Columna de Hierro
Sergio Ibarra
Me temo que los comentarios que a manera de recomendación, en dirección al gobierno de México y concretamente a los oídos de Felipe Calderón por parte del juez Baltasar Garzón quien ha ejercido la jurisdicción universal en algunos controversiales casos ( Pinochet, entre otros) llegan demasiado tardes e ineficaces para apaciguar el dolor, la crispación y el coraje que recorre la república.
Lo dicho por el abogado en el Foro sobre seguridad democrática a que fue invitado por parte de la Comisión de Derechos Humanos de la Cámara de Diputados, pareciera ser un tratado universal de lo que no debe de hacerse en la lucha antinarco.
Para desgracia de los mexicanos, el principal de estos puntos, ni siquiera fue tomado en cuenta por el comandante en jefe del ejército que se enfundó en su casaca e inició el juego infernal que no parece tener fin…de aquí al primero de diciembre del dos mil doce, tiempo en que deberá estar entregando su escalofriante parte de guerra.
¿Para cuántos muertos más te gusta que cierre la cifra?
El punto anterior y del que te decía ni por asomo se reparó en él, según el señor Garzón es que jamás se deben de tomar decisiones en materia de seguridad a espaldas de los ciudadanos. Menos, por supuesto, se podría pensar en llevar a juicio a los directamente responsables por la muerte de tanto mexicano inocente, incluidos niños y mujeres que nada tenían que ver con estas acciones de guerra.
Y es que, según don Gaspar en el caso mexicano contra el crimen organizado, hay responsabilidades penales y políticas.
“La sociedad mexicana no debería pagar, bajo ningún concepto, el precio de miles de muertos al confrontar el Estado al crimen organizado, que debe ser combatido dentro de los límites de la ley, como se ha logrado en diversos países del mundo.” En lo que seguramente es música para los oídos de los diversos grupos que se han levantado a lo largo del país para protestar por la irresponsable forma en que se ha enfrentado al narcotráfico, el juez español dijo además que, si se recababan pruebas, los tribunales mexicanos podrían resolver sobre algunos casos que se integran en la categoría de crímenes contra la humanidad.
“La aldea es global también en el ámbito del derecho”, advirtió. En opinión del magistrado, un Estado de derecho fuerte, enérgico, debe enfrentar las amenazas a la sociedad, en unos límites, con un diseño claramente estratégico, con una convicción democrática absoluta, en los que estén claramente definidos los espacios que sin derecho no son aceptables.
Y en lo que “ pareciera ser” una clara alusión a la tragedia que arropa al país, precisó que, cuando el combate se hace al margen de ello, “ se sufren consecuencias después; ni un solo ejemplo histórico de extralimitación de esos márgenes ha sido al final positivo. Ha sido peor para las instituciones, para la credibilidad democrática de las mismas y para los ciudadanos; en México, el número de víctimas ya alcanza una cuotas absolutamente inadmisibles”.
Lo dicho, demasiado tarde. Ante el sometimiento absoluto de las bandas criminales, a lo más que pueden atinar nuestras autoridades es hacer lo que en estos momentos tiene lugar en Sonora en el caso del sector salud.
Cinco de los 72 municipios que conforman el Estado se hayan absolutamente en el desamparo sin los más elementales servicios médicos, porque debido a la inseguridad en algunas zonas del Estado, las universidades han pedido la salida de sus médicos residentes en estos lugares considerados como de alto riesgo.
Estas comunidades, según el secretario de Salud, Bernardo Campillo,quien confirmó el caso, son El Sásabe, municipio de Sáric; Maycoba y Santa Rosa, en Yécora; ejido La Sangre, en Tubutama, así como en Atil y Oquitoa.
Es decir, a partir de que de un tiempo a la fecha esas cinco regiones son tierra de nadie (bueno, sí del crimen organizado ) prohibido enfermarse. Y, en caso de hacerlo, los enfermos tendrán que ser trasladados a las localidades cercanas, según el señor Campillo pues no hay un solo médico o enfermera que pueda atenderlos. Las plazas están vacantes, son ocho médicos y cuatro enfermeras que, según el titular de Salud en Sonora, ya tienen la chamba asegurada con el solo hecho de solicitarla.
Lo que no tienen seguro es salir vivos en esa parte del estado, regido por la ley de la metralla.
FIERRITOS EN LA LUMBRE
Hará cosa de algunos 20 años, mientras entrevistábamos a doña Ofelia Guilmain ( Madrid, España, 17 de noviembre de 1921,- Cd de México, 14 de enero de 2005+ ) parada en uno de los pasillos del teatro del Itson, se lamentaba de la escasa respuesta de la sociedad cajemense a las obras de teatro.¿Pero es que, qué quiere este pinche pueblo? ¿Seguir en la decadencia y rancho de tercer mundo?. Se preguntaba doña Ofelia. Acababa de terminar su segunda actuación en el teatro y la concurrencia había sido muy poca, pese al elenco que le acompañaba en esos momentos. Y se lamentaba también del poco apoyo que se le brindaba con ello al promotor cajemense, Rubén Lara quien por aquel tiempo hacía sus pininos en la producción teatral. Lo anterior viene a cuento porque, tras 20 largos años de ocurrido el episodio anterior, las cosas siguen en las mismas, en lo que hace al gusto por el teatro y las buenas obras en escena.
En esta ocasión que se presentaron (miércoles anterior) dos de las más reconocidas damas del teatro en México, Jacqueline Andere y Raquel Olmedo, acompañadas por la bella francesita Angelique Boyer (Teresa) con la obra, “ Ausencia de Dios”, me vinieron a la mente las expresiones de doña Ofelia cuando el echar una rápida mirada al teatro comprobé que seguimos en las mismas, sin mucha respuesta al gran esfuerzo que hacen los artistas de la talla de estas tres grandes damas y por supuesto, al propio esfuerzo que sigue haciendo don Rubén, el hombre que, de modesto empleado del IMSS local, se transformó con el tiempo en el reconocido empresario teatral que es ahora.
Por lo que toca a la obra, “ Ausencia de Dios”, del dramaturgo estadounidense John Pielmeir, es una magnífica puesta en el que debaten las tres únicas personalidades en escena; una monja, ( la Boyer, Agnes ) la madre superiora, ( Raquel Olmedo ) y la psiquiatra, ( Jacqueline Andere. Su nombre original es “ Agnes Dei”, el cordero de Dios y fue llevada al cine en 1985 estelarizada por Jane Fonda.
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