A unos cuantos días de que tengan lugar las llamadas elecciones de la definición en el Estado de México, ésta definición ya está dada desde el momento mismo en que Peña Nieto, demostrando esa vagancia y agudeza que lo colocan como uno de los políticos más destacados en el país, decidió actuar más con el estómago que con el corazón y aceptó a Eruviel Avila como candidato del PRI al gobierno de su estado, no obstante a que sus preferencias andaban por rumbo de Alfredo del Mazo, el hijo del hijo de los que siempre habían venido mandando en esa entidad.
Y en esencia eso es lo que buscaban los panistas y el propio Erubiel. Que Peña Nieto se hubiera equivocado para entrar, en calidad de víctimas, como el candidato rechazado y, en alianza con cualquier otro partido, le habrían de dar la puntilla al PRI y con ello a las aspiraciones políticas del encopetado político que, al ganar tan importante partida se perfila como el absoluto ganador de estas y las próximas elecciones en las que Calderón y el PAN tendrán que dejar los Pinos.
Ante tan magistral jugada del político que se consolida como el hombre que el PRI necesita para barrer con las aspiraciones del corderito de Calderón o la flaca candidatura de Lujambio ( de Lozano, ni caso tiene ocuparse lo mismo que de Santiago Creel, luego de las declaraciones de su padrino, el señor Fox quien ya anticipó el triunfo del tricolor en el estado de México y las presidenciales ) al PAN no le quedó más que participar en la contienda solo por participar pues de antemano, sabía que con su excelencia, su santidad Luis Felipe Bravo Mena, no había mucho qué esperar.
En el caso de Encinas, el escenario no era muy distinto. El barbado ex jefe de gobierno capitalino sabía que solo un milagro podría colocarlo en posibilidades de darle un susto, ya no ganarle al grupo Atlacomulco. Porque el enemigo a vencer ahí no era Eruviel Avila sino a lo que representa, esto es, el proyecto político del PRI a nivel nacional y a su virtual candidato, Enrique Peña Nieto.
Por ese motivo, también, no vimos, por ningún lado el activismo político de Marcelo Ebrard ni de López Obrador por el Estado de México. En el caso del PAN, estaban tan ciertos de que su candidato no llegaba ni a la preliminares que el propio Gustavo Madero, su líder nacional, no estuvo acompañándolo en el arranque de su campaña.
Las mismas precauciones se tomaron Ebrard y López Obrador al que le valieron un cuerno los resultados de la famosa encuesta que dijo sí a la alianza del PAN con el PRD y a fin de cuentas se salió con la suya y por sus pistolas, no hubo tal alianza.. Finalmente vemos que más sabe el peje por viejo que por peje y que ni juntos, Encinas y Bravo Mena le harían mella al candidato de Peña Nieto. La ventaja de poco más del 30 por ciento que les lleva Eruviel así lo demuestra, no son elucubraciones. De ahí que no se puede estar de acuerdo con aquellos que aseguran que además de Encinas y Bravo Mena, López Obrador es uno más de los muchos perdedores en esta contienda. En todo caso, lo que sí es innegable es que mientras que Cordero, el mini candidato de Calderón monta en caballo de hacienda ( federal ) en busca de los Pinos, Peña Nieto “va echo madres”, montado en un Ferrari de ocho cilindros en busca de la misma posición.
FIERRITOS EN LA LUMBRE
En su encuentro de ayer con el poeta y escritor Javier Sicilia, Felipe Calderón nos dio la razón a todos los mexicanos que seguimos pensando en que la guerra contra el crimen organizado se trazó con las extremidades inferiores del cuerpo, vulgo, las patas. Lo anterior no resultó difícil de colegir. Primero, Calderón le aceptó a Sicilia que es más posible que a él lo recuerden por su encontronazo con las bandas del crimen organizado, antes de sus obras o logros en la educación y la salud, pero el prefiere que lo recuerden así y no por no haber actuado en contra de estas bandas de criminales que, dijo, están matando a las víctimas. Segundo y para remachar al clavo, reconoció que él sabe cuánto dinero reciben los jueces a cambio de sus fallos, favorables, a los criminales. “ Si. Ya sé, en papeles manuscritos, que no tienen valor probatorio pleno. Ya lo sé. Ya me sé, perdónenme la expresión, la cantaleta de los jueces. Pero ya sé que están en la nómina, yo sé cuanto reciben”.
Denuncia y conocimiento que, por lo visto, se perdió en lo negro de las corrupciones hacia el interior de las procuradurías, las policías estatales y federales y de las que, naturalmente se tuvo que haber enterado Calderón, antes de irse a la guerra sin haber depurado, sin haber desarmado al enemigo que tenía en casa.
Sin saberlo, tal vez, Sicilia pudo haber puesto en duro predicamento a Calderón y ahí mismo, en un descuido, hasta pudo pedir el juicio político para el mandatario ante tan obtuso reconocimiento de mea culpa lo que se traduce en absoluta irresponsabilidad.
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