En el transcurso de la semana recibí una cordial invitación de distinguidos Maestros universitarios para platicar con la altura y responsabilidad que merece el tema, sobre la política actual de nuestro país. Sobre la Política, con mayúscula. Al respecto me permitieron presentarles una interpretación mía sobre el libro de Fernando Savater titulado Ética, Política, Ciudadanía.
Esta presentación (interpretación y resumen del libro del filósofo español) tiene tras sí una curiosa historia que me permito presentar en términos muy apretados: Hace pocos años yo era el fan número uno de Denisse Dresser.
Cuando supe que se presentaría en esta ciudad, me hice de un lugar en el salón en que dictó su conferencia. Allí mismo, desde el inicio de su plática, inició la caída de mi ánimo: repetía la Dra. Dresser, palabra por palabra, incluyendo las gracejadas, el discurso que había pronunciado treinta días antes en el Senado de la república.
Cuando concluyó su repetida charla la señora Dresser aterrizó de fea manera su exposición al contestar agresivamente al asistente que le hizo la pregunta que estaba en la mente de todos los que allí estábamos: ¿Qué debemos hacer para cambiar la situación de desastre político que usted nos planteó?
Respondió la doctora con brusquedad: Me enfada que en todas partes me hacen la misma pregunta estúpida. ¡Deben manifestar su inconformidad!.
Después ya nadie cuestionó nada y la señora se hizo de algunas aclaraciones y se despidió. Y con ella se fue la devoción que le tenía.
La pregunta no contestada satisfactoriamente ¿Qué debemos hacer para cambiar la situación de desastre político que tenemos en nuestro país? me urgía una respuesta concreta, directa, sin evasivas ni concesiones. Fernando Savater me la proporcionó con un libro titulado ÉTICA, POLÍTICA, CIUDADANÍA.
Presento en este y los próximos escritos mi interpretación resumida de esta obra que se hizo libro a partir de una Conferencia que dictó el español Savater en la Ciudad de México en 1997.
El mensaje se escribió para la problemática de ese año pero a mi modesto entender es ahora mucho más válida y oportuna su tesis que entonces. Juzga, estimado lector y conciudadano, la propuesta política muy rica de Savater que ahora te presento.
En primer término declaro que Fernando Savater nació en San Sebastián (país Vasco), España, el 21 de junio de 1947. Sigue con vida y escribiendo y dictando conferencias. ¿Libros? Muchísimos. Destacan especialmente ÉTICA PARA AMADOR y POLÍTICA PARA AMADOR, traducidos a muchísimos idiomas. Una aclaración pertinente: Amador es el hijo de Fernando y a este joven le dedica esos libros escritos de una manera muy coloquial y amena.
Inicia Savater su libro con una convocatoria atractiva que toma de un escrito de Carlos Marx: Te convoco, ciudadano, a comprender tu realidad para poderla transformar. Cita en seguida a Bertolt Brecht para decir que el peor analfabeto es el analfabeto político, que no oye, no habla, no piensa y no participa en los eventos políticos de su comunidad. Aclaro que todavía más drásticos que Brecht fueron los griegos, que a estos inútiles ciudadanos los llamaban Idiotés.
Contundente, el alemán Brecht escribió que No sabe este ciudadano analfabeta político que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, lacayo de las peores empresas y operador de los peores crímenes. En suma, es muy digno de reprobación el ciudadano que evita la política para evadir responsabilidades.
Savater nos convoca a los ciudadanos a tomar en serio nuestra participación en la política y señala que en esta nueva y urgente cruzada política los jóvenes deben ser los líderes por la razón de que son ellos los que tienen más tiempo por delante para transformar la realidad y construir el escenario socioeconómico futuro de ellos y de sus familias.
Lanza el filósofo una pregunta contundente que no admite respuestas evasivas: ¿No es cierto, conciudadano, que cada vez con mayor frecuencia, alarma y asco hablamos de los políticos como seres corruptos, ambiciosos, criminales, depravados y viciados por partidismos imperdonables?
Y la responde el escritor diciéndonos que la política no es una actividad repugnante porque en una democracia todos los ciudadanos somos políticos por definición, ya que todos tenemos derecho al voto y todos tenemos derecho a postularnos para algún cargo público.
La política no degrada al que la practica. El que la practica mal degrada a la política.
Luego nos hace una aclaración que conviene tener en mente: Lo que caracteriza a un régimen autoritario, a una dictadura, es que la política está secuestrada por un grupo pequeño de personas que son las que deciden y ordenan por todos los demás, imponiéndonos por la fuerza sus decisiones. En la dictadura los ciudadanos estamos excluidos de la política y de la Toma de Decisiones que nos afectan.
