban de alertar a sus compatriotas para que eviten viajar a Sonora, más concretamente al sur del estado, debido al clima de violencia que don Secretario, ex diputado y ex titular de la SEMARNAT en la entidad, no ve por ningún lado.
En el caso de los desplegados en contra de Díaz Brown lo único que se logra con ello es atizarle fuego a la hoguera de la división y el encono que recorre buena parte del sur del estado, merced al conflicto por el agua, encontronazo que ahora incluye al poder judicial porque hasta el momento este permanece desoído y desatendido no obstante al ordenamiento de un juez federal que establece dejar las cosas en el estado en que se encontraban hasta antes del amparo concedido a los quejosos, en este caso, a los usuarios del Distrito de Riego del Valle del Yaqui.
Como quien dice, nunca antes tan pocos habían perjudicado a tantos. Por lo que toca al desvencijado asunto del SUBA, el conflicto no parece tener fin mientras que miles de usuarios permanecen varados en sus lugares de residencia, pues ni el sub delegado ni el mismo director del transporte en el estado han podido desatar el nudo gordiano en que se ha convertido el problema transportista en Cajeme.
De ahí que no le falte razón al dirigente de la CTM en Sonora, Javier Villarreal cuando precisa el pobre papel que han venido desempeñando los funcionarios encargados de meter orden en esto que ya es un caos y en donde resultan afectados poco más de 175 mil usuarios. Yo no sé de cierto que tanta razón haya en la versión que establece que son los mismos funcionarios del transporte que han atizado fuego a la hoguera para sacar raja del asunto, pero siento que ya es hora de que quienes mandan en Palacio de Gobierno tomen cartas en el asunto antes de que se vean en la situación en que están sus fallidos funcionarios; Ricardo Ornelas, jefe del transporte en el estado y el subdelegado en Cajeme, Marco Antonio Valdez Aguilar: absolutamente rebasados mientras que miles de usuarios pagan el pato.
FIERRITOS EN LA LUMBRE
Pues por lo que se ve, tenían razón aquellos que, como el columnista pensábamos que don Onésimo Cepeda, Obispo de Ecatepec, tenía finta de todo, menos de purpurado. Ahora resulta que don Onésimo, según el abogado Xavier Olea, está a punto de pisar la cárcel acusado de fraude, ni más ni menos que por el empresario televisivo y de la radio, Rogerio Azcárraga, dueño de Telefórmula.
El meollo del caso es que, tras largas investigaciones se puso al descubierto un supuesto préstamo que el obispo habría hecho a una hermana del empresario de nombre Olga Azcárraga y que según estos, jamás hubo tal préstamo, menos de esa cantidad. Y ahora bien, presumiendo sin conceder que fue cierto lo del préstamo y que la tal señora Azcárraga no pagó en tiempo y forma esa desorbitante cantidad, ¿de dónde sacaría don Onésimo 130 millones de dólares?
Y, con otra ¿Cómo es posible que un hombre de Dios se dedique a la usura, desatendiendo los ordenamientos de aquel de quien predica su palabra? Porque no creo que en este planeta haya quien preste una suma tan respetable por el solo prurito de sacar del atolladero a alguien. Vistas así las cosas y atendiendo la vieja sentencia de, piensa mal y acertarás, cómo se me hace que los miles de dólares que maneja don Onésimo no vienen precisamente del banco del Vaticano cuyas finanzas, por cierto, no aguantan la menor auditoría, según se ha dado a conocer últimamente a tal grado de que hasta el momento sus directivos, siguen sin comprobar otras grandes carretadas de dólares que nadie sabe como ingresaron al Banco. Y los milagros que se sepa, sólo se han dado al momento de transformar agua en vino, pero no en papel periódico en dólares.
Lo que sí es posible es transformar las tinieblas en luz con el solo hecho de encender el alumbrado público, pero eso parece no entenderlo el alcalde de Guaymas, César Lizárraga, de lo contrario, hace mucho que se habrían prendido las luminarias que se levantan a lo largo del bulevard Manlio Fabio Beltrones en San Carlos, desatendiéndose con ello un bonito corredor que no obstante, hasta nuestros días, sigue siendo objeto de orgullo para propios y extraños. Sobre todo para los residentes en este precioso paraje que las autoridades insisten en mantenerlo descuidado.
Aun cuando de todo mundo es sabido que en este mundo profano no hay quien haya pecado en vano y que el gusto por alguien del mismo sexo no es gripa que se cure con desenfriolitos ni sobaditas abajo donde la espalda pierde el nombre, en Guadalajara se acaba de poner en marcha un taller que ofrece “sanar” a los homosexuales, cuyos maestros, por cierto, se anuncian como “ ex homosexuales”, totalmente redimidos.
Y para los que apuntan, el proceso de inscripción es totalmente clandestino, al principio, según la publicación, no hay más datos de contacto que un correo electrónico al que solicitas ingresar al taller; por esa misma vía, te piden llamar a un teléfono y conducirte bajo ciertas claves; salvada esa primer entrevista, mandan un formulario con preguntas vinculadas a tus prácticas sexuales. La prueba final es una entrevista vía telefónica con un sacerdote quien admite o rechaza definitivamente al espirante. La información no lo precisa, pero dicen los que saben más al respecto que para dejar en claro la veracidad de las inclinaciones del aspirante a “sanar”, del otro lado de la línea, el cura debe de escuchar un grito que dice, “ ¡ si soy, amá”!. Y empieza la sesión.
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