He comentado en documentos y conferencias los aspectos generales de la crisis económica neoliberal que inició en 1983 y que en 2012 nos sigue flagelando. Ahora, en la época de las campañas para elegir al presidente de la república para el periodo 2012 – 2018 creo muy oportuno y conveniente revisar algunos hechos relevantes de la historia económica reciente. Así, debo mencionar que en los años de la década de los 70s se inicia en el mundo el modelo neoliberal, “la revolución de los ricos”, que se afianza en los años 80s con las gestiones de los conservadores Ronald Reagan (EUA), Margaret Thatcher (Gran Bretaña) y Helmut Kohl (Alemania).
A esas dos décadas la literatura que se ocupa del análisis del Desarrollo Económico las presenta respectivamente con los títulos de “Década de la Trampa de las Materias Primas“ y “Década de la Trampa de la Deuda”, aludiendo a las relaciones de abuso extremo que impusieron los países centrales, altamente desarrollados (industrializados) en contra de los países periféricos, subdesarrollados y productores de materias primas de América Latina, Asia y África para asegurar su dependencia (Tesis de la Comisión Económica para América Latina, CEPAL – ONU).
Prestigiados analistas de este proceso económico de aquella prestigiada organización de la ONU y analistas académicos e independientes como Joseph Stiglitz, Paul Krugman y Paul Samuelson (premios Nobel de economía estos tres economistas) destacan los objetivos fundamentales de esa “revolución de los países ricos” que tuvo cobertura global:
Primero, recuperar la participación de las ganancias empresariales en el ingreso total, que se desplomaron durante y después de la Gran Depresión Mundial y que los gobiernos regidos por gobiernos nacionalistas impidieron, complicaron o limitaron;
Segundo, influir para que las ideas pro empresariales determinaran la política económica de los países, quitando a los gobiernos la rectoría o intervención en la economía; y
Tercero, derrotar a la URSS, que ofrecía una opción económica, política y social diferente.
A la fecha, logrados esos tres grandes objetivos mundiales y mientras la mayoría de la población planetaria está sumida en una profunda crisis capitalista y ha perdido bienestar y la esperanza en el progreso, las reducidas elites de poder empresarial han logrado amasar enormes ganancias económicas y poder político. Por supuesto, el éxito de ellas implica consecuencias desastrosas para la población general del mundo en los rubros de empleo, distribución del ingreso, pobreza, justicia y bienestar social.
¿Cómo ha afectado a México este modelo neoliberal y globalizador?
En nuestro país la desgracia económica y social inicia con las Administraciones de Luis Echeverría y José López Portillo que generaron una enorme deuda (externa e interna) y concluyeron el “Milagro Económico” que México vivió de 1954 a 1970 (época que también se conoce como Etapa del Desarrollo Estabilizador).
La siguiente Administración encabezada por Miguel de la Madrid (1982 – 1988) fue obligada a renegociar la ingente deuda externa con el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y con el gobierno norteamericano, aceptando bajo amenazas de embargo la condición sine qua non que impusieron los acreedores: que México iniciara la aplicación de severísimas políticas de corte neoliberal diseñadas por esas organizaciones financieras multinacionales que se contienen en un documento conocido como CONSENSO DE WASHINGTON. Otros analistas lo llaman Décalogo de Washington.
Los expertos en materia de finanzas internacionales mencionados (Krugman, Stiglitz y Samuelson) y algunos políticos mexicanos han repudiado la Deuda y su manejo abusivo impuesto por el FMI calificándola de inmoral por su adquisición y contenido, y abultada unilateralmente en extremo por las tasas de interés usurario de la banca internacional durante los años 80s.
Entre otras medidas de corte económico neoliberal contenidas en CONSENSO DE WASHINGTON se aplicaron las siguientes:
i) Severo redimensionamiento del gobierno, quitándole su rectoría en la economía además de reducir sus atribuciones de fomento y protección a pequeñas y medianas empresas
ii) Contracción acelerada del gasto público por “la necesidad imperiosa” de disminuir el déficit fiscal y combatir la inflación
iii) Venta o liquidación de empresas públicas con el argumento falaz de que “el Estado es ineficiente”. La mayor parte de las empresas públicas de alta rentabilidad se vendieron a socios, amigos y parientes de los gobernantes
iv) Reforma fiscal regresiva para favorecer a los capitalistas a costa de los trabajadores, con la intención de promover la inversión a través de un esquema de concentración del ingreso y la riqueza
v) Desregulación de la economía (quita de controles oficiales para favorecer la llegada de capitales, empresas, mercancías y tecnologías provenientes del exterior) “para favorecer la competencia interna”
vi) Reforma financiera para hacer atractivo el sector a los extranjeros, los que adquirieron las instituciones bancarias y en la actualidad operan el 84% del capital crediticio que se maneja en el país
vii) Orientación de la economía doméstica “hacia el exterior”
viii) Ofrecer garantías plenas a la propiedad particular, especialmente la extranjera.
