Todos somos priístas hasta que no demostremos lo contrario.
Anónimo
La maroma en la que acaban de “cachar” al Secretario de Gobierno, Roberto Romero, ya es un escándalo nacional no por el hecho en sí, no es justificable pero en “todas partes se cuecen habas”, más que nada por la evidencia del acto, una grabación que el propio funcionario ya aceptó como auténtica.
También porque se da en el contexto de una elección nacional del PAN, por lo que es necesario cuestionar si los gobiernos que simpatizan con Santiago Creel (habrá alguno?) o Josefina Vásquez Mota no harán haciendo lo mismo.
O en qué movimientos andarán los gobernadores de Puebla, Rafael Moreno Valle; de Baja California, José Guadalupe Osuna Millán; de Baja California Sur, Marcos Covarrubias Villaseñor, que junto con Guillermo Padrés “destaparon” mediante una carta al delfín del presidente Felipe Calderón.
Más allá de que un sector del panismo recurra a las mismas técnicas que tanto criticaron de los priístas, el asunto protagonizado por el Número Dos del gabinete estatal se agrava sobre todo si hay recursos públicos (cada vez más partidizados) de por medio
Al respecto, el priísmo reacciona con una memoria selectiva, cargada de cinismo y la nostalgia de “que todo tiempo pasado fue mejor”. Una cuestión de formas al fin, pues aún en la operación política la experiencia hace la diferencia.
Ahí está el diputado nogalense Miguel Pompa Trujillo al anunciar que llevará el caso a la Fepade, lo cual es muy loable, pero por qué no hizo lo mismo cuando el gobierno de Eduardo Bours operó a favor del senador Alfonso Elías para que fuera el candidato a gobernador por el PRI?
Mejor ni hablar de las “purgas” internas que se realizaron al interior del boursismo para aniquilar a todo lo que oliera al entonces alcalde hermosillense Ernesto Gándara. Fue una operación de Macarthismo puro.
Aquí en Cajeme el panismo local hizo “mutis” cuando para impulsar a Luis Alberto “El Suertudo” Plasencia como precandidato, el alcalde Manuel Barro utilizó la estructura gubernamental e intimidó al personal que simpatizara con la diputada Eloísa Flores, Hermilo Valenzuela o Rodrigo Ramírez.
Lo único claro es que el poder hace igual a la clase política, donde prevalece la denuncia de “la paja en el ojo ajeno” y que pese la poca utilidad que tiene entre la militancia albiazul para legitimar un proyecto político, en dos sexenios el panismo no ha podido cuajar un mecanismo distinto que la famosa e indignante “línea”.
La novedad es que no hay diferencia, salvo los 50 mil muertos del calderonismo y que la simulación está a punto de elevarse a rango constitucional.
Es cuanto.