La última oleada de violencia en Cd. Obregón, puso al descubierto el verdadero nivel de los resultados de la policía municipal en Cajeme.
Mientras en la vía pública hay espeluznantes ejecuciones, persecuciones, ajustes de cuentas, cuerpos desangrados por las balas, y desde luego flujo y negocios de narcos, los elementos preventivos rinden cuentas magras, presentan ladronzuelos, traficantes de globitos, y encuentran automóviles robados destartalándose de tan viejos, como trofeos de sus logros.
Nunca encuentran a individuos armados libremente, nunca localizan a sicarios que circulan en la vía pública con la fusca en el cinto, nunca a ladrones que roban frecuentemente automóviles último modelo cuyos propietarios lamentan su perdida y la inacción policiaca, nunca contribuyen a reportar delitos mayores, si no solo la detención de desarrapados infractores que rayan en la pobreza y roban baterías, medidores de agua, llantas, carros abandonados, bajadores de cincuenta pesos, prendas de vestir en la copel, pastas de dientes en la lei, desodorantes y pantaletas.
Sin embargo la función policiaca cotidianamente somete a los infractores como si fueran peligrosos delincuentes: Un grupo local de ladronzuelos de vehículos es fotografiado como si fueran los zetas o narcos del cartel de Sinaloa, flanqueados por dos elementos de la Fuerza de Reacción (FIR) con fusiles de alto poder, cuando ni tan siquiera han sido presentados a la agencia del ministerio público.
Pero también la policía local reprime infaustamente, forcejeando muñecas, golpeando rostros, causando hematomas, luxando codos, con puntapiés, manazos, esposas y encañonamientos. Una vez llegados a los separos policiacos, son remitidos sin mayor averiguación ni defensa a las celdas, supervisadas por la CEDH, rechinando de limpias como lavadas por axión, tan siquiera el día de la visita del secretario de nombre Andrés Montoya, enviado por Raúl Ramírez flamante ombudsman sonorense.
Ilustrativa es la foto en donde el secretario del ayuntamiento y el jefe de seguridad pública junto al visitante “constata el estado que guardan los detenidos de seguridad pública municipal”, los numerosos casos que se han presentado desde el inicio del gobierno municipal actual fueron borrados de un plumazo, la incompetencia y arbitrariedad de los jueces calificadores y su médico legista corrupto, del policía abusivo acostumbrado a maltratar a los detenidos desde los gobiernos anteriores,. Y todo está bien. El titular de la corporación Víctor Manuel Landeros Arvizu guía al visitador de los derechos humanos, destaca la remodelación de las celdas y sus baños, informa que se evitará la falta de higiene y de la adquisición de un sistema automatizado que desagüe cada media hora. Pero los centenas de detenidos mensuales por pequeños robos a centros comerciales y ocsos, de tubos de cobre y asaltos a expendios de cerveza son trofeos de los agrios policías municipales que se sienten crueles carceleros de las películas de Nicholas Cage y desahogan sus traumas psicológicos en miles de casos descargando su delirio sobre la humanidad de los detenidos, por ejemplo en el caso del asesinato de José María Valenzuela Sombra golpeado salvajemente por policías el 10 de noviembre de 2010 provocándole días después la muerte cerebral.
KAká Sí
No hay nada en el cartón de comida que sirve de alacena en el cuarto desvencijado de la modesta casita ubicada en el P.O. Una niña tiene hambre. Un padre tiene hambre. Una alacena no tiene nada. Un comercio llamado KAká Si, tiene atiborrado de latas sus estantes, con llamativos colores de promoción. A la entrada no hay guardia. Cualquiera puede entrar sin buscar comprar nada y saborear mentalmente los espárragos enlatados, el salmón ahumado, los chocolates abuelita en su estuche amarillo, la gran pila de paquetes de galletas dulces y saladitas. Las tripas suenan. El cogote traga saliva. Y la mano se estira para alcanzar y lograr entre la sucia chamarra esconder tres latas, dos frascos y hasta un monito de peluche. Son de frijoles, si de frijoles y atunes. Juan el despichado y lento caminante no voltea. Sigue hasta la puerta, tiene la esperanza de salir a la banqueta, brincar el paso desnivel de la calle No Reelección y llegar a su casa a calentar en un viejo sartén, esos frijoles que se ven para chuparse los dedos. Pero un desguanzado guardia con una gorrita azul, le llama a la patrulla. Es esposado, encaramado a la caja trasera, empujado de la cabeza y maltratado hasta la lastimadura de uno de sus hombros. Se va y dura dos días detenido sin comer. Y los frijoles esperando por otro cliente. 10.50 es el precio de la lata.
