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Cuando era precandidato del PRI a la presidencia de la República, Roberto Madrazo marchó siempre solo en la elección y de esa misma forma, sus propios correligionarios lo dejaron solo en la contienda con los resultados ya de sobra conocidos; una catastrófica debacle que lo ubicó en un humillante tercer lugar, avasallado por la innegable fuerza de López Obrador y la apabullante campaña del candidato del trabajo, cuyo estribillo quedó solo en eso según lo demuestran claramente los aplastantes hechos.
Y, claro, Madrazo no tuvo tampoco un contrapeso del tamaño de Beltrones hacia el interior del partido y si, en cambio contó en todo momento con la traición de la maestra Elba Esther Gordillo y el sindicato de su propiedad, el SNTE, como ya ha quedado plenamente demostrado y aceptado por los dos principales protagonistas de la traición más grande registrada a través de la historia del PRI: La misma Gordillo y su principal beneficiario, Felipe Calderón Hinojosa, la misma con la que según ha declarado abiertamente el dirigente del PRI nacional, Humberto Moreira, ya han empezado negociaciones a efecto de que se integre a la campaña del PRI en dirección a los Pinos.
Conocidas públicamente que son las rencillas irreconciliables entre Manlio y la Gordillo fácil resulta deducir que Moreira ya da por un hecho que el candidato del PRI será Peña Nieto, de ahí que, repito, mañana que se esté reuniendo la clase política del PRI para elegir a su nuevo Consejo Político Nacional podría ser un día clave, para el PRI y aquello de que no habrá “cargadas” ni expresiones de apoyo para ninguno de los dos personajes aludidos, podría quedar en buenas intenciones, sobre todo si, como vemos, Peña Nieto ya tuvo su cuchupo interno con buena parte de los diputados afines a su proyecto político en lo que fue reconocido como un mini destape hecho a su medida y que, naturalmente provocó las declaraciones de Manlio, dirigidas, también, muy a su medida, en el sentido de que en el PRI ya no cabían ese tipo de manifestaciones con personajes que huelen a naftalina. Después no digan que aquí lo advertimos.
FIERRITOS EN LA LUMBRE
Aprovechando ese novedoso invento del hombre blanco, llamado twitter, hemos estado en contacto directo con el ex dirigente nacional del PAN, Manuel Espino Barrientos en un interesante “ carteo” en el que, desde hace algunos días, el expulsado ex dirigente nos había confirmado que se sumaba a la lista de aspirantes de su partido para buscar la candidatura que lo lleve a disputar la presidencia de la república con el resto de los posibles abanderados del resto de los partidos. De momento y según ha dicho él está dispuesto a registrar su candidatura al lado de Santiago Creel, Ernesto Cordero y Josefina Vázquez Mota para participar en la contienda interna a registrarse el próximo 18 de noviembre. A pregunta expresa en relación a un posible debate entre él y los dos primeros, Espino dice que primero buscará el registro y posteriormente se podrá hablar de debates. Y en más del PAN el que por fin ya se dio cuenta de que no cuenta con el posicionamiento favorable entre los panistas es el secretario del Trabajo de Calderón, Javier Lozano al que le costó mucho trabajo presentar su declinación a sus sueños guajiros ante el líder de su partido, el señor Gustavo Madero. Por cierto que, lo único trascendente que dijo en su comparecencia ante los medios fue que metió reversa en torno a Ernesto Cordero a quien le había jurado amor y lealtad eterna “ En cuanto a que si voy a aportar mi capital político a Cordero, negativo, no es así”, dijo el funcionario. Apenas él sabrá a que capital político se refiere, pero así dijo. Por rumbos del PRD, en medio de las fintas de López Obrador y Marcelo Ebrard, se levanta la voz, a todas luces extraviada del llamado líder moral del Sol Azteca, Cuauhtémoc Cárdenas para señalar, según él, que ni Andrés Manuel ni Marcelo deben de ser vistos como los únicos aspirantes a la Presidencia por parte de la izquierda. A menos que esté pensando en jalar gente del equipo de enfrente pues del resto de los perredistas, como dijo la Gordillo, los metemos en una licuadora y de todos no se hace uno. A menos que él nos salga con la sorpresa de que viene por su tercer aire y la verdad, ya no está el horno para bollos.
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