Un amigo que sigue con atención las incidencias de la vida pública me alertó del sorprendente error en los spots de arranque de campaña de Josefina Vázquez Mota y el PAN.
En uno de los de la candidata presidencial asegura que era “indignante ver a niños arriesgando su salud, durmiendo entre microbios”, por lo que cuando fue secretaria de Desarrollo Social (finales de 2000-principios de 2006) “puse 3 millones de pisos firmes”. Y concluye: “Hoy, nuestros niños ya no duermen en la tierra”.
Simultáneamente, casi espalda con espalda, el PAN difunde un spot para presumir “12 años de impulsar el cambio” e informar que “colocamos piso firme en 2 millones de viviendas”.
La disonancia estadística no es un asunto trivial. Más allá de que Josefina registra 3 millones de pisos firmes en cinco años y su partido solo 2 millones en 11 y medio, el desatino vuelve a mover la pregunta de quién está en control de una campaña que debería ser impecable para, al menos, sacarle una gota de sudor a Enrique Peña Nieto.
Me resistí a creer la versión de que el 12 y 13 de marzo, a menos de una semana de la fecha límite para entregar al IFE la primera serie de spots, el equipo de Josefina recorría, entre desesperado y mendicante, casas productoras para que les hicieran un trabajo más o menos digno.
Tal parece que así fue, y que en el frente azul reina la descoordinación y la improvisación. Los actos iniciales del viernes y el sábado refuerzan la percepción. Es una campaña que no vibra ni proyecta ideas. El jueves, Josefina estaba 14 puntos abajo del puntero en la encuesta MILENIO-GEA/ISA; hoy amanece a 21.
Huele a desastre. Y no parece haber quién le cuide la espalda.