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n médico para Seguridad Pública

Fernando Navarro López
Viernes 18 de Marzo de 2011
 

Muchas veces he pensado que la habilidad del ser humano para imitar o aprender de la naturaleza es el camino para encontrar la solución a la mayor parte de los problemas actuales. Esto se ha demostrado en muchos casos, creo que es posible aplicarlo también en el de la seguridad pública.

El caso de la delincuencia está representando en México, desde hace algunos años, especialmente el 2010 y el inicio del 2011 una situación de gravísimas consecuencias sociales, tanto por la manera como los delincuentes se han organizado en bandas –carteles les dice la prensa- como por los métodos que el gobierno está utilizando en sus intentos por restablecer el orden y la ley.

He revisado someramente los casos de la mafia en Italia y el programa de “cero tolerancia” de Nueva York en el sentido de identificar los elementos que les permitieron a los gobiernos de esos lugares lograr cierto grado de efectividad. He descubierto, con asombro, que a pesar de ser de dominio público ambos casos en éste país solo se han aplicado medidas parciales de esos dos antecedentes. Los elementos más notoriamente ausentes en nuestro país son la falta de intervención efectiva en las fuentes de financiamiento de la delincuencia organizada, el fracaso en contrarrestar la amplia base social de que gozan esos grupos en algunas zonas del país y por supuesto el altísimo grado de impunidad y corrupción imperante en todo el sistema encargado de la ley y el orden.

Todo esto es repetido cada cierto tiempo por los más variados analistas sin que hayamos encontrado una solución definitiva a una cuestión tan compleja, por lo que sugiero que se utilice el símil del sistema inmunológico humano para atender en forma integral la actual situación, que está llegando a niveles nunca vistos.

Si tomamos los centros urbanos en términos simbólicos como el “cuerpo”, las calles serian las venas y arterias, el edificio del presidente municipal seria el cerebro y las policías al sistema inmunológico.

Si seguimos con este ejemplo imaginario, los antígenos o agentes patógenos, corresponderían a los delincuentes y los diferentes mandos policiales a los diferentes tipos de glóbulos blancos.

El cuerpo humano tiene un sistema inmunológico complejo basado en tres tipos de protección: la física (la piel, las secreciones del estomago, boca, etc.) que nos previene contra las infecciones, la segunda entra en acción cuando algún agente
extraño logra entrar al sistema y es atendido por un mecanismo sumamente interesante de colaboración y especialización redundante.

El tercero es todavía mejor y tiene que ver con la “memoria inmunológica” es decir la capacidad de defendernos de todo aquel agente extraño que ya nos haya atacado con anterioridad y que es en el que se basa la estrategia de vacunarse contra las enfermedades utilizando un antígeno tratado que no logra enfermarnos pero si activar este tipo de defensa con un alto grado de especialización.

Los glóbulos blancos o leucocitos son células con movilidad propia y un periodo de vida relativamente corta presentes en cinco diferentes tipos, cada uno de los cuales debería de tener su correspondencia entre las diferentes corporaciones encargadas de vigilar y restablecer el orden cada vez que se cometa un delito.

Todos deben de tener garantizada la movilidad para llegar a los lugares indicados en cantidades y en el tiempo adecuados, por lo que el método de comunicación entre si es uno de los aspectos que debe de resolverse. ( no tener suficientes agentes, ni suficientes patrullas así como la interferencia y la filtración de las comunicaciones policiales, como es obvio, impide tener éxito ante las amenazas).

Los neutrofilos son los más numerosos ( del 60 al 75 % del total) y los responsables de “comerse” cualquier agente extraño o restos de células muertas, son las primeras en llegar, de ellas se forma la pus. Serian los equivalentes a los agentes policiacos y a las ambulancias.

Los monocitos representan del 4 al 8 % del total también se “comen” a los microorganismos invasores pero además son los responsables de producir la fiebre, como una especie de alarma de que algo está sucediendo en el cuerpo.

No hay equivalente actual pero sería interesante que se formara un cuerpo policial con similares funciones que acordone el área de la “infección” y de aviso a todo el sistema de lo que está sucediendo.

Los eosinofilos son más o menos de entre el 2 al 4 % del total, con movilidad propia, capacidad de “comerse” a los invasores especialmente a los parásitos, además de ser los responsables de las alergias. Su capacidad de respuesta es por la relación antígeno-anticuerpo.

Este tipo de fuerza es equivalente a los grupos especializados tipo “swat” genéricos, es decir que no ponen en peligro la vida al atender sus tareas y que cubrirían las tareas de prevención de delitos.

Los linfocitos están presentes entre el 24 al 32 % del total de los glóbulos blancos, son de alta especialización y jerarquía pues son los responsables de la inmunidad
adquirida o “memoria inmunológica”, serian equivalentes a los grupos de atención especializada como los existentes contra secuestros, por ejemplo. Obviamente hace falta crear varios mas.

Los basofilos representan el 0.5 % del total y son los responsables de dar inicio y coordinar las respuestas inmunológicas de acuerdo al tipo de situación de que se trate. Son los equivalentes a los mandos superiores.

Este simple ejercicio nos da una idea de las cantidades y proporciones de los agentes que se debería de asignar a garantizar la normalidad social, sin tomar en cuenta que no estamos considerando la “calidad” de los glóbulos blancos, pues en un cuerpo en que se da este caso, (pocos o defectuosos, la muerte es irremediable e inminente).

El estado actual de cosas no lo originan los delincuentes, pues estos siempre van a existir, sino que tenemos cantidades equivocadas de “globulos blancos” o demasiados “defectuosos” o eusinofilos interfiriendo en las actividades de los neutrofilos o viceversa. Adicionalmente el sistema actual tiene una grave falla de comunicación y oportunidad, si seguimos “comparando” ambos casos la cantidad de agentes patrullando es irrisoria pues la respuesta inmunológica se basa en la rapidez y la colaboración. Tal vez utilizando los taxis en el esquema de alerta haya una solución o involucrando a repartidores cotidianos o a ambos considerando que cumplan los requisitos para poder incorporarlos a el sistema.

En este orden de ideas ¿que significara -para ti que lees- el “vacunarse” contra enfermedades peligrosas? Y una ¿transfusión sanguínea?.

El primero de los casos sería equivalente a valerse de delincuentes arrepentidos para lograr identificar los puntos débiles que permitan atacar la infección y también la “infiltración” entre los grupos delictivos. El segundo caso exige conocer antes el “tipo” de sangre de lo contrario la sangre agregada sería fatal, similarmente no cualquiera debería de incorporarse a una corporación pues el nivel de colaboración e interdependencia es clave para el éxito de las labores.

Es por estas razones que la conclusión inicial de estas reflexiones es que si queremos implementar un esquema integral y probado por miles y miles de años para solucionar las amenazas a la integridad de los grupos humanos deberíamos de intentar emular el sistema inmunológico que tenemos y nadie mejor capacitado para ellos que un especialista: el médico inmunólogo ¡¡¡¡
cdimf_fernandonavarro@hotmail.com

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