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Cuando hablamos de amor

Alan Inclán
Viernes 04 de Enero de 2013
 

El Vertedero Cultural

Por Alan Inclán

Un día estaba intrigadísimo sobre cuál era el verdadero significado del amor, -sí, lo admito, andaba pasando un descalabro emocional por un chica- iba caminando por las calles céntricas de la ciudad y mientras esperaba cruzar por la esquina mientras los autos pasaban, se me reveló la respuesta como a un iluminado. Frente a mí vi el anuncio espectacular de una marca de cerveza con una foto en primer plano de una hermosa modelo con un escote increíble y sobre la imagen la palabra AMOR. Eso es todo, y ¡Claro! el amor es… eso. En tu cara y directo, un par de senos en primer plano, sin preámbulos y sin discurso cursi sobre el amor.

Aclarando: “amor” en su fase en la que se escoge a otra persona y decide “enamorarla” o “conquistarla”. Es decir, el amor de pareja en donde se encuentra y prevalece el erotismo.

Continuando, el anuncio del espectacular me revela dos cosas: Uno, la visión masculina cínica de desenmascarar lo que realmente se quiere, y lo que representa la generosidad del escote de la modelo nos lleva a saber de qué hablamos cuando hablamos de amor, y dos: me hace recordar o reafirmar que estoy dentro de una cultura obsesionada con la imagen, y que los grandes discursos sobre el amor se han derrumbado porque ¿Quién se sabe de memoria los sonetos de Neruda o Gongora? Realmente estamos en tiempos que el amor no sale bien librado sino también ¿por qué tanta neurosis y altas tasas de divorcio tenemos hoy? 

En realidad, se me hace más honesto decir: “Tus senos son espectaculares” que decir “Tus ojos son dos bellas esmeraldas” porque ¿No está detrás de todo discurso amoroso un deseo que se busca satisfacer? Sé que suena superficial pero, creo que la ideología de hoy en día en parte viene del capital, de cuestiones monetarias que generan la construcción de una vida de consumo que absorbe todo –incluso al amor- bueno, esto en culturas occidentales en zonas metropolitanas hoy en día. No es cinismo, sino que el cinismo creo que ha sido absorbido por la vida moderna –lo que quiera que signifique “moderno” hoy en día- y el anuncio me recordó esta condición que la tenemos casi de manera inconsciente. 

Es simbólico que en el anuncio justo detrás de la palabra “AMOR” se encuentra a la altura del generoso escote de la modelo, manifestando que detrás de la palabra se encuentra el significado de un deseo de satisfacer una necesidad primaria, instintiva. Y para lograr el objetivo se tiene que entrar en el discurso amoroso. Pero en el anuncio, el amor es el atractivo escote sin preámbulos, sin discursos épicos, desnuda el verdadero significado.

El espectacular que eclipsaba el sol mientras cruzaba, revela el síntoma crítico de cómo se percibe hoy lo que es el amor. El anuncio dice directamente que la satisfacción de un deseo sexual es el amor, o bien, lo que creemos que es “amor” según el significado cursi, en donde dos personas se fusionan en uno, o del tipo discursivo donde uno se preocupa casi exclusivamente en otra persona, realmente es el apetito instintivo que queremos satisfacer.

Repito: suena banal, que es una perspectiva un tanto negativa pero hay que reconocer que al menos es honesto al decir implícitamente de que hay que dejarnos de rodeos discursivos cursis. El anuncio demuestra lo que se reprime en el discurso amoroso, lo que se oculta en cuanto a la finalidad de los conceptos erróneos del amor el anuncio revela lo mercantil que es el concepto de amor.

Por ejemplo, ahora veo que venden rosas en las tiendas de autoservicio. La rosa, símbolo romántico por excelencia de la demostración de amor, ahora se convirtió en algo tan genérico, prefabricado y consumible como comprar una lata de atún. Es decir, las rosas      –con todo y código de barras- el comercio lo absorbió de tal manera que ya es un producto de consumo como los chicles menta que están al lado en la caja de la tienda. La rosa es parte del kit de consumo para demostrar amor. El anuncio dice: “¡Al diablo con eso!”  

Así, contrario a lo que se podría pensar como muestra de trivialidad,  el anuncio muestra  simbólicamente el amor sin pudores y sin rodeos poéticos que confunden en su ambigüedad y esconde lo que uno realmente quiere. Quita el halo de irrealidad de las formas de conquista como frases cliché de amor, de las melosas tarjetas hallmark, y va directo a lo que es.  El amor, cínicamente, es el atractivo físico y ya. ¿Quién iba a pensar que iba a encontrar una respuesta honesta del amor en un anuncio de cerveza? Sin duda, el cinismo de hoy puede servir como consuelo ante los achaques sentimentaloides. 

 

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