Los resultados del Censo 2010 sobre la religión profesada por los mexicanos levantaron revuelo y algunas especulaciones de aparente mala fe que vale la pena analizar.
Más que hablar del alto número de mexicanos que profesan alguna religión —más de cien millones— o del avance de las iglesias protestantes, buena parte de las notas periodísticas se enfocaron a destacar un aparente desplome de miembros en la Iglesia católica.
Efectivamente, en el 2010 el porcentaje de católicos mexicanos bajó a 83.9% contra 88% del año 2000, esto es una reducción de 4%, de acuerdo con los datos de los últimos dos censos.
Pero numéricamente existen más de siete millones de nuevos católicos, toda vez que en el 2000 eran 85 millones miembros contra 92.9 millones del 2010.
Bajó el porcentaje pero sin afectar la cantidad total de católicos, porque en estos 10 años la población creció, al pasar en números cerrados de los 97.5 millones de habitantes a los 112 millones.
Resulta, pues, una vil farsa asegurar que más de un millar de mexicanos abandonaron diariamente la Iglesia católica durante la última década, tal como lo declaró el sociólogo e historiador Roberto Blancarte.
Lo realmente cierto, siempre y cuando los números del censo sean reales, es que muchos mexicanos decidieron abrazar otras religiones, en especial las evangélicas y protestantes, pero otros más optaron por no profesar ninguna religión.
En el primer caso el aumento de las iglesias protestantes no católicas pasó de unos 6.5 millones en el 2000 a 14 millones en el 2010, esto es un incremento superior a 100%.
En el segundo caso el aumento fue también significativo al crecer de 2.9 millones en el 2000 a 5.2 millones el número de quienes no profesan religión.
Los eternos enemigos de la religión católica aprovecharon estos números para irse con todo en contra de la Iglesia que mantiene en México una mayoría abrumadora de 83.9%.
Sin duda la promoción activa de otras religiones permitió interesar a muchos mexicanos que quizás se decían católicos pero sin practicar en serio su religión. Las denuncias contra sacerdotes y religiosos por abuso sexual, así como el escándalo del fundador de los Legionarios de Cristo, Marcial Maciel, también afectaron la imagen de la Iglesia católica.
En todo caso, lo más doloroso para los católicos ha sido esa campaña incisiva y mordaz para intentar desprestigiar a una institución que tiene una historia de más dos mil años con beneficios enormes para la humanidad en todos los ámbitos de la vida tanto en México como a nivel mundial.
Decir entonces que el catolicismo en México está destinado al abandono es simplemente un deseo perverso de quienes buscan ganancias a río revuelto.
Santiago Healy. Editor de “Diario San Diego” en California,