Por lo contrario, en las democracias la política es una tarea que nos obliga a todos los ciudadanos. Es una actividad que no excluye a ninguno y ninguno de nosotros tenemos derecho, razón o motivo válido para excluirnos de un ejercicio ciudadano honroso, trascendente e imperativo. Por tanto, la única manera de evitar una dictadura es el juego democrático sano y permanente.
Así de sencillo nos impone el filósofo Fernando Savater a los ciudadanos la obligación de participar en Política.
Y es de la mayor importancia que reconozcamos y aceptemos que los políticos están donde están porque allí los ponemos los ciudadanos. O porque los mismos ciudadanos permitimos que estén allí donde no deben estar y les permitimos hacer lo que no deben hacer.
Como escribió Karl Popper de los políticos y los gobernantes: Nosotros los ciudadanos les mandamos mandar sobre nosotros. NO DEBEMOS OLVIDARLO: están para servirnos y no para servirse de nosotros y de lo nuestro.
Savater es crudo y preciso al recordarnos a los ciudadanos que no tenemos derecho a quejarnos de la política si toleramos los actos indebidos de los políticos.
Y con apoyo en Giovanni Sartori me permito enfatizar que la DEMOCRACIA nos concede la preciosa y preciada libertad de elegir a los representantes y gobernantes … y de quitarlos si merecen esa sanción. Ni más ni menos. ¿Porqué entonces no ejercemos los ciudadanos estas atribuciones democráticas, legales, legítimas?
La política por tanto, es un asunto tan delicado y riesgoso de TODOS los ciudadanos que no lo podemos dejar en las manos sueltas de los políticos.
Los ciudadanos no debemos abandonar la política. Por ningún motivo. No debemos ceder ese espacio vital y estratégico a personas sin ética, sin preparación, sin compromiso social, sin lealtad a las causas de nuestra comunidad. Aquí radica nuestro gran error y la razón principal de nuestra desgracia nacional.
Al apartarnos los ciudadanos de la política con el argumento de que es un juego sucio les concedemos el monopolio de la política, y los enormes e indebidos beneficios inmorales que de ella derivan, a los ciudadanos repudiados por su ineficiencia y corrupción.
La insistencia de Savater sobre los ciudadanos es machacona y nos reitera que si los ciudadanos estamos en contra de las corrupciones políticas y deseamos evitarlas, no debemos rechazar la política y alejarnos de ella. Por el contrario, debemos intervenir más intensa y decididamente en la política para extirpar esos tumores que la enferman y que contagian todos los aspectos básicos de nuestra convivencia comunitaria.
Debemos reconocerlo: al apartarnos los ciudadanos con desdén de la política favorecemos a los corruptos de la política, a los que se aprovechan de nuestro alejamiento irresponsable para controlarla a su antojo y beneficio. ¿Más claro lo quieres, ciudadano? nos podría preguntar con sorna el autor.
Por la trascendencia de su Proclama, declaro abierta e incondicionalmente mi adhesión a Fernando Savater: La política es más que elecciones, desempeño de cargos públicos y actividad partidista. Es también la conversación de nosotros los ciudadanos en todo lugar, iniciando en casa con la familia, respecto a la Cosa pública. Es también el debate ciudadano de ideas, la publicación de opinión ilustrada en medios de comunicación y en suma, es ejercicio de libertad y manifestación de aspiraciones elevadas.
El libro de Fernando Savater ÉTICA, POLÍTICA, CIUDADANÍA nos ofrece a losa ciudadanos líneas precisas, legítimas, legales y civilizadas de acción política para combatir la corrupción, mal endémico que afecta a México desde hace casi 500 años.
Entre las muchas definiciones que ofrece Savater en su libro, rescato la siguiente, que transcribo literalmente: La Política es la suma de actividades que crea ciudadanos con valores, con capacidad de intervenir, decidir y servir en cuestiones que atañen a su comunidad. En otras palabras, la política es todo aquello que suscita y promueve la intervención ciudadana en los asuntos públicos, en la Cosa nuestra.
Por tanto, no es válido que los ciudadanos caigamos en el desánimo y que con la expresión fatalista “Todos los políticos son iguales, no hay forma de cambiar la política para dignificarla”, abandonemos lo nuestro en manos de los que medran con lo ajeno. Debemos estar convencidos que esa expresión grosera la fomentan los políticos interesados en que los ciudadanos aceptemos resignadamente que la corrupción y la impunidad son características y condiciones inevitables de nuestro sistema político. No deben serlo y no podemos permitir que lo sean.
Para los males de corrupción política que nos afectan, Savater recomienda la Ètica en la política. Con su concurso podemos construir y mantener una comunidad sana y progresista. Sin embargo, advierte nuestro autor, la ética no es la panacea ni la solución mágica para los problemas de la política aunque es evidente que los valores de la ética confluyen en la intención de lograr una vida comunitaria más plena y más autónoma; y una realización social y humana más armónica, pacífica y placentera.