Esta es una frase que se ha usado durante muchos siglos, casi me atrevería a decir desde que se inventó el denarius, o dinero romano.
Wikipedia define al dinero como: DINERO (del latín denarius o denario, moneda romana) es todo medio de intercambio común y generalmente aceptado por una sociedad que es usado para el pago de bienes (mercancías), servicios, y de cualquier tipo de obligaciones (deudas). Adicionalmente, en Wikipedia se dice que las primeras monedas que se conocen, se acuñaron en Lidia, la actual Turquía en el Siglo VII a. C. Desde entonces El dinero permite el intercambio de bienes y servicios en una economía de una manera más sencilla que el trueque.
Entonces, desde hace alrededor de 28 siglos las culturas “civilizadas” no conocen otro tipo de intercambio que no sea con dinero; en la época actual en nuestra sociedad no podemos concebir la vida sin este componente que es el tema diario en todos los medios y niveles sociales. Prácticamente la vida de muchos gira alrededor del dinero y, desgraciadamente para muchos, su muerte ha sido por causa del dinero o disputas por este medio de intercambio.
Por otro lado y sin meternos en consideraciones filosóficas que nos harían bolas (por lo menos a mí), la vida se define como (otra vez Wikipedia por facilidad):
El término VIDA (latín: vita ), desde el punto de vista de la biología, que es el más usado, hace alusión a aquello que distingue a los reinos animal, vegetal, hongos, protistas, arqueas y bacterias del resto de manifestaciones de la naturaleza. Implica las capacidades de nacer, crecer, reproducirse y morir, y, a lo largo de sucesivas generaciones, evolucionar.
Por tanto al usar la frase “el dinero o la vida” estamos mencionando dos términos que no tienen nada que ver uno con el otro. El dinero no tiene nada de vida biológica y la vida no puede intercambiarse por nada.
Los seres humanos, seres vivos, nos relacionamos con nuestro entorno o ambiente por medio de los sentidos, veamos (y ya me metí con un sentido) cómo se pueden relacionar el dinero y la vida con dichos sentidos:
LA VISTA: ¿Qué más bonito y útil el que veamos un paisaje compuesto por elementos biológicos, y algunos no biológicos, para sentirnos vivos? Podemos pasar momentos muy agradables observando la naturaleza, un atardecer, la lluvia, a nuestros seres queridos y otras manifestaciones de la vida; en cambio observar un billete, icono de dinero, nos aburrirá en menos de medio minuto (por lo menos a mí).
EL OLFATO: ¿Con qué se pueden sustituir los olores de la vida? Las flores, la tierra mojada, el mar, un bebé, el pasar por una carreta donde se preparan tacos del tipo que quieras; en cambio, oler un billete no produce ninguna sensación, excepto el ligero olor a tinta que todavía le queda por haber pasado por tantas manos.
EL GUSTO: Aquí la cosa es sencilla ¿Qué sabor prefieres? El de unos huevos rancheros, un café recién hecho, tacos, tortas, etc., o ¿el de un billete?
EL TACTO: La sensación de tocar a un ser querido: nuestra madre, esposa, hijos, amigos, etc. nunca podrá ser superado por la sensación de tocar una moneda o un billete.
EL OÍDO: Para empezar los billetes no emiten sonidos, las monedas al caer emiten un ruido sin chiste y que desaparece casi instantáneamente; en cambio la vida nos ofrece sonidos que llenan de placer a nuestra alma: la risa de los niños, la voz del ser amado, los cantos de las aves, el ruido del viento al pasar entre las hojas de los árboles, incluso el sonido del silencio cuando te encuentras en el campo y no se escucha nada.
Entiendo claramente que el dinero es un componente necesario para cubrir muchos aspectos de nuestra vida cotidiana, pero ni por equivocación es el más importante ni el único como algunos nos quieren convencer; la vida en cambio sí es insustituible, pues en cuanto la sentimos perder, ya sea en nosotros o en alguno de nuestros seres queridos, la valoramos en toda su extensión.
Recuerdo la expresión que alguna vez escuché cuando supimos de la muerte de un conocido que se suicidó por no poder cubrir sus compromisos de dinero: “Qué tonto, su vida valía dinero”. Nunca he vuelto a escuchar otra aseveración más triste.
Casi para terminar, cada rato nos llegan correos electrónicos en que nos expresan el sin sentido que es “trabajar toda la vida para tener dinero, perdiendo la salud en ello, y al final, usar ese dinero para curarnos las enfermedades que nos generamos al trabajar para tener dinero”.
Disfrutemos los aspectos de la vida que no requieren de dinero para gozarla; nos sorprenderemos que son muchos más los placeres gratuitos que los comprados. Ojalá podamos decir “la vida y después el dinero”.