Ocso ratero
Entre las botes de cerveza hay latas de leche Nan. La leche Nan es para prepararles biberón a los lactantes, bebés desde luego. Entonces Bautista, cruza la vía del tren por la calle Sufragio. Ahí en la esquina con la calle Allende hay un negocio de esos que venden cerveza en grandes cantidades y venden también leche Nan. Bueno, Bautista se anima, entra como para comprar de las latas rojas, pero no, toma dos latas de leche en polvo y sale corriendo rumbo a cruzar de vuelta la vía y desaparecer entre los furgones y las casas de la colonia popular. Al correr, casi lo atropella una doble rodado que le toca el claxon. No se detiene, hace las zancadas más grandes. Llegan ipso facto vestidos de policías, pagados por el dinero municipal, los guardianes del consorcio Femsa de Monterrey, que es el poderoso grupo industrial dueño de la cervecería Cuauhtémoc-Moctezuma y de la cocacola, apellidados sus dueños Garza-Fernández también propietarios de más de 200 ocsos en Cajeme. Estos polecías le llaman por radio a los otros polecías que se encuentran del otro lado de la vía, por el lugar en donde corre nuestro maratonista. La patrulla lo persigue dos cuadras, pega un frenón, este trata de devolverse, la patrulla da de reversa, se baja uno de los cuicos y lo alcanza entre la polvareda levantada tumbándolo al suelo. No se deja. Pero en eso llega el otro elemento y lo aplasta con su panza ballenera. Le tiran un golpe a la cabeza, y Bautista se calma, le tuercen los codos y lo suben a la flamante patrulla con colores verde optimista. ¿Dónde quedó la leche? alguien la recogió en el baldío.
Pobre que roba cobre
Felizardo toma el destornillador le quita los chilillos a los enchufes y jala los cables pegados arrancando el plástico y la capa de yeso de las paredes. Se metió ese día de diciembre, a la casa brincando la cerca. Ya había caído el sol a las 6:30 de la tarde. Jaló el cable aislado con cobre de más de 15 metros y lo enrolló en su brazo. Brincó la cerca y caminó unos pasos. Se detuvo confiado en la esquina de una calle de la colonia San Anselmo. El vehículo de la policía pasó del otro lado de la acera. El ladronzuelo apretó el paso, con un saco visiblemente abultado por el rollo. La camioneta policiaca dio la vuelta en U en la calle y aceleró hasta alcanzar al no tan discreto Felizardo. El joven se detuvo, derrotado, les dijo que el cable era suyo y era para instalarlo en su casa. No le creyeron por que de plano era mucho cable. Le dijeron subiera a la patrulla, pero trató de emprender la carrera, sin embargo antes de seguir avanzando se le salió un pedazo de cable entre los pies y se enredó siendo alcanzado de las greñas y jaloneado hasta someterlo. La casa es propiedad de Espacios Inmobiliarios que la tienen en venta. La licenciada Ana Cárdenas representante de esa empresa, agradecería a los polecías el buen trabajo.
La necesidad económica y el pequeño robo
De los reportes policiacos desde el mes de noviembre al mes de febrero del presente año, emitidos por la corporación policiaca en Cajeme, se desprenden evidencias para vincular al robo de pequeños objetos y de material de cobre como una rutina diaria de los pequeños ladrones para hacerse de unos pesos. En todos los casos trata el juez calificador de vincular al sujeto infractor con la droga y el alcohol para apartarlo de una justificación en la comisión del delito y en su proceder en el sentido de verse en una necesidad económica para cometerlo. El médico legista da un dictamen de grado de ebriedad o de síntomas de drogadicción para quitarle al infractor el calificativo de delincuente vinculado a la pobreza, y se califica al delincuente con móviles originados con el fin de obtener drogas o alcohol, lo que lo describe como un delincuente sin derecho a perdón y por lo tanto justificar la detención dándole un reconocimiento a la labor del policía que la realizó.
Sin embargo, no se necesita darle muchas vueltas al análisis de más de 200 reportes policiacos enviados a CRóNICA10 para detectar que detrás de la mayor parte de las detenciones que realiza la policía municipal existe la causa de la pobreza o de una urgencia económica que tiene el delincuente o infractor para cometer el pequeño robo. En este sentido se concluye que son delincuentes en la pobreza, o pobres que cometen robos menores a los mil pesos que son consignados por el ministerio público y que son golpeados, lesionados, forcejeados y sometidos ilegalmente, violando sus derechos humanos y que no observan los comisionados de una CEDH mantenida con una fuerte suma de dinero público. También se desprende que existe una cantidad mayor incuantificable de robos que no son reportados. Y un tercer resultado del análisis de los reportes policiacos, es el que nos dice que no se pescan delitos de envergadura, como si estos no se dieran, o sea como si no se cometieran nunca en el mismo lapso de tiempo robos grandes, mayores de 10 mil pesos, cuando todo mundo sabe que esos robos son los que más se dan y que más duelen a la persona que fue robada Y esto también se presenta en el robo de vehículos detectados que a continuación descifraremos, ya que son detectados robos de vehículos viejos, nunca de vehículos recientes o de modelos nuevos como si tan solo se robaran los cacharros Onapafas o modelos de hace 10 años o más de antigüedad. Veamos.
Y la cheyene apá?
En la policía municipal no se reportan automóviles robados recientes o de último modelo. De esta manera la policía preventiva nunca detecta el robo de vehículos nuevos.
Todavía más, la amplia mayoría de vehículos reportados robados que se localizan es porque están abandonados. La policía en pocas ocasiones sirve para localizar autos robados sirviendo de referencia los reportes de los ciudadanos que pusieron la denuncia por robo. La policía local, por supuesto menos la Estatal Investigadora, nunca encuentra gracias al rastreo, a los vehículos reportados como robados, a pesar de que el ciudadano robado tiene la esperanza de que en algún momento, la eficiente labor policiaca podrá localizar su automóvil reportado.
Las cifras son elocuentes, de octubre del año pasado a febrero actual, se han encontrado 49 vehículos robados, a excepción de un Nissan Xtrail 08 y un Chevy 2005, todos los demás son de modelos 2002, y de 95 hasta 84 y gran parte de ellos son vehículos que se conocen como onapafas o sea chuecos, abandonados en la vía pública.