En términos muy apretados por razones de espacio, se pueden apuntar como las principales consecuencias negativas de la aplicación del modelo económico neoliberal en México las siguientes:
1) El crecimiento promedio anual del PIB en el periodo 1983 – 2011 es de apenas 2% cuando en el periodo 1940 – 1982 fue 6.2%;
2) El crecimiento del PIB por habitante en los últimos 30 años fue de 0.5 por ciento en promedio anual mientras que de 1940 a 1982 ese crecimiento fue de 3.5;
3) La inversión per cápita anual cayó en más de 60%;
4) El salario mínimo redujo 82% su poder real de compra entre 1982 y 2011 y el salario contractual perdió más del 50% de su capacidad adquisitiva;
5) El empleo formal ha caído en más de 45% en este plazo, generando apenas 400 mil empleos anuales frente a una necesidad de creación de 1.2 millones para atender al crecimiento de la fuerza de trabajo;
6) La pobreza afecta a más del 55% de la población total del país según INEGI, aunque el Dr. Julio Boltvinik Kalinka (Colegio de México y UNAM) la ubica en más de 70%;
7) El éxodo de mexicanos hacia los EUA es de aproximadamente 400,000 en promedio anual en el periodo 2000-2010, desproveyendo a México de su mejor capital humano;
8) La producción agropecuaria satisface solo 60% de las necesidades de alimentos y materias primas industriales y en el presento año se ha establecido récord de importación de alimentos básicos;
9) La deuda del país no ha podido disminuir aunque se ha operado un cambio en su estructura (compra de deuda externa con recursos crediticios internos);
10) La inconformidad de la población nacional por las desigualdades socioeconómicas graves y crecientes en lo regional y sectorial generan manifestaciones de inseguridad que se acompañan de conductas sociales atípicas (drogadicción, alcoholismo, prostitución, vandalismo, vagancia, etc.)
Nuestra economía, muy protegida en el lapso 1940 – 1982, pasó en brevísimo tiempo a ser la más abierta del mundo, enfrentando la competencia madura y muy agresiva del exterior. Sin contar con una estrategia conveniente que atendiera a las asimetrías (diferencias) con los países desarrollados, México se incorporó al mercado mundial abriendo sus fronteras indiscriminada, acelerada e incondicionalmente y como resultado se rompieron sus cadenas productivas internas, desaparecieron industrias completas y el país se volvió importador de alimentos y manufacturas.
Por último, se dejaron de regular las actividades del sistema financiero y se permitió la incursión de empresas extranjeras en sectores estratégicos que requerían protección. En la actualidad México es el país del mundo que tiene el más elevado porcentaje de capital extranjero en su banca comercial y en consecuencia los recursos de inversión crediticia responden a criterios de rentabilidad empresarial (extranjera) y no se canalizan a los intereses estratégicos de la economía nacional.
En paralelo con el fracaso económico de la política económica neoliberal, la “revolución de los ricos” operada en México ha sido un éxito rotundo para los ricos y las grtandes empresas y así lo demuestran fehacientemente los registros de la distribución del ingreso. Mientras que en 1976 los salarios participaban con 44 por ciento del Ingreso nacional y las utilidades de las empresas con el 56% restante, en el año 2000 los salarios redujeron su participación a 33 por ciento y las ganancias la aumentaron a 67 por ciento del total. La situación descrita se agravó en el último decenio cuando los salarios participan ya solamente con el 23%.
Más grave todavía: según INEGI la distribución del ingreso proveniente del trabajo (sin considerar el que se deriva de la propiedad) muestra que el decil X concentra más del 48.5% del total. Esto quiere decir que el 10% de la población trabajadora más rica del país acapara casi la mitad de los ingresos totales; mientras que los deciles I a V (el 50% de los trabajadores) apenas participan con aproximadamente el 15% del total de los ingresos.
En resumen: como las políticas neoliberales aplicadas de 1983 a la fecha no han dado resultados positivos en términos de crecimiento económico y justicia social, los políticos insisten en la “necesidad” de realizar reformas estructurales estratégicas en los campos laboral, energético, hacendario /fiscal, educativo y seguridad social. Proponen reformas estructurales desvinculadas, inconexas, parciales por no contemplarse en un Proyecto de Nación que proponga objetivos precisos.
En plena campaña electoral 2012, en tres de los cuatro candidatos a la presidencia no se aprecia una intención seria de cambio de estrategia ni se cuestiona el modelo económico neoliberal que degrada y ya tiene en serio peligro a la vida nacional. No hay en ellos, los abanderados del PAN, PANAL y PRI para la presidencia de México, una Convocatoria para discutir públicamente un Proyecto de Nación. Entretanto, el candidato que ofrece un Proyecto de Cambio es marginado y/o obstaculizado de la contienda con el uso de todas las argucias legales e ilegales que disimuladamente permite el Instituto Federal Electoral (IFE).
En palabras precisas y muy francas: Sin Proyecto, sin Dirección y sin Liderazgo nuestro país no tiene futuro.
La impresión es que el país continuará una política económica que consiste en no tener política económica. El MERCADO continuará determinando nuestras acciones y en consecuencia nuestro destino nacional seguirá dependiendo de decisiones y circunstancias ajenas.
Para concluir, traigo una reflexión profunda de Albert Einstein que podemos aplicar al tema que de política económica he tratado en este escrito: “Si seguimos haciendo lo mismo, seguiremos obteniendo los mismos resultados de siempre.”