La operación teatral emprendida por Televisa, apenas unas horas después de ocurrida la tragedia de Monterrey que dejó una macabra estela de 52 muertos, pareciera estar inspirada por los guionistas del programa de la peruana Laura Bozo.
Si usted hizo bien en no perder su tiempo para escuchar el tele montaje dirigido por Loret de Mola, déjeme decirle que el bodrio de marras en el que por supuesto, no podría faltar la voz y la recia participación de nuestro gobernador, Guillermo Padrés, se resume básicamente en un expiar de culpas de la ilustre televisora de las barras y las estrellas en donde, para darle mejor sabor al caldo, se tuvo espacio hasta para las voces de la competencia como fue el caso del conductor de noticias de TV Azteca, Javier Alatorre, y ni qué decir, por supuesto, de su conductor estrella, Joaquín López Dóriga.
Lástima que ya no están al aire los integrantes de aquella jocosa tercia de Ensalada de Locos, compuesta por el loco Valdez, Héctor Lechuga y Alejandro Suárez, si no, también los hubieran puesto al micrófono para que hubieran completado el cuadro y hacerle con ello la chamba al gobierno federal. Una chamba que, como dijo en días pasados el asesor en asuntos de seguridad nacional, Simón Vargas, se tuvo que haber hecho meses atrás, cuando el mismo Cónsul gringo, en Monterrey, Bruce Williamson, empezó a advertir de la penetración del narco en la economía de Nuevo Léon, lo mismo que en las esferas de las dependencias encargadas de la seguridad pública, mismas que ahora, según se anunció ayer por el gobernador neolones, Rodrigo Medina, se hallan en capilla ante el sospechosismo de que se están hasta las cachas, coludidos con los barones de la Cosa Nostra.
¿ Dónde habremos visto esto, dónde los habremos visto?
Bueno, con decirte que hasta el Adal Ramones tuvo sus tres momentos de gloria en el noticiero de Loret, lo mismo que, -- faltaba más—el telecomediante de moda del canal de las estrellas, Eugenio Derbez; por el terreno deportivo, los cerebros de Televisa echaron mano de la paisana Ana Gabriela Guevara para sumarla a las voces de aquellos que, como Calderón, quieren lo mejor para México y por supuesto, tampoco están de acuerdo con la propuesta que hace el orate con botas, Vicente Fox de negociar y pactar con los criminales como si no bastara la inacción y la pasividad en que se estuvo durante tanto tiempo en este renglón, mientras que el cáncer empezó a roer, lento, pero inexorable, el tejido social.
Por cierto que a este respecto, el periódico el País, de España, dedicó su editorial de éste pasado martes al caso de la tragedia del Casino Royale en el que precisa que el brutal atentado tiene su explicación en la lucha entre cárteles de la droga y actos de barbarie como el ocurrido en Monterrey en donde los narcotraficantes tratan de poner al Estado de rodillas, creando una imagen de ingobernabilidad ante la opinión que le obligue a negociar un alto al fuego, al amparo del cual el narco seguiría disfrutando en la impunidad de tan criminal sinecura. Prebenda o canonjía, pues.
FIERRITOS EN LA LUMBRE
Se sabía que nuestros nunca bien ponderados políticos dejaban los cargos o aspiraciones por cuestiones de salud o, “ por así convenir a sus intereses”, pero nunca se había visto un curioso y risible caso como el del secretario de la SEP, y hasta ayer, aspirante presidencial por el PAN, Alonso Lujambio el que, según declaraciones del propio Calderón, renuncia a sus aspiraciones presidenciales, “ por amor a México, lo que nos garantiza que tenemos a un gran secretario de educación en México”. Bueno, eso es lo que dijo, ayer, Calderón, cuando acompañado de Lujambio y la Gordillo, encabezó el acto de entrega de becas para estudiantes de la ciudad de México, en el Museo de Antropología.
Renuncia que, aquí entre nos, reduce el listado solo a tres, no a cuatro, como insisten en jorobar algunos analistas que creyendo en la vieja de Santa Clos, siguen incluyendo en la flaca caballada panista al gobernador de Jalisco, Etilio González Márquez, cuando la verdad es que los únicos rescatables solo son dos; Santiago Creel y doña Josefina Vázquez Mota, porque da el caso que el cordero de Felipe sigue en las mismas sin salir de su condición de lechón.
AQUELLOS FESTIVALES. Recorriendo, a veces a pie, a veces en auto, las instalaciones del recién remodelo sector de la Laguna y el Centro Deportivo Alvaro Obregón, se le vienen a uno los recuerdos de cuando los alcaldes de los setenta rescataron para la raza y el populacho este majestuoso anfiteatro que sigue siendo la arboleda que aun se levanta a un costado del edificio que alberga ( o albergaba? ) la Casa de la Cultura y en la que Guillermo Urías Rodríguez presentaba los llamados Festivales dominicales, de tan gratos recuerdos para los cajemenses.
Por el templete de estos festivales que no le costaban un solo peso a los espectadores que se contaban por miles, cada semana, desfilaron desde artistas regionales, de talla nacional y hasta internacional como el mismo Alberto Cortés, según nos hacía ver don Guillermo, ayer que nos comunicamos con él para hacerle la pregunta que se siguen haciendo aun muchos cajemenses.
¿No será posible que haya por ahí algún grupo de empresarios o clubs de servicios sociales que coordinando esfuerzos pudieran rescatar este tipo de espectáculos para la plebe que encontraba en estos festivales un lugar de esparcimiento sano y familiar?
La respuesta fue de lo más sencillo; -- ya no hay entre los cajemenses de nuestros días, un Manuel Islas, un Ricardo González Laborín – que prestaba a los artistas que presentaba en el viejo Hotel Costa de Oro, sin cobrar un cinco por ello--y ya no se han dado alcaldes como los que se dieron en aquellos tiempos, 1971 al 76, tiempo en que duraron los festivales como fueron los casos de don Carlos López Arias, Hernando Pola, Pedro Romano y Rodolfo León Manzo, para que impulsen este tipo de actividades.
Y por supuesto, ya no hay tampoco un Guillermo Urías que se diera el tiempo para coordinarlos y encabezarlos después de cumplir con sus actividades de Director de Acción Cívica Municipal y de sus horas de cabina en la radio para que trabajara por aquellos años, al lado de voces consagradas como las de Enrique Plumeda Olivas ( qpd), Otilio D Gives, Alfonso Araujo, Eduardo Valenzuela Liera, Marco Antonio Muñoz Soto, Sergio Anaya y Enrique Galindo Fernández, en donde el popular Memo Urias, se abría cancha al lado del ahora laureado, José María Cerecer Sánchez, con quien le tocaría aplicar, juntos, pues, su examen de locutor profesional, en la Ciudad de México.
Por esos mismos festivales, vimos pasar a grandes conjuntos como Los Muecas, Freddys, los Potros, Zorros, y cantantes de ranchero y norteño como Lorenzo de Monteclaro y muchos más que, como decían los cronistas de la época, eran del total gusto de la concurrencia